La pesca ilegal afecta tanto la sostenibilidad marina como la economía de los países. Particularmente en México, esta práctica es uno de los principales problemas para la salud del océano y la subsistencia del sector pesquero, en tanto representa 40 por ciento del total de captura en el país, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca); informa MILENIO.
Esta actividad disminuye la abundancia en los mares, daña ecosistemas y rompe con procesos biológicos como la reproducción de algunas especies, además de que genera una competencia desleal que perjudica a los pescadores legales, explica la organización no gubernamental Oceana.
De este modo, se estima que 1 de cada 5 peces capturados proviene de actividades de pesca ilegal. “Cuando ese pescado termina en nuestros platos, somos cómplices involuntarios de prácticas insostenibles y a menudo delictivas, que dañan nuestro bienestar futuro y la sostenibilidad de nuestro planeta”, ha señalado la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para luchar contra este problema, es preciso implementar prácticas sostenibles que garanticen que especies como el bacalao o el atún lleguen a las mesas mexicanas sin comprometer la biodiversidad marina, ni el futuro de nuestros ecosistemas. Aunque en México se desconoce con exactitud el volumen de esa actividad, las especies más afectadas son las de alto valor económico: abulón, langosta, pepinos de mar, camarón siete barbas, pulpo y mero, reporta José Manuel Crespo, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM.
Por su parte, organismos como el Norwegian Seafood Council se han comprometido con la práctica del fair fishing. “Destacamos la importancia de mantener una cadena de producción y distribución transparentes que no solo garanticen la calidad y frescura de nuestro bacalao, sino también el respeto por las especies marinas y el entorno natural”, señaló Orjan Olsen, director de Mercados Emergentes del NSC.
Proteger la salud de los consumidores mexicanos también implica garantizar que los productos del mar que lleguen a sus mesas sean seguros y de alta calidad. Las especies en peligro, o aquellas capturadas mediante prácticas no sostenibles, tienden a acumular metales pesados en sus tejidos, como el mercurio, lo que puede causar efectos adversos en el organismo a largo plazo.
Imagen portada: MILENIO
