Por José Jaime Ruiz
Cada cual tendrá el fin que se merece… Sucumbiremos sin haber aprendido nada. En todos nosotros, en lo más recóndito, parece haber algo granítico e incorregible. // Esperando a los bárbaros / J. M. Coetzee
Adelantar vísperas es políticamente incorrecto. Que no “panda el cúnico”, Claudio X. González, Norma Piña y su Cártel de la Toga, Alejandro Moreno, Marko Cortés están no sólo derrotados, también destrozados, destrizados. El Segundo Piso de la Cuarta Transformación los hace trizas. El próximo jueves veremos cómo votan los ministros y ministras de la Suprema Corte de Injusticia la anticonstitucional e incompetente propuesta de Juan Luis González Alcántara Carrancá, hasta entonces, las rutas de respuesta se esclarecerán: ignorarlos, juicio político o zedillazo.
Apresurar los juicios políticos en contra del Cártel de la Toga es ansia de novillero, olvidar que cada toro tiene su lidia. A quien se ahoga en su propio excremento, no hay que lanzarle un lazo, nunca darle vida artificial. Ratas de Titanic, los ministros del Cártel de la Toga huyen hacia adelante, todo animal guarda su piel, ya utilizaron a los trabajadores del Poder Judicial como carne de cañón, esos trabajadores tienen que regresar a sus labores y los ministros negocian con el senador Adán Augusto López su carísima renuncia.
González Alcántara Carrancá sabe perfectamente que su proyecto de sentencia es inviable, inconstitucional, pretende salvar su prestigio y su reputación con la derecha, con el conservadurismo y, al mismo tiempo, negocia su renuncia. Derrotado, el ministro expone: “Habrá siete u ocho ministros que decidamos presentar la renuncia y a otra cosa. Quedamos en hacerlo en forma conjunta… Yo pensé presentarla desde hace tiempo, pero esta sentencia es mi renuncia, es la justificación de mi renuncia” (de hecho, Norma Piña y secuaces ya renunciaron o están en eso).
Muy digno, muy digno no es, ya que, como señaló la presidenta Claudia Sheinbaum, renuncian para mantener sus canonjías, los llamados haberes: “Si no presentan ahora su renuncia, entonces ya no tendrían los haberes de retiro, que es todo lo que se llevan los ministros y ministras cuando se retiran de la Corte, que es un montón de dinero”, desveló Sheinbaum.
Incorregibles hasta el final, Norma Piña y el Cártel de la Toga se encuentran derrotados, destrozados, hechos trizas. En efecto, la mafia del poder sucumbió sin haber aprendido nada. Condenados en el cadalso de la historia, que nos digan su última voluntad, la herramienta de su decapitación civil: ¿hacha o guillotina?
