Ave de tempestades en Estados Unidos, Donald Trump, el aprendiz de político, compite por la Casa Blanca en calidad de criminal sentenciado, en una apuesta que puede colocarlo otros cuatro años al frente del destino del país o, si pierde, enfrentar la posibilidad de ir a prisión por alguna de las 91 acusaciones pendientes en su contra; informa MILENIO.
A sus 78 años el republicano no es solo el candidato presidencial más viejo en la historia de Estados Unidos, gracias a la salida de Joe Biden de la puja por la Casa Blanca, sino el único que ha sufrido al menos dos atentados en su contra en pleno galope electoral. Si gana tendrá 82 años cumplidos cuando entregue el poder a su sucesor.
De llegar a la Casa Blanca ha prometido convertirse en “dictador por un día” para cerrar la frontera con México. También planea destituir al fiscal especial Jack Smith (que lo investiga) como un primer paso de un intento de auto-indulto que, de ser exitoso, sería el primero en la historia estadunidense para inmunizarse de las acusaciones en su contra por obstrucción de la justicia, sustracción de documentos secretos y fraude electoral en Georgia.
“Casi todo de lo que Trump dice que quiere hacer desde el primer día va a ser ilegal o poco práctico. Pero incluso las cosas ilegales podrían seguir en vigor durante algún tiempo y él podría lograr que la ley se mueva en su dirección”, sostiene el constitucionalista de la Universidad de Georgetown Steve Vladeck, desde Washington.
Donald John nació el 14 de junio de 1946 en Queens, Nueva York, en el seno de una familia acomodada como el cuarto de cinco hijos de Fred Trump, un desarrollador inmobiliario exitoso de la metrópoli de la costa este.
El joven Donald mostró interés en el negocio familiar desde la adolescencia. Estudió en la Academia Militar de Nueva York y se graduó en 1968 de la prestigiosa Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania. En 1971, con apenas 25 años, asumió el control de la empresa de su padre, que rebautizó como The Trump Organization.
Durante las décadas de los 70 y 80 se hizo conocido por sus ambiciosos proyectos inmobiliarios en Manhattan, como la Torre Trump, un rascacielos icónico que se convirtió en símbolo de su éxito y estilo de vida ostentoso. Su capacidad para manejar las relaciones públicas y atraer la atención mediática jugó un papel clave en su ascenso como figura pública.
Además de la construcción, Trump incursionó en otros sectores como los casinos en Atlantic City, hoteles de lujo y, más tarde, programas de televisión.
En 2004, alcanzó nueva popularidad con el reality show El Aprendiz, donde se consolidó su famosa frase “You’re fired!” (“¡Estás despedido!”), que ha usado en las últimas semanas contra Kamala Harris.
A pesar de varios fracasos empresariales, incluyendo al menos cuatro bancarrotas, el magnate siempre logró mantener su marca y recuperar su imagen pública.
El ascenso
En 2016 consumó la hazaña de arrasar a una veintena de rivales republicanos en la lucha por la nominación del partido, incluido Jeb Bush y Marco Rubio; y ya como su candidato, en noviembre derrotó a Hillary Clinton en la elección presidencial por una mayoría de votos del Colegio Electoral aunque perdió por más de 3 millones de sufragios populares.
La era Trump, que abarcó desde enero de 2017 hasta enero de 2021, fue un período marcado por una polarización política en Estados Unidos en gran medida determinada por el estilo poco convencional, la retórica divisiva y las políticas poco ortodoxas surgidas desde la Casa Blanca.
Además logró moldear al Partido Republicano a su imagen y semejanza. El libre mercado mantenido hasta ese momento como bandera de enlace mundial cedió el trono al “Estados Unidos primero” de Trump.
En sus primeros cuatro años priorizó políticas proteccionistas, controles migratorios estrictos —incluida la separación de niños y la construcción del muro con México—, y una reducción de las regulaciones ambientales. Promulgó recortes de impuestos y nombró a tres jueces conservadores de la Corte Suprema que terminaron por desmantelar las protecciones federales al aborto y dejar la decisión a cada uno de los 50 estados.
El período fue testigo de un mayor escrutinio de los medios y frecuentes enfrentamientos entre Trump y la prensa, junto con un aumento de los sentimientos populistas y nacionalistas. En 2019 fue acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso por presionar a Ucrania para investigar a Hunter, hijo del actual mandatario, su rival político. Aunque fue absuelto por el Senado, este proceso marcó un hito en su presidencia.
En 2020 perdió su lucha por la reelección no solo en el Colegio Electoral sino por más de siete millones de votos populares ante Joe Biden.
Para lograr la nominación presidencial este año logró derrotar al gobernador de Florida, Ron DeSantis, y a Nikki Haley, que encabezó la administración de Carolina del Sur por seis años.
Trump enfrenta múltiples juicios, tanto civiles como penales, que podrían tener consecuencias graves para su futuro. Si el republicano no logra regresar a la presidencia puede perder ciertas protecciones que, hasta ahora, le han permitido evitar sanciones mayores.
Si pierde, y sin la inmunidad y el poder político que otorga ser jefe de Estado y de gobierno, Trump enfrentará la posibilidad real de ser condenado en alguno de los casos en su contra y por ello no solo no viviría en la Casa Blanca o Mar-a-Lago sino entre las rejas.
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