En el Instituto Tecnológico de Tijuana probablemente se encuentra uno de los pocos cromatógrafos de gases acoplado a un espectrómetro de masas en el país. Un artilugio de unos 100 mil dólares que sirve para identificar muestras volátiles en mezclas de diferentes sustancias, y que actualmente se emplea en un proyecto de investigación para saber de qué están compuestas las drogas que se consumen en las calles de Baja California; informó MILENIO.
“Las personas a veces creen que están comprando drogas con los diferentes nombres que les dan ellos, principalmente heroína, pero las están adulterando”, advierte el profesor investigador de esta universidad Daniel Chávez.
Habla con evidencia científica. Él es de los que genera los datos. De 300 muestras analizadas con espectroscopía de masas, el 20 por ciento contenía xilacina, una sustancia que está transformado el mercado de las drogas ilícitas, y generando una crisis de salud pública para México y Estados Unidos.
Conocida también como tranq, tranq dope, zombie drug o sleep-cut, y en español como «anestesia de caballo» o droga zombie, la xilacina es una droga de uso veterinario nunca antes vista en las calles mexicanas y que el crimen organizado introdujo al producto final.
“Principalmente de Mexicali, por desgracia también ya llegaron a Tijuana. Ya hemos encontrado muestras adulteradas con xilacina”, agrega Daniel Chávez.
A partir de los hallazgos de este laboratorio, el 8 de abril pasado la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) emitió una alerta para personal de salud y primeros respondientes, por el hallazgo de esa droga.
La combinación del fentanilo, un opioide sintético extremadamente potente, con la xilacina, un tranquilizante veterinario, además de un inminente riesgo de una sobredosis, puede provocar efectos secundarios graves, como lesiones en la piel, infecciones y, en casos extremos o necrosis.
En Tijuana se ha encontrado xilacina en apenas el 4 por ciento de las muestras analizadas. Pero en Mexicali su presencia se ha ampliado al 51 por ciento.
Estos números forman parte del proyecto Drogas Emergentes y Adulterantes en la Frontera Norte de México del Diagnóstico a la Intervención Comunitaria, elaborado por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente en colaboración con el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) y las organizaciones no gubernamentales PrevenCasa y Verter AC.
Baja California se convirtió en un laboratorio de drogas sintéticas. Desde 2020, se ha visto ensombrecido por la presencia de sustancias adulteradas, principalmente con fentanilo, pero de manera más reciente la xilacina.
Prevencasa AC, organización que impulsa proyectos de Reducción de Daños en esta ciudad fronteriza, se ha dedicado a recolectar muestras de las drogas que se consumen en las calles.
“No se identifica qué persona depositó esa parafernalia. No está asociado con el nombre de nada, tomamos una muestra para ver qué sustancia hay y esto no es con el afán de criminalizar el consumo, esto es con el afán de detectar qué sustancia hay y así advertir de los riesgos”, explica a MILENIO Lilia Isabel Pacheco, Directora Operativa de la organización.
Al laboratorio lo único que llega es la muestra en un mililitro de metanol. Ellos colocan la muestra encontrada que hayan podido conseguir, y eso es lo que nosotros analizamos en este equipo, detalla el profesor Chávez.
En el mismo terreno de investigación, laboratorios canadienses tienen más de una década realizando este tipo de estudios para detectar qué se consume en las calles, y entre los hallazgos vaticinan el fin del uso de la heroína.
“Necesitamos saber qué hay en el mercado”, explica Bruce Wallace, profesor investigador en Trabajo Social de la Universidad de Victoria, Canadá.
“Hay un cambio considerable en la heroína, ya no se utiliza, puede ser cristal, metanfetamina de aquí la crisis nos enseña que tenemos que saber qué hay en las sustancias para estar informados y tener una respuesta. Estudiar el comportamiento de las personas del uso de drogas y ser capaces de navegar por estos riesgos como un problema de salud”.
Danel Chávez explica que las personas no saben que consumen el fentanilo, y por lo mismo en caso de sobredosis no saben cómo tratarse.
“Es uno de los principales problemas de las muertes, porque los tratan pensando que es una intoxicación de metanfetamina y resulta que los fármacos de rescate no funcionan”, apunta.
Imagen portada: Archivo | Con información de Milenio