Aunque los candidatos presidenciales demócratas fueron favorecidos por la mayoría del voto popular en siete de nueve elecciones presidenciales desde 1992, el sistema electoral estadunidense, diseñado en la Convención Constitucional de 1787, es una reliquia que los perjudica y que, a pesar de que los republicanos perdieron en número de votos ciudadanos, les permitió a hacerse con la Presidencia en un par de esas ocasiones, además de las otras dos en que sí obtuvieron más papeletas que sus rivales; publica MILENIO.
La elección indirecta sobrerrepresenta a los republicanos, esa manera de elegir gobernantes genera distorsiones y exagera el peso de los estados menos poblados y desfavorece a las entidades más grandes, donde los demócratas suelen prevalecer.
En 32 años, las elecciones de este martes y las de 2004 fueron las únicas en las que los candidatos del Grand Old Party (el GOP o “viejo gran partido” republicano) alcanzaron más de la mitad del sufragio total, y Donald Trump se convirtió en su presidente con mayor porcentaje obtenido en estas tres décadas, con 50.9 por ciento. La diferencia de 3.3 puntos sobre su contrincante también fue la más amplia de su partido en este periodo.
Y, aunque se considera una victoria clara y devastadora para sus opositores, fue bastante menor que otras que han amasado aspirantes demócratas sobre los republicanos en la época contemporánea, como los 8.5 puntos de distancia de Bill Clinton ante Bob Dole en 1996; los 7.2 de Barack Obama sobre John McCain en 2008; los 5.6 también de Clinton frente a George H. Bush en 1992; y los 4.5 que Joe Biden le sacó al mismo Trump en 2020.
Con la salvedad de la elección de 1992 –en la que el tercer candidato independiente, Ross Perot, logró alterar la normalidad del bipartidismo–, en este tiempo el sistema obligó a que los candidatos demócratas obtengan ventajas de más de 3.5 por ciento para que su victoria no se vea disuelta en el Colegio Electoral, como les ocurrió a quienes ganaron con distancias menores que esa.
El récord republicano de 50.9 por ciento obtenido por Trump también fue superado por demócratas en tres ocasiones: por Obama, con 52.9 por ciento en 2008 y 51.1 por ciento en 2012, y por Biden, con 51.3 por ciento en 2020.
Si los republicanos logran retener la mayoría en la Cámara de Representantes, como están haciendo en el Senado, no será excepcional que un presidente inicie su primer o segundo mandato con el control de ambos órganos legislativos. Será más bien la norma porque el único que no lo ha tenido desde 1992 ha sido Bill Clinton, en 1996.
Años de “perder ganando”
Después de los años dorados de los republicanos con Ronald Reagan en los años ochenta, que terminaron con el desastre electoral de George H.W. Bush (padre) en 1992, la tendencia prevaleciente en el voto popular en los comicios presidenciales estadunidenses se inclinó nítidamente hacia los demócratas.
Pero esto no se ve tan claro al considerar el número de presidentes que ambos partidos han colocado. La preferencia popular se ha visto neutralizada en un par de ocasiones por las vicisitudes del sistema, que obliga a los candidatos demócratas a asegurarse grandes distancias sobre los republicanos.
En 2000, Al Gore ganó con 48.4 por ciento de los votos ciudadanos, adelantándose sobre George W. Bush por sólo medio punto. En 2016, Hillary Clinton lo hizo con el 48.2 por ciento, con una ventaja mayor: 2.1 por ciento. Aun así, ambas ventajas fueron insuficientes y en el Colegio Electoral fueron derrotados.
Esto se debe a que los ciudadanos no eligen directamente al presidente, sino a delegados por cada estado, que después van al Colegio Electoral en el que depositan sus “votos electorales”.
Este sistema, que fue preferido sobre la elección directa por la presión de los estados esclavistas, sobrerrepresenta a los estados menos poblados y perjudica a los más grandes, genera distorsiones que exageran el peso de los republicanos, que suelen tener predominancia en las entidades rurales, menos habitadas y numerosas.
En ese año, 2000, por ejemplo, el 47.9 por ciento del voto popular del republicano Bush se tradujo en un 50.5 por ciento de votos electorales. En 2016, la diferencia fue mucho más pronunciada al convertir el 46.1 por ciento de sufragios por Trump en un 56.6 por ciento de votos electorales.
Imagen portada: Archivo | Con información de MILENIO