Su visita a Coyoacán para adentrarse con el entorno en el que se desenvolvió Frida Kahlo, fue sublime, tomó fotos de la Casa Azul, se detuvo para ver detalladamente los trazos y las pinceladas de la obra de Frida Kahlo, mientras avanzaba en su recorrido, su mirada de sorpresa y satisfacción, era evidente; reporta MILENIO.
Aclamada por haber sido la primera mujer en crear y dirigir un espectáculo de Cirque du Soleil, no podía ocultar su euforia, estaba feliz de regresar al Museo Casa Azul Frida Kahlo, por lo que posó siempre en constante performace ante las cámaras de MILENIO.
La directora de la Compañía de Danza de Deborah Colker, quien estudió psicología, se identifica con la pintora mexicana a través del arte, de su libertad, de su manera de gozar la vida. Y asegura que comparten algunas similitudes: ella, como Frida (Coyoacán, 1907-1954), tenía un vínculo con su papá que era violinista, siempre le “dio alas para volar”. Además, cuenta, que su conexión con la pintora mexicana también la establece a través de su nieto Theo, quien tiene una enfermedad incapacitante. Igualmente, ama a sus perros, como lo hizo Frida con sus xoloitzcuintles.
“Mi padre, quien falleció en diciembre de 1998, siempre me impulsó y me dio libertad para explorar el mundo; para elegir y decidir. Mi mamá me decía que cómo quería ser bailarina de danza contemporánea, y aquí estoy, nadie creía que pudiera ingresar como creadora al Cirque du Soleil, y lo conseguí. Ahora trabajo en el montaje de una ópera”.
Colker desconoce la palabra límite, es curiosa, le encanta investigar, todo le llama la atención; pregunta, lee todas las cédulas informativas que ofrece a su público el Museo Frida Kahlo Casa Azul.
Como si hubiera hecho un vínculo automático con la pintora mexicana, cuyo dolor la llevó a pintar gran parte de sus obras maestras, Deborah Colker comparte que ya es abuela y que tiene tres nietos.
“Theo, mi nieto, es especial, padece de una enfermedad rara, que es muy cruel porque le provoca un gran dolor en el cuerpo, en un cuerpo atormentado como el de Frida Kahlo. Todo el tiempo que he estado con Frida en su hogar, conociéndola con más profundidad, es que estoy conectando con ella y con mi nieto que ahora tiene 15 años”.
Hizo una pausa importante para ver la reproducción de una de las pinturas de Frida Kahlo, que usará para la ópera El último sueño de Frida y Diego que estrenará en mayo de 2026, en el Metropolitan Opera House, en Nueva York.
La artista estuvo en Ciudad de México para presentar su coreografía Perro sin plumas, con la Compañía de Danza Deborah Colker, en el Centro Cultural Universitario de la UNAM.
M: ¿Cómo describirías la atmósfera de Casa Azul?
DC: Estar aquí me provoca un enorme entusiasmo. Siento que su alegría está en esta casa, con sus pertenencias, sus obras, fotografías; con las plantas, los perros, con la familia, con los amigos, y con Diego. Es muy hermoso recordar esto, porque ya había visitado la Casa Azul, desde hace algún tiempo vengo estudiando a Frida Kahlo, he visto las películas y documentales, todo lo he visto ya.
Aquí se percibe el dolor que agobió a Frida, porque su propio cuerpo era su prisión. Ella padecía de dolores intensos todo el tiempo, aunque también sentía la alegría de la vida, ¡Viva la vida! para mí, estar en este lugar es una alegría. No solo estoy estudiando para montar una ópera, lo hago para estar con ella, con sus colores, con el azul constante de las paredes dentro de las que vivió. Creo que cuando uno está haciendo algo, empieza a apasionarse del espíritu de la mujer de artista, hija, esposa, hermana y amiga. Esa es la sensación de estar aprendiendo a cada minuto.
M: ¿Qué aspecto de la vida de Frida Kahlo te resultó más impactante?
DC: Creo que Frida gozaba de la libertad que tenía. Ella decidió su vida, ella prefirió estar en México que en cualquier otro país; estar en esta casa con sus perros, disfrutando de la comida, el mezcal y hasta el tequila. A mí me encanta el tequila y el mezcal.
Entiendo su lucha por la gente de México, ella fue comunista hasta el final de sus días. Yo no soy comunista, pero lo fui de chica, dejé de serlo desde hace mucho tiempo.
Me llamó la atención que Frida era una mujer princesa en la cocina, con una cocina impresionante y a su lado, su hombre: Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez (Guanajuato, 1886 – Ciudad de México, 1957).
Nosotros sabemos la historia entre ellos: traiciones, peleas, sufrimientos, incluso se metió con la hermana de Frida, pero no le importaba. Ella tenía este lado de mujer casada dedicada a Diego siempre.
Ahora entiendo por qué siempre decía ¡viva la vida!, porque esta casa es muy potente, el aire, la temperatura, la sensación de la vida y la importancia que le daba a la familia y a sus amistades.
Recorrer las habitaciones y el jardín por donde anduvo Frida Kahlo es muy emocionante. Estoy pensando en la cantante de la ópera de El último sueño de Frida y Diego, que es bellísima e interpretará Frida; me encantaría que viniera y que descubriera la pasión de la pintora que es verdaderamente increíble.
Imagen portada: Especial | Con información de Milenio