Por José Jaime Ruiz
El súbdito de Felipe VI, el impostor Enrique Krauze, escribe de la nueva república mexicana sin criticar la monarquía constitucional de España y sus desvaríos criminales en Valencia. Condenar la gestión del gobierno y la monarquía por las riadas sería condenarse a sí mismo. Krauze, el lacayo español, es un hipócrita. Su nacionalismo de derecha queda frustrado por su inclinación monárquica. Los súbditos no critican, alaban, se inclinan, succionan desde sus hinojos.
“No es ‘el pueblo’ quien decidió acabar con la República. Ese nunca ha sido el sentido de la democracia. Quien a nombre del pueblo se ha arrogado el derecho a cometer esa infamia ha sido la abusiva e ilegítima mayoría legislativa. Lo ha hecho obedeciendo el designio del Ejecutivo anterior (avalado por el actual) en connivencia con autoridades del INE, el Trife y cuatro ministros de la Suprema Corte de Justicia”.
Es el pueblo, los ciudadanos, Enrique, los que decidieron fundar una nueva república. El sentido de la democracia es el voto ciudadano o no es. La infamia no es “a nombre del pueblo” sino la infamia es a nombre de la oligarquía y la hipocresía intelectual, abusiva, ilegítima, entreguista. Carlos Fuentes le dijo a Krauze: “A veces se cruzan cucarachas en el camino de la amistad. Cucarachas ambiciosas”. Hijo de las sobras intelectuales, Krauze despacha en la miseria horizontal, enano sin honesta postura como Octavio Paz, Daniel Cosío Villegas.
“Díaz gobernó (con un interregno) por más de tres décadas. Hubo una especie de paz augusta, orden interno y progreso material”. Paz augusta donde la desigualdad, la servidumbre como esclavitud desordenaron la república y el “progreso material” fue para unos cuantos. Por eso el español Krauze añora la dictadura perfecta: “Nuevamente, hubo décadas de paz, orden interno y un progreso material no despreciable acompañado por la fundación de sólidas instituciones públicas de atención a la salud, la educación y la cultura”. Nunca despreciable en sus sólidos ingresos para avalar el neoliberalismo, la perfección de los ingresos para Krauze.
En su nostalgia del autoritarismo, Krauze se inclina ante Zedillo: “El tercer ensayo republicano se pactó por iniciativa del presidente Ernesto Zedillo. Con el acuerdo de todos los partidos, se consolidó un Instituto Federal Electoral en manos ciudadanas. Se renovó el Poder Judicial, otorgándole plena autonomía. Hubo pluralidad legislativa. La libertad de expresión fue sustancial”. El demócrata sin adjetivos aplaude el autoritarismo.
“Renacerá por cuarta vez nuestra República? Dependerá de las generaciones futuras. Y éstas dependerán de nuestra capacidad de dejar testimonio de la verdad: ni los emperadores romanos pudieron borrar la voluntad republicana”, finaliza el español Krauze. La nueva república ciudadana ya nació en el Segundo Piso de la Cuarta Transformación. Krauze deja testimonio de la mentira. Ni los lacayos monárquicos pueden borrar la voluntad republicana del pueblo de México. Réquiem por Enrique Krauze, ni siquiera por este suicidio intelectual la monarquía española está de luto. ¿Enrique Krauze ya reside en Madrid? Es fácil aplastar a una cucaracha.