Con bancas y jardineras diseñadas para impedir el descanso prolongado, esta estrategia promueve exclusión en una ciudad que enfrenta desafíos crecientes por su población vulnerable, incluidas personas en movilidad.
La arquitectura hostil es un tipo de diseño urbano que utiliza componentes arquitectónicos y urbanísticos, como picos en el suelo o barandales, para moldear el comportamiento de las personas y desalentar actividades no deseadas en áreas públicas, tales como sentarse o dormir; publicó MILENIO.
Un ejemplo claro de esta práctica son las divisiones y respaldos bajos de las bancas que se encuentran en paradas de transporte o parques.
Aunque podrían parecer diseñadas para brindar comodidad, su verdadero objetivo es evitar que las personas utilicen estos espacios como lugares para descansar durante períodos prolongados o, incluso, para pernoctar.
Los principales afectados por este tipo de estrategias de diseño son los peatones y, en mayor medida, las personas en situación de calle.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Bienestar e Igualdad Social (SEBIEN), más de mil 100 personas en situación de calle enfrentan esta infraestructura, lo que complica aún más su búsqueda de refugio o un lugar dónde descansar.
“Pues yo lo que hago es buscar un lugar, o sea, un comercio que esté libre, donde no estorbe yo, un sitio que no esté ocupado. Sí los hay en el Centro”.
“En la esquina donde haya un conmutador telefónico, que no vas a dar lata, que esté a un lado de la banqueta, y ahí con un cartoncito”, explicó Román, un hombre que vive en la calle.
La alcaldía Cuauhtémoc es la demarcación con mayor población callejera, con más de 600 personas censadas por la SEBIEN en 2023.
En un recorrido desde Buenavista hasta el Centro Histórico se constató que la arquitectura hostil impide el pleno disfrute de los espacios públicos por parte de los capitalinos.
Diseños «contemporáneos» pero excluyentes
Jardineras altas, inclinadas y con púas; bancas con diseños «contemporáneos», sin respaldos ni techos, dificultan la permanencia prolongada.
A esto se suma el poco mantenimiento que reciben, pues muchos de estos elementos se encuentran sucios.
Noemí, habitante de la capital, aseguró que “las banquitas no están tan cómodas» para mantener una plática con alguien.
También mencionó que «es mucho más cómodo pagar por un espacio (cerrado)«, lo que la orilla a dejar de convivir al aire libre.
Este tipo de estructuras no solo son comunes en negocios particulares, sino también en lugares que deberían estar abiertos para todos.
El diseño hostil se extiende incluso a las vallas metálicascolocadas para proteger monumentos o estatuas, que terminan vulnerando el derecho al espacio público, generando exclusión y segregación social.
Personas en situación de movilidad, las víctimas
Mientras tanto, el número de personas en situación de calle podría aumentar, ya que, junto con la población local, personas en situación de movilidad que se dirigen a Estados Unidos, o que son deportadas, llegan a la ciudad sin redes de apoyo ni un hogar al cual regresar.
En un lapso de cinco años, la Ciudad de México recibió 308 mil 686 personas que regresaron del extranjero en 2020, según el diagnóstico de la movilidad humana en la capital.
La Ciudad de México enfrenta el desafío de crear una política inclusiva que, más allá de medidas urbanísticas, ofrezca soluciones reales para los sectores más vulnerables; reportó MILENIO.
Imagen: The Guardian.