En octubre de este año, Idles tuvo su mayor concierto en Ciudad de México hasta ahora. El recinto fue el Pepsi Center: con casi dos horas de concierto, la banda británica hizo retumbar las paredes del escenario con un coro de más de 7 mil personas. Si bien a primera instancia el sonido que emana de los instrumentos del grupo es fuerte, corajudo, colérico, el mensaje de sus letras puede resumirse en una sola palabra: amor; publica MILENIO.
Tangk (2024) es la última entrega de la agrupación británica que tomó las riendas del post-punk con su álbum debut, Brutalism (2017). Desde entonces, la banda ya presentaba fuertes posturas sobre problemas sociales que azotan en todas partes del mundo. El sonido era potente, con una suerte de exigencia por el bien hacia todo aquello que impedía algún bienestar social. Pero no fue hasta el segundo proyecto completo de la banda, Joy as an Act of Resistance (2018) que la banda explotó dentro de la escena del punk-rock e incluso del mainstream. Aquí el discurso era claro: la lucha por la resistencia no tiene por qué ser infeliz.
Como cualquier banda memorable, el sonido fue desarrollándose junto con las letras para expresar el crecimiento personal de cada uno de los miembros de la agrupación.
“Todo se trata de mantenernos fieles a nosotros mismos —menciona Joe Talbot—, eso significa que no importa el cambio en nuestra música, porque siempre tendrán a la versión más honesta de nosotros”.
En una entrevista exclusiva para M Revista de MILENIO, Joseph Talbot (vocalista y compositor) y Mark Bowen (guitarra principal) de Idles, platicaron sobre la importancia del amor en su música, las maneras de transmitirlo, la importancia que juega el movimiento corporal en el sonido y el cariño que han desarrollado por las masas mexicanas.
RM: El sonido y las letras que escuchamos en sus canciones es catártico. ¿Qué rol juegan el amor y la gracia dentro de su catarsis?
Talbot: Parte del éxito es suerte, también hemos tenido éxito porque somos fieles a lo que queremos escribir. Para mí, es sentir que fluyes en tu propio lenguaje, crear las canciones que quieres hacer, no las que otros esperan que hagas. Nosotros hacemos las canciones, no ellas a nosotros. Hemos aprendido a amar nuestra conexión con nosotros mismos. El público, afortunadamente, nos quiere lo suficiente como para dejarnos crecer y desarrollarnos sónicamente. Nosotros los queremos lo suficiente como para darles siempre el cien por ciento de nosotros, no solo en el escenario sino en la música. Eso es lo importante en cualquier relación amorosa, que ambas partes evolucionen.
RM: En uno de sus conciertos había un chico en silla de ruedas y todos lo acarreaban y celebraban. ¿Qué tiene su música que hace que el cuerpo sea tan necesario como los oídos?
Mark Bowen: La manera más sencilla de abrirse al mundo es a través del baile. Cuando empiezas a moverte, dejas de pensar y te abres a la experiencia. Eso es lo que intentamos fomentar en nuestra música y filosofía: un sentido de comunidad y una experiencia compartida. Hay un lenguaje universal en el movimiento que todos pueden entender; todos saben lo que significa. Para mí, un aspecto clave de nuestras actuaciones es que nos movemos y bailamos en el escenario, lo que refleja quiénes somos como personas. No es una actuación coreografiada; somos nosotros mismos en ese momento, reaccionando a la música que tocamos. Esto es muy importante y es genial que el público pueda verlo, porque se siente muy puro.
RM: Su música es como un grito de unidad en medio de los problemas que intentan dividirnos. ¿Sienten eso desde el escenario en México?
Talbot: Por supuesto. La honestidad se siente más fuerte en cada concierto en México. Lo notamos en las noches que tocamos aquí. Alguien lo describió de manera brillante cuando estábamos haciendo una serie de conciertos. Un espectador nos comentó que los mexicanos tienen una manera especial de unirse como público. Se convierten en uno solo y se mueven como una sola entidad.
Bowen: Esa conexión es real y palpable. En otros lugares del mundo también hay un sentido de unidad, pero en México la experiencia es pura. La audiencia está dispuesta a entregarse por completo, dejando atrás cualquier reserva. Es una experiencia mágica ver cómo se convierten en una sola entidad, creando un ambiente de comunidad y celebración. Esta conexión que sentimos en México es única y nos llena de gratitud. Nos inspira a seguir creando y compartiendo música que fomente esa unidad y conexión emocional.
Imagen portada: Natalia Zamora Alvarado / MILENIO