El escritor Jordi Soler compuso una canción para Joan Manuel Serrat que se llama “La reina de la selva” y lanzará un libro sobre el proceso creativo y su encuentro con uno de sus ídolos; señala MILENIO.
En entrevista con MILENIO, detalla cómo fue el proceso de trabajar con el cantautor español.
¿Cómo nació el proyecto?
Cuando era un niño en la selva de Veracruz, nos llegaban los discos de Serrat, los comprábamos en versiones pirata, en casetes, en un kiosco de periódicos, y los oíamos y suspirábamos, sobre todo los discos en catalán. Mi familia era una tribu de catalanes desterrados, sin fecha de regreso, y el contacto que tenían con su lengua era Serrat, el único que había, y yo crecí adorándolo.
¿Cómo conociste a Joan Manuel Serrat?
Durante toda mi etapa de radio, traté de conocerlo, y nunca pude, porque no coincidíamos o algo pasaba, y cuando publiqué Los rojos de ultramar, la leyó Serrat, y Juan Cruz, un amigo mutuo, organizó una cena hace más de veinte años. Ahí nos conocimos, y mi libro también parte de ese asombro: toda la vida queriendo conocer a Serrat y un día él me invita a cenar. Este es el centro del libro.
¿Cómo se llama el tema?
“La reina de la selva”; obviamente, pasa en la selva de Veracruz. Serrat es mi lector y de mi novela Ese príncipe que fui extrajo el nombre de un pájaro que yo inventé. A él le encantó eso, y me propuso que hiciéramos una canción que derivó en la historia de una reina indígena que va por la selva, arrebujada por los pájaros. Es una canción muy bonita; ya ves que Serrat cuenta historias en sus canciones.
Decidiste escribir un libro sobre ese proyecto.
Sí, empieza cuando me escribe Serrat para decirme: “Oye, conservas ese mismo teléfono, te quiero proponer una cosa”. Empieza con ese mail y luego todo el proceso de escritura, un proceso creativo muy intenso. También nos veíamos a comer en restaurantes para discutir lo que estábamos escribiendo, y ahí está la canción. Es un libro que me parece una locura, pero se lo conté a un colega escritor en Barcelona y me dijo que tenía que escribir sobre todo el proceso. Es un libro que me entusiasma porque es una crónica sobre mi relación con Serrat.
¿Cómo se llama el libro?
Y uno se cree. Es un sueño largamente anhelado. Así empieza la canción de Serrat: “Aquellas pequeñas cosas”. Pasó una cosa muy curiosa, porque yo trabajaba mucho por teléfono, entonces estaba ahí con el speaker, discutiendo la canción con Serrat para ver si era cantable lo que yo estaba escribiendo, que es un lío, porque Serrat, te acordarás, extiende mucho las vocales. Yo iba haciendo versos de seis y ocho, pero tras un verso de seis en Serrat puede ser de nueve, en espacio. Todo eso teníamos que afinarlo. Él lo cantaba, y yo estaba ahí metido trabajando como trabajo con otras personas. De pronto, cuando cantaba, decía: “¡Hostia, es Serrat!”.
De ida y vuelta, tal vez eres el mexicano más español.
Llevo más de veintitantos años en Barcelona y, sobre todo, tengo hijos en España, que ahora ya viven en otros países, pero pienso que cuando tenga nietos voy a quedar como un paréntesis excéntrico. Dirán, el abuelo, ¿por qué nació en Veracruz? Sí, mi madre nació en Barcelona, mi hija nació en Barcelona y yo estoy en medio. Es una rareza. En realidad, solo hice el camino de vuelta porque nací aquí. Simplemente fue una circunstancia azarosa porque era diplomático en Dublín y a mi mujer y a mí siempre nos entusiasmó Barcelona. Por obvias razones, es la ciudad de mi familia; mi papá es de Autlán, Jalisco, y mi madre de Barcelona. Soy el mestizo canónico.
Entonces, ¿vuelves a casa?
Sí, y es fantástico, pero, en realidad, nunca me he ido de aquí. Ayer lo contaba, de manera que parece ficción, pero es verdad. Como la mayoría de mis novelas suceden en el territorio veracruzano que he elegido, estoy ocho o diez horas al día trabajando en eso que es como estar en México y luego salgo a la calle en Barcelona. Quiero decir que no he dejado de ser mexicano. De hecho, me siento más mexicano en España, pero sé la imagen que proyecto. Desde hace años vengo desde España, tengo un nombre catalán, en fin, todo conspira para esto que a mí me gusta. Me gusta la creatura, la creatura que me tocó ser, una especie de anfibio, con un pie en un lado y otro en otro.
Dices que de alguna manera escuchas las novelas. Imagino que es por tu amor por la radio.
Me gustaba el radio porque se parecía a la escritura. Yo decía cosas raras en la radio. Nunca tuve una gran voz de locutor. Me ponía a leer un poema de André Breton a las dos de la tarde. Y esto era también un empeño literario. Al final, crear un mundo a partir de las palabras. Yo escribía libros antes de hacer radio. La radio fue un paréntesis feliz en mi juventud, una manera muy divertida de ganarme la vida. Pero lo mío ha sido siempre la escritura. Ahí es donde me encuentro de verdad.
Imagen portada: Ariel Ojeda / MILENIO