Por José Jaime Ruiz
Pésimos días para el “periodismo” que no se atreve a decir su nombre: periodismo de ficción, fake news, montajes, entrevistas convertidas en interrogatorios, misoginia, alucines. Los súbitos de Felipe VI, como el narcocarnicero Felipe Calderón, hablando de conciliación; el cínico padre del neoliberalismo en México, Carlos Salinas de Gortari, después de su monumental saqueo, llorando por la pensión perdida y Ciro Gómez Leyva, iracundo, acusando sin pruebas a Epigmenio Ibarra. Y acá la enloquecida Anabel Hernández quien, desde sus delirantes dendritas, DEAmbula entre acusaciones irracionales. Cada vez más chiquitos, ya no influyen con sus comentarios, pero a ellos poco les importa reputación y hoja de vida, su espuma bucal sólo consigna la divisa de Raymundo Riva Palacio: la verdad es irrelevante.
El “prestigio” del NYT se desprestigia con reportajes sin sustento, sin fuentes, con invenciones (universitarios fabricando fentanilo), y luego sus reporteros se quejan de que, desde Palacio Nacional, se exhiban sus montajes. El periódico se convirtió en pasquín, la llamada “Dama Gris”, en colorida prostituta. El salinista Riva Palacio insiste en sus desvaríos, su desbocada fantasía inventa escenarios inverosímiles: Andrés López Beltrán contra Claudia Sheinbaum, como si no supiera que históricamente son un equipo. Anabel Hernández no encuentra su quicio, desde la neoliberal FIL de Guadalajara, enrabiada, escupe una triste espuma en contra de Sheinbaum y AMLO en otra de sus “investigaciones” de ficción.
Cada vez más iracundo, el locutor de la extrema derecha, Ciro Gómez Leyva, exhibe desde Madrid sus fantasmas (se siente perseguido por el SAT) y agrede públicamente a Epigmenio Ibarra con argumentos falaces y poniendo en la pluma de Epigmenio enunciados que nunca suscribió. El periodismo ficción y su agonía, sus gritos, manotazos, espumarajos digitales son artificio del fuego y, aun así, irrelevantes (y esto sí es verdad), sólo refirman los actos de fe de sus cada vez menos seguidores. Riva Palacio, Ciro, Anabel, Calderón, Salinas… ¡pásenle a lo barrido!, porque ya los barrió la historia.