“Escribir y leer, poseer libros son hechos tan cotidianos que, cegados por la costumbre, ya no nos maravillan”, alertó Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) en su discurso de aceptación del doctorado honoris causa, el primero que una casa de estudios mexicana da a la autora de El infinito en junco; informó MILENIO.
El 26 de septiembre pasado, la UdeC anunció que otorgaba el título a Vallejo, que entregaría el martes 3 de diciembre a la escritora, “por dedicar su vida a estudiar el legado de la literatura clásica, entrelazando su amor por los libros y la historia, con una sensibilidad que inspira a valorar la belleza del conocimiento y la palabra escrita”.
En la recepción, la autora también ganadora del IX Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña que concede la Academia Mexicana de la Lengua, centró su discurso en la pérdida que implicó la “destrucción bárbara” de la literatura prehispánica en la Conquista.
Citó La nueva historia universal de la destrucción de los libros, del bibliotecólogo venezolano Fernando Báez, para exponer que “los libros y las bibliotecas son trincheras de la memoria, y la memoria es la base de la lucha por la equidad y la democracia. Son emboscadas contra la impunidad, contra el dogmatismo, contra la manipulación, contra la desinformación, y ha de ser por eso que han incomodando y siguen estorbando tanto a los poderosos, que las destruyen o las arruinan, o lo que es peor aún, las vuelven inaccesibles”.
La colaboradora de MILENIO y del suplemento cultural Laberinto se refirió a lo largo de su alocución a dos tipos de españoles que llegaron a lo que hoy es México: primero recordó a los exiliados por la Guerra Civil en España que fueron recibidos “con brazos y fronteras abiertas” y que “alentaron sus carreras intelectuales en tantas universidades”.
“Aquella bienvenida refundó nuestra historia con un nuevo hito acogedor y humanista”, dijo ante el rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño y el Consejo Universitario.
Y, sobre todo, se refirió a los conquistadores españoles que destruyeron en México “esos baúles portátiles de la memoria y la sabiduría”, libros, “una de las pocas invenciones que ha sido desarrollada independientemente en distintas civilizaciones sin contacto entre ellas”.
“No quiero olvidar que también en el territorio que hoy llamamos México nacieron libros autóctonos, singularísimos y muy bellos. La destrucción bárbara de la mayoría de ellos por parte de los conquistadores españoles que se consideraban civilizados, es un dolor que nunca cicatrizará”, lamentó Vallejo, a su llegada a Colima, después de participar en la Feria del Internacional del Libro de Guadalajara y en el Festival Letras en San Luis Potosí.
“Me tiembla la voz al decir que los españoles prohibieron la posesión y la lectura de las escrituras antiguas (prehispánicas)”, agregó, después de recordar que aunque los conquistadores que llegaron a la península de Yucatán “miraban con asombro los llamados códices, temían al mismo tiempo que su contenido pusiera en peligro el trabajo misionero”.
Con erudición espantosa, relató la quema de códices perpetrada por el obispo Diego de Landa en 1562 en el convento de Maní, en Yucatán. “Se los quemamos todos”, dijo y citó luego por su obra a Jorge Luis Borges: “Un capítulo de la historia universal de la infamia”.
La doctora en Filología clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia comentó que como consecuencia de esa barbarie hoy se conocen sólo tres libros de papel plegado de los mayas, cuyos nombres indican las ciudades donde se encuentran: Dresde, Madrid y París. Añadió que los tres códices se ocupan exclusivamente de temas religiosos y astronómicos.
El discurso de Vallejo llega en medio del conflicto diplomático entre México y España, después de que el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador exigiera sin éxito a la Corona española pedir disculpas por la Conquista y que su sucesora en Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum, no invitara al rey Felipe VI a su investidura como presidenta del país.
Insectos disciplinados
Al evocar que México recibió a los refugiados de la Guerra Civil Española “en estos tiempos de guerras y migraciones”, Vallejo habló de su experiencia para llegar a los libros.
“En mi infancia hubo un enigma: los libros. Aprovechaba cualquier instante para asomarme a aquellas cajas de papel que mis padres sostenían y contemplaban absortos durante horas. Cuando yo abría el cofre, veía hileras de insectos caminando disciplinados por un suelo blanco”, recordó quizá parafraseando un diálogo de El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
Y a pesar de que veía cómo sus padres sabían cómo hacer hablar a los hormigueros y los pequeños insectos les contaban las historias que le fascinaban, a ella no le decían nada.
“La única conclusión posible era la siguiente: leer había de ser un poder mágico sólo al alcance de los adultos (…) Nunca pensé que aquellas hileras de pequeños insectos disciplinados me conducirían hasta Colima, hasta este día vibrante. Escribir y leer, poseer libros son hechos tan cotidianos que, cegados por la costumbre, ya no nos maravillan. Los invito a viajar conmigo al mundo antes de esta invención”, convocó Vallejo a sus oyentes.
En la ceremonia, celebrada en el contexto de los festejos por el 84 aniversario de la UdeC, el rector Torres Ortiz Zermeño, habló sobre la obra de la flamante doctora honoris causa, y dijo que, en un mundo dominado por lo efímero y la superficialidad, las palabras de filóloga invitan a reflexionar, profundizar y cuestionar todo aquello que damos por sentado.
Agregó que las palabras llenas de sabiduría de la escritora inspiran a leer, a pensar y soñar.
“En El infinito en junco, su obra más reconocida, distinguida como el libro español más importante de este cuarto de siglo, nos invita a recorrer la historia de la escritura, desde las tablillas y arcillas sumerias hasta los textos digitales. Pero, El infinito en junco no es sólo una obra de historia, ya es historia, una reflexión sobre la condición humana, nuestra necesidad de contar y ser contado”, expuso el rector y habló del éxito editorial y cultural del libro, que supera 60 ediciones, se ha traducido a 40 idiomas y se publica en 70 países.
“Con su obra, testimonio vital, (Vallejo) enseña que leer ha sido una valiosa herramienta de reconstrucción en diferentes regiones del planeta, azotadas por la violencia, terribles crisis económicas, éxodos de poblaciones o catástrofes naturales”, dijo el funcionario de la UdeC.
Citó al premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa para asegurar que Irene Vallejo ya es un clásico, que será leído mucho después de que sus actuales lectores mueran.
“El doctorado honoris causa que hoy concede la Universidad de Colima es una reivindicación del derecho a la educación, a la cultura, a la lectura, a los libros y la imaginación”, añadió el rector Torres Ortiz Zermeño ante la filóloga y escritora aragonesa.
Y convocó a campañas para que la lectura se convierta en el aire que se respira en todas las aulas de las escuelas, en bibliotecas, en hogares, para rescatar lo más excelso de lo humano.
Imagen portada: Edwin Rolón / MILENIO