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Por José Francisco Villarreal

Cuando se conoció el resultado de la elección presidencial en Estados Unidos, el Primer Ministro escocés, John R. Swinney, quien, por cierto, durante las campañas electorales gringas había expresado su apoyo a Kamala Harris, escribió una conmovedora felicitación a Donald J. Trump. En ella, además de recordarle su origen escocés por parte de su madre migrante (Donald sí tuvo madre…, escocesa), destacó “los fuertes y duraderos vínculos sociales, culturales y económicos que tenemos (Escocia) con Estados Unidos y estamos seguros de que éstos seguirán floreciendo durante su presidencia”. Pero en el parlamento escocés también son unos loquillos, y el MPS (Member of the Scottish Parliament), Patrick Harvie, hizo un memorable discurso ante sus pares criticando a Swinney y de ribete a Trump. Inició duro el co-líder del Partido Verde Escocés: “Ayer, el Primer Ministro felicitó al delincuente convicto Donald Trump escribiendo oficialmente en nombre del gobierno escocés. Escribió que está seguro que los lazos culturales y sociales de Escocia y Estados Unidos florecerán durante la presidencia de un misógino, un negacionista climático, un estafador, un promotor de conspiraciones, un racista, un político de extrema derecha que intentó anular un resultado electoral de forma encubierta e incitando a la violencia”. Así, Harvie preguntó: “¿Qué vínculos sociales y culturales cree realmente el Primer Ministro (Swinney) que se beneficiarían de una relación con un hombre así?” ¡Qué tal! Trump retratado casi como Satanás sin máscara. En México podríamos añadir calificativos no muy refinados para describir a Trump, pero es mejor dejar que sea la doctora Sheinbaum quien, con elegancia diplomática, afirme la soberanía de México ante un sujeto que es un evidente peligro para la democracia, no sólo en México, también en todo el mundo, e incluso planetas vecinos y lejanos.

Hay muchos que se divierten con la sugerencia de Trump para que México se convierta en un estado más de los Estados Unidos. No sé si después de Canadá, pero con seguridad antes que el resto de los países de América…, y del mundo, si lo dejan. En Canadá no se lo tomaron tan deportivamente, facciones conservadoras y progresistas ya presionan al ingenuo de Justin Trudeau (el “gobernador del estado de Canadá”, Trump dixit) para organizar un contraataque ante la ofensiva prometida por el presidente electo gringo. Sí hay alguna verdad en el argumento de Trump de que sus socios del T-MEC han resultado más beneficiados en el tratado comercial. Pero, contra lo que quiere hacer creer a los estadounidenses, y que muchos ya creen, no se trata de que ambos socios abusaran del tratado, sino que la política económica interna de Estados Unidos, republicana o demócrata, ha sido desastrosa. Entre burlas y veras, míster Trump pretende asimilar a toda la América del Norte a Estados Unidos, el viejo sueño panamericano de los “Padres Fundadores”. Yo no apostaría por el nacionalismo canadiense, pero en el caso de México convertiría al territorio en otra Ucrania, con la diferencia que aquí, aunque sólo hay fascistas de buró, sí que abrazarían con gusto un nuevo mestizaje. No concibo qué clase de nueva etnia pueda surgir de la cruza de nuestros mestizos ibéricos con sus mestizos tutti frutti. En México, aún con grupos “separatistas” que quieran repetir la historia de despojos territoriales como en Texas o Hawai, no habría suficientes para justificar la anexión de la totalidad o de partes del país. El garlito de Trump es otra de sus mentiras, que ya son muchas. Un anzuelo que podrá interesar a algunos mexicanos pero que sería más fácil para Estados Unidos asimilarlos como refugiados sin territorio… como a los cubanos en Florida. ¡Más “migrantes”!

Las mentiras sistemáticas de Trump son misiles en contra de la democracia. La ultraderecha festeja, venera e imita sus payasadas, pero creo que no acaban de comprender las consecuencias de este “estilo” de hacer política (¿?). Su propuesta de gabinete es ridícula. Prácticamente todos apuntan a la destrucción del estado a favor de una oligarquía sin contrapesos. Los que no lo asumen “ideológicamente”, lo harán por conveniencia, o “lealtad” a un líder que no representa a los ciudadanos sino a una elite económica y apátrida. Ya en Alemania, patria del abuelo migrante de Trump, el barbero-hotelero Friedrich Drumpf, hubo un caso similar en el siglo XX. Sin querer queriendo, Trump juguetea con la idea de un rediseño del mapamundi en donde, en un descuido, hasta el terraplenismo tendría cabida. Antes de asumir la presidencia, ya causa enconos entre países, ya debilita a la Unión Europea, ya envalentona a la ultraderecha americana, ya chapotea entre la sangre en Medio Oriente, ya crispa los ánimos en Asia. Sobre todo, Trump está creando más descrédito y desconfianza universales hacia Estados Unidos que, en vista de su próximo presidente, se perfila como un país inhumano, agresivo, y que es incapaz de cumplir acuerdos: el poder a través de la traición y el cinismo. Para México, como su principal socio comercial, es un verdadero problema. La presidenta Claudia Sheinbaum tendrá que usar todo su ingenio para obligar a Estados Unidos a cumplir tratados y acuerdos, siempre en el borde de la ruptura. Dado el temperamento enajenado de Trump, el chantaje arancelario que promete el “güero” es apenas una caricia frente a lo que sería capaz de hacer. A como se ven las cosas, en lugar de dialogar con Trump y su pandilla, sería más adecuado y efectivo un exorcismo.

¿Para qué querría Donald J. Trump anexar Canadá y México? Sigue siendo una hablada, una finta, una bravata, pero ¿qué consecuencias tendría? No imagino respecto a Canadá, porque supongo que Canadá, como estado, tendría algunas ventajas. No olvidemos que Trump y sus seguidores son racistas, y el perfil canadiense podría suponerse más cercano al anglosajón/bretón. En el caso de México, implicaría un problema enorme. Harían falta varias décadas de un control despótico del territorio nacional para apenas reducir un poco el nacionalismo mexicano, parte vital de nuestra cultura. Décadas en las que no se procuraría el progreso del “nuevo” estado, sino la aculturación, el retraso, la explotación febril de recursos naturales y la servidumbre laboral. Hasta el idioma daría giros acrobáticos imprevisibles. Ahora bien, ¿y la amenaza de expatriación de migrantes? Pues Trump se mete en otro brete. Sí hay un universo específico de personas que puedan ser deportadas de inmediato. A saber: deportaciones no ejecutadas, migrantes legales delincuentes y migrantes ilegales. Sólo en las deportaciones ordenadas ya por un juez, existen cientos de miles de casos no concluidos. Los migrantes legales delincuentes son minoría, y perfectamente localizables. Y en el caso de migrantes ilegales se trata de dos tipos de infracciones que deben considerarse: las del migrante en sí, y las del que los contrata a sabiendas. Inconcebible una sanción sin la otra. Además, dado que esos migrantes son trabajadores activos y productivos, la pérdida de mano de obra sería irreparable. Sí, los estadounidenses legales y legítimos pueden hacer esos trabajos, sólo que, en el caso de que quieran hacerlos, tendrían que aprender, lo que supone meses si no es que años de aprendizaje. Además, esto implicaría aplicar el estatus laboral vigente, lo que se traducirá en gastos millonarios para los productores, gastos que se subsanarán con el encarecimiento de los productos. Ahora que, si como pretende Trump se “desnacionaliza” a migrantes legales, es posible que logre hacerlo pero, de acuerdo al sistema legal estadounidense, habrá que someterlos a un juicio… y estos juicios no duran meses sino ¡años! Trump nunca vería esas deportaciones en los cuatro años de su segundo mandato. La única forma de que Trump y su pandilla de salvajes pueda ejecutar estas deportaciones masivas de inmediato es por encima de las leyes estadounidenses.

Ceterum Censeo… Se ha creado un mito alrededor de ese farsante que será presidente de Estados Unidos por segunda vez. Se le pinta como un exitoso multimillonario y un impecable generador de su riqueza. Nada más falso, porque es “sotanero” en el ranking de plutócratas, debajo de la posición número 300. Se ha rodeado de verdaderos multimillonarios, pero en esa élite Trump es un empresario fracasado que lo más que logró durante muchos años fue mantener más o menos intacta la fortuna que heredó de su padre Frederick C. Trump. Eso sí, tras su triunfo electoral este 2024, duplicó su fortuna con una sola empresa, Media & Technology Group. Dado el giro de esta empresa no parece casual este éxito repentino, después de todo una empresa mediática no produce, especula, como él mismo. Así como su homólogo mexicano, el querido “Tío Richie”, Donald ha capoteado los problemas financieros de sus empresas con trampas, suerte y hociconeadas. ¿Todo eso lo hace más ridículo? Sí, y a quienes lo siguen. ¿Eso lo hace menos importante? No, además eso lo hace mucho más peligroso: “La Iglesia en manos de Lutero”, diría el viejo refrán católico.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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