Por José Francisco Villarreal
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald J. Trump, ha dicho que declarará a los cárteles de narcotraficantes como “terroristas” y que los expulsará de su país. Parece que no le bastó con el amago arancelario, ahora subió el tono al discurso de amenaza y chantaje contra México y su “encantadora”, dice él, presidenta. No sé si las leyes estadounidenses le den esa facultad, aunque ya es un hecho mediatizado, como cualquier cosa que dice; si quiere puede declararlos también apóstatas, herejes, alienígenas o australopitecus, siempre que no olvide que sus leyes y esas declaratorias no valen nada al cruzar el muro de la soberanía de otros países, el verdadero muro, no ese con el que intenta asfixiar a los propios estadounidenses. Trump sigue con su táctica de dislocar al mundo económico y geopolítico. Algo fatalmente peligroso además, cuando vemos que la situación económica mundial está en grave riesgo. Cosa de echar un vistazo a las crisis en Alemania y Francia, que indudablemente arrastrarán a toda la Unión Europea. Trump, además de abusivo es cobarde al amenazar también con aranceles a la UE, para obligarlos a aumentar su comercio energético con Estados Unidos y a patrocinar la congelante guerra en Ucrania. Por cierto, que se sepa, los europeos no destruyeron los ductos de gas ruso de Nord Stream (2022), ductos que Joe Biden prometió detener y cuyo sabotaje favoreció directamente a Ucrania. La dependencia energética de la UE respecto a Rusia pudo desestimarse un poco, en tanto la transición a las energías “limpias” europeas se instalaba. Sí, pero con menos plantas eléctricas nucleares, menos gas, con la apuesta a la generación con paneles solares, y ahora en medio de un invierno nublado, Europa va a temblar todavía más… también de miedo. Trump es un tramposo, y sabe lo que hace y para quiénes; hará lo que promete si la comunidad internacional y sus conciudadanos se lo permiten. A mí me da la impresión de que en el fondo está la morosa intención de no pagar la deuda externa de su país, la mayor deuda externa en el mundo. A principios de este año se estimaba en 34.7 billones de dólares y, casualmente, una buena parte de eso se lo debe a… ¡China! No debe extrañarnos que desde su infame supremacismo use todos los medios legales, ilegales y de comunicación cooptados, para inducir una crisis mundial adicional a las ya vigentes. Y esto también es terrorismo.
Recién veía la triste noticia de que en Alemania, un fulano de origen saudí, atropelló deliberadamente a decenas de personas que asistían a un mercado navideño. Lo primero que pensé fue en un atentado yihadista, o algo así. Terrorismo “clásico”, pues. En España, el ultraderechista Santiago Abascal, crush de algunos panistas y líder de VOX, apuntó rápidamente la culpa hacia los migrantes, sobre todo islámicos, con un guiño discreto al partido alemán homólogo a VOX, el AfD (Alternativa para Alemania), un partido que es un vertedero desideologizado de derechistas radicales, puro odio y víscera. Elon Musk, el inminente titular del DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), para la administración de Donald John Trump, reaccionó también no muy acertadamente al evento. Aquí hay que advertir que en medios alternativos estadounidenses, que sí los hay, lo llaman “Presidente Musk”, por algo será. El caso es que un hecho trágicamente real fue convertido en un discurso político y de odio. Como lo hace la oposición en México, pero en los gabachos con resonancia internacional. El detenido por el atentado en Magdeburg es Taleb Al-Abdulmohsen, psiquiatra originario de Arabia Saudita, pero no profesa ninguna religión. Es más, se ha declarado furioso opositor a una supuesta “islamización” de Europa. Además es simpatizante del partido AfD, lo que lo ubica en la derecha radical, como Trump, como Abascal, como Musk, como Milei, como Bolsonaro, como Lilly Téllez, como Marko, etc. No me atrevería a perfilar aquí a Jorge Romero, porque ante la reciente redefinición del PAN como partido de derecha, ya no sé si luego vuelva al ambiguo concubinato ideológico con el PRI y los restos mortales del PRD, o sus ex concubinos descaren su analfabetismo ideológico y se le sumen, o de plano todos se dejen llevar por la tendencia supremacista de Trump y su pandilla empresarial. El caso es que no, la causa del atentado en Magdeburg no fueron los migrantes de ningún sitio, fue un migrante, loco y afín a la ultraderecha internacional. Una muestra más de que la ultraderecha, el supremacismo, y todos esos dementes sociópatas, no tienen ningún reparo en imponer una mentira como verdad, por el engaño o por la fuerza, si es necesario a sangre y fuego… literalmente.
Ceterum censeo… ¿Feliz navidad?