Por José Jaime Ruiz
Lo publiqué hace semanas: “Para no defraudar a Swift: los personajes de la oposición son como alfileres: sus cabezas no son lo más importante. La traición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse. Los lillyputienses* pululan por las redes sociales, son los que reproducen de una u otra manera las imbecilidades de la loquita del Senado, Lilly Téllez y, al creer trepar, sólo se arrastran. Tiene razón la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: ‘Ahora cada vez son más chiquitos, la verdad’”.
El intelectual orgánico del neoliberalismo, Héctor Aguilar Camín, se arrastró ante Carlos Salinas de Gortari para que lo apapachará. Huérfano de fisicidad monetaria desde el 2018 por parte del nuevo Estado mexicano, el director de la revista nexos se exhibe en su enanismo intelectual: “Asistimos este año a la demolición constitucional de la democracia y de sus instituciones. Prácticamente quedó instalada en nuestro país una dictadura legal”.
Lo que se demolió no fue la democracia sino la metapolítica (el Pacto por México) y la “democracia oligárquica”, el poder político de las élites. Enano circense, Aguilar Camín brinca de la “dictadura perfecta” a la “dictadura legal”. Beodo en su oxímoron, Héctor no tiene red de protección que contenga su estrepitosa caída retórica: “dictadura legal”. ¿Como la de su amado Porfirio Díaz que se impuso por la violencia y no por la paz de las urnas? Contradictio in terminis en su deriva autoritaria. Para Aguilar Camín la democracia mexicana… ¡destruye a la democracia mexicana! Superando a Lilly Téllez en memez, caray.
Agotado en su descalabro, el corrido de Televisa se asume lillyputiense en su retahíla de enfados sin argumentos. El más sobado, no por eso menos misógino, el enunciado al final de su artículo: “Sólo es previsible un gobierno más poderoso, tiránico si le apetece, tocado sin embargo por la incertidumbre de quién manda, si la Presidenta o su antecesor”. ¿Se merece Héctor Aguilar Camín la madriza que le propinó Claudia Sheinbaum en la Mañanera del Pueblo? Pienso que a un perro moribundo no se le patea. Ni modo, ya pasó; empequeñecido, que le tiemble la patita.
* adj. Dicho de una persona: Extremadamente pequeña o endeble. Dícese también de aquellos políticos y comentócratas que reproducen, sin afán teórico ni asomo crítico y autocrítico, las zafiedades de la senadora mexicana Lilly Téllez.