Por Efrén Vázquez Esquivel
Dar una vuelta más al sol es digno de celebración, pero una celebración sin reflexión, es decir, sin la presencia del pensar meditativo-reflexivo, no deja de ser una sana borrachera. Pues, ¿de qué sirven los buenos deseos de año nuevo, proferidos en la última noche del año viejo, si la voluntad no coincide con el propósito del designio?
Designio es un “pensamiento o propósito del entendimiento aceptado por la voluntad”. ¿De quién puede ser un designio o propósito determinado por el entendimiento, por ejemplo, los buenos propósitos de año nuevo, que es el caso que nos ocupa?
Un designio puede ser el resultado del pensar meditativo reflexivo de uno mismo, en cuyo caso la responsabilidad de hacer coincidir el propósito del entendimiento con la voluntad es uno mismo, a nadie puede uno responsabilizar de no lograr lo deseado.
Pero también puede ser que los buenos propósitos de año nuevo sean entendidos como algo que el ente humano solo puede desear o proponer, siendo un ser supremo a quien le corresponde disponer si se concede o no esa gracia. Este supuesto, que es el de dejar todo a la voluntad de Dios, aligera la carga de la responsabilidad propia, o de plano la desaparece.
Atribuir a Dios lo incomprensible es una práctica común justificable, ya que la fe en Dios para muchas personas es la única que los sostiene, el único refugio de sus desconsuelos; pero atribuir a Dios todas nuestras insensateces y falta de voluntad para lograr nuestros propósitos significa huir de la responsabilidad hacia el prójimo.
Ni en las religiones ni en las diferentes filosofías puede haber un designio, es decir, un propósito del entendimiento agudo, que solo piense en sí mismo o en la clase o grupo social al que pertenece, lanzando a los demás todo su desprecio.
Por eso no logro comprender al magnate Ricardo Salinas Pliego, famoso porque no le gusta pagar impuestos y porque ha tenido quien le eche la mano en la Corte de Justicia, quien en su mensaje de año nuevo dijo que “la verdadera riqueza no se mide en bienes materiales, sino en la capacidad de compartir con los seres queridos y ayudar a quienes lo necesitan”.
