Aunque el prejuicio no considera a este tipo de libros como «alta literatura», las obras de Paula Hawkins, escritas con extraordinaria eficacia, tienen la virtud de sumergir al lector en mundos plagados de misterio.
Por Víctor Núñez Jaime
Un día, no hace mucho, Elmer Mendoza nos dio un consejo a todos los que asistimos a su taller de escritura creativa: “lean y analicen los best sellers, es una gran ejercicio de aprendizaje” La verdad es que a mí siempre me ha costado mucho llevar a cabo la encomienda del autor de El amante de Janis Joplin, tal vez por el prejuicio de no considerar ese tipo de libros como “alta literatura” y por preferir gastar mí tiempo en aquellos que entran dentro del canon. Ya una vez conté aquí que, haciendo a un lado esas manías, me llevé una grata y provechosa sorpresa al devorar las historias de Amor Towles (Un caballero en Moscú, La autopista Lincoln…) pero, desde entonces, no me había vuelto a enganchar con la obra de algún “superventas.” Hace unos días, sin embargo, caí otra vez en el embrujo de una escritora que lleva algunos años de éxito entre las masas lectoras; publicó MILENIO.
Me refiero a la británica Paula Hawkins, la autora que saltó a la fama con La chica del tren (también adaptada al cine). Abrí La hora azul, su nueva novela, y enseguida me sumergí sin mucho esfuerzo en un mundo lleno de misterio, aupado en una estructura literaria y elementos culturales que, al llegar al punto final, dejan la sensación de haber disfrutado una gran historia, escrita con aparente sencillez y extraordinariamente eficaz.
Todo empieza cuando se descubre que el hueso utilizado en una escultura es humano y no pertenece a un animal, como se creía. Entonces todas las miradas se centran en la artista ya fallecida y en el recuerdo de la enigmática desaparición de su marido. Un experto en arte viaja a la isla donde vivía la escultora para investigar lo que hay detrás del macabro hallazgo, el cual puede perjudicar a la mismísima Tate Modern de Londres. La misión no sólo será difícil sino que, además, pondrá en peligro la vida del investigador y, al final, se revelará lo inesperado. No crean que sólo se trata del relato de un crimen. De ser así, todas estas páginas carecerían de valor literario. Ambientada en una isla escocesa, accesible únicamente a las horas del día en que baja la marea, La hora azul explora la tensión entre la libertad del genio creativo y la presión social, el amor no correspondido y sus consecuencias y, de paso, se detiene con aterradora precisión en cómo la luz con la que vemos a nuestros seres queridos a veces oculta su peor oscuridad.
Antes de convertirse en una de las autoras de novela negra más leídas (según su editorial ha vendido casi treinta millones de ejemplares en medio centenar de países), Paula Hawikins fue reportera de la sección de economía del periódico The Times. Después de la crisis financiera de 2008, quizá decepcionada consigo misma, con sus colegas y con la profesión (hasta la fecha los periodistas de economía no han entonado el mea culpa por no prever la crisis ni señalar a sus culpables, convirtiéndose así en cómplices por acción u omisión), Hawkins se dedicó a escribir novelas. Primero bajo un seudónimo, Amy Silver, y desde hace casi una década, con la publicación de La chica del tren, ya con su nombre.
Así que dos días después de haber concluido la lectura fui a la presentación del libro (“en sus giras ella siempre hace un hueco para sus lectores españoles”, subrayó su editorial para hacernos sentir unos privilegiados). Ir estos días a la Gran Vía es toda una proeza, porque uno corre el riesgo de que la marea humana te impida llegar a tiempo y, si llegas, lo hagas más magullado que una guayaba en un tianguis o habiendo sido presa de los astutos carteristas que abundan en una de las principales arterias de la Nueva Miami. En el estrado, la señora Hawkins tenía cara de haber atravesado esta situación, pero fue generosa al hablar de su obra. Confirmó, entre otras cosas, que esta es la novela “más literaria” de todas las que ha hecho. “Porque quería elevar el estilo de mi escritura y concentrarme en abordar el papel del arte en nuestras vidas, así como las ganas de huir del ruido del mundo para instalarse a crear una obra en una isla”, dijo.
Ella es consciente de que su éxito implica una extrema vigilancia en todo lo que publica pero, aclaró ante una sala abarrotada, no escribe pensando sólo en eso. Yo, por si acaso, tomé nota de su método de trabajo, de sus autores de cabecera y de sus trucos para sorprender (o embrujar) al lector. Porque Elmer Mendoza tiene razón: se puede aprender mucho de los best sellers.
Imagen portada: MILENIO | LABERINTO.