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David Lynch, maestro del cine que exploró lo oscuro y surreal

Pocos cineastas contemporáneos exploraron con tal profundidad en sus obras la maldad, el mal a secas, como David Lynch, uno de los grandes artistas del siglo XX, cuya muerte anunció el jueves su familia en redes sociales, a cuatro días de que el director de Blue Velvet cumpliera 79 años; señala MILENIO.

Lynch puso rostro al Mal en personajes como su gángster psicópata Frank Booth (Denis Hooper, Blue Velvet), el hombre misterioso (Robert Blake) de Lost Highway; una madre asesina, Marietta Fortune (Diane Ladd), en Wild at Heart, o hasta en los conejos casi pornográficos de Inland Empire.

Apenas un mensaje en Facebook reportó el deceso del ganador de la Palma de Oro en Cannes por Wild at Heart (1990), una de sus películas icónicas sobre una pareja romántica que canonizó en la pantalla a los jovencísimos Nicolas Cage y Laura Dern, perseguidos por unos asesinos.

Aunque no se informó el motivo de su muerte o dónde acaeció, el mismo director, guionista, actor, pintor y productor había anticipado en agosto del año pasado que padecía enfisema pulmonar crónico.

“Con gran pesar, nosotros, su familia, anunciamos la muerte del hombre y del artista, David Lynch. Apreciaríamos la privacidad en estos momentos. Hay un gran hoyo en el mundo ahora que él ya no está más con nosotros. Pero, como habría dicho él: ‘Mantén el ojo en la dona y no en el agujero”, menciona la publicación en la red social, que da cuenta del humor que también imprimió el cineasta en sus obras.

Nacido en Missoula, Montana, el 20 de enero de 1946, de padre científico y madre literata, David Lynch buscó la belleza en las deformidades, en lo grotesco, en lo paranormal y hasta en otros mundos, siempre mostrando que la maldad no es esotérica, siempre va con la naturaleza y condición humanas.

Desde su primer corto de 1966 como estudiante de artes hasta su última gran película, Inland Empire (2006), el cineasta mantuvo una congruencia en sus preocupaciones estéticas y temáticas —y hasta en su legendario copete—, con una obra de realmente muy pocos largometrajes, pero todos ellos para el culto.

Sueños, pesadillas, violencia, erotismo, desnudos, crímenes, psicópatas, colores agresivos y la alta cultura y lo popular se mezclaban en las atmósferas creadas por un hombre que cojeaba desde niño debido a una malformación, que quizás influyó para que realizara un filme en el que explora lo mismo el dolor, la compasión, la ciencia, a la par de la crueldad humana: El hombre elefante (1980), basada en la historia real de Joseph Merrick, un británico exhibido como un fenómeno en la Inglaterra victoriana.

Aunque siempre se le ha etiquetado como cineasta surrealista, por sus afinidades con Luis Buñuel, Lynch, en la mayoría de sus grandes películas y aun en su serie de culto Twin Peaks (1990) y su secuela Twin Peaks: The Return (2017), se enfocó a temas tan ordinarios como la investigación judicial de un crimen o focalizados en la relación misteriosa entre desconocidos, como Mulholland Drive (2001), que le valió el premio a Mejor director en el Festival de Cine de Cannes y una nominación al Oscar.

Abordó y jugó con todos los géneros: desde el drama absurdo casi kafkiano de Eraserhead, su ópera prima de 1977, hasta los ratos de comedia casi porno con conejos que impone en su singular Inland Empire, en donde da un nuevo impulso a la carrera lejos del cine comercial y los blockbusters de su actriz fetiche Laura Dern, quien hasta 2019 consiguió su único Oscar, por Historia de un matrimonio.

Desde el cine de ciencia ficción y apocalíptico de Dunas (1984), filmada en México, en los Estudios Churubusco y en Chihuahua, que entre sus curiosidades protagonizó el cantante de la banda británica The Police, Sting (Feyd Rautha), aunque la música es del grupo Toto; hasta las complejidades del cine noir mezclado con el terror psicológico de Lost Highway (1997), Mullholland Drive y Blue Velvet (1986), ésta igual con Kyle MacLachlan encabezando el elenco como en Dune y en la serie Twin Peaks.

Trabajó con grandes actores, como John Hurt, Anthony Hopkins, Anne Bancroft, Dennis Hooper, Harry Dean Stanton y Silvana Mangano, y descubrió en su momento a muchos nuevos talentos, como Kyle MacLachlan, Isabella Rossellini, Nicolas Cage, Laura Dern, Naomi Watts, Laura Harring o Patricia Arquette, a la mayoría de los cuales llevó a extremos de actuación que no tuvieron con otros cineastas.

Como en las películas de su admirado Stanley Kubrick, la música es esencial en el universo lyncheano: desde la psicópata interpretación de “Blue Velvet” de Bobby Vinton y de “Dreams” de Roy Orbison, en Blue Velvet, hasta la banda sonora magistral y esquizofrénica de Inland Empire, que lo mismo incluye “Sinnerman”, con Nina Simone, y “Loco-Motion”, con Carole King, que obras de los compositores polacos Krzysztof Penderecki y Witold Lutosławski, e incluso del mismo David Lynch.

Mucha razón tiene su familia al señalar que “hay un gran hoyo en el mundo ahora que él ya no está más con nosotros”. Descanse en paz David Lynch, cuyo cine nos abandonó en ese inmenso hoyo negro.

Imagen portada: Instagram / @davidlynchfoundation

Fuente:

// Con información de MILENIO

Vía / Autor:

// Staff

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