Julián Herbert se sumergió en la narrativa mexicana de los últimos años con el fin de analizar, reflexionar y criticar lo que inunda hoy en día las librerías. ¿El resultado? Tuvo muchas sorpresas; señala MILENIO.
En entrevista con MILENIO, el autor habla sobre Overol. Apuntes sobre la narrativa mexicana reciente (Random House), una serie de ensayos escritos entre 2019 y 2024 que dan una idea del estado de salud de esta.
M: ¿Te pusiste el overol para observar la narrativa mexicana?
JH: Es lo que alcanzo a ver un poco de ella y también lo que más me interesa y me gusta. Es un libro de ensayos, de crítica literaria, pero a veces siento que la crítica parecería que solo puede ser como que te regañan o para destruir autores. Pero como autor también de narrativa, pienso que hay otras posibilidades de acercarse a ella.
M: ¿Cómo planeaste los ensayos?
JH: Lo que yo quería era hablar de libros que me dicen cosas y tratar de desentrañar cosas de ellos, pero partí de cosas que me satisfacen, aunque no por completo, y les hago algunos reportes a algunos autores, pero quería hablar de autores que me gustan.
M: ¿Y qué descubriste en el ejercicio?
JH: Hay varias capas de eso. Una es cómo releemos la tradición. Por ejemplo, me doy cuenta de que viniendo desde distintos lugares y formaciones, hay un resurgimiento del nombre de José Revueltas (1914-1976) como una tradición que algunos autores asumimos recientemente. Me interesa la tensión que hay entre la ficción y la no ficción y también cómo lo tradicional se vincula a lo semirural, como lo trae a la discusión Fernanda Melchor, que dialoga, choca y se complementa con visiones más experimentales y con carga teórica, como las de Cristina Rivera Garza, por ejemplo. Y en medio también hay otros autores como Emiliano Monge o Brenda Navarro que conectan con una ficción más pura, digamos.
¿Qué más encontraste?
JH: Creo que hay una reinterpretación de la ciudad y del mundo rural también, pero hay sobre todo una reinterpretación de qué cosas cuenta la historia. Aunque estamos en una época de cierta crisis, de pensar ¿qué cosa es la narrativa? Hay un sector de las voces que se lo pregunta desde dos extremos, el de lo neurobiológico, el cuerpo como realidad que cuenta una historia, también como una mente y el padecimiento mental. Y en el otro extremo, la sociedad, cómo construimos comunidad y cómo analizamos las dinámicas sociales, lo que sería una sociología de la literatura. Es ver cómo esas dos formas se complementan más allá del ámbito mercantil y de las ventas en librerías.
¿Qué es lo que te interesa?
JH: Lo que yo percibo en estos libros es que son lecturas que van más allá del código establecido y que se arriesgan a cosas nuevas, complejas. A mí me gustan autoras y autores que tienen un proceso de elaboración complejo, y también que hay una inconformidad. Los libros de los que yo hablo aquí son inconformes, incluso, aunque no sean de autores jóvenes.
¿El libro nace de la inconformidad ante la poca crítica literaria que se hace hoy día?
JH: Diría una cierta necedad (risas) porque en mi experiencia como autor, a mí me interesa ir hacia lo que no he terminado de explorar. Por ejemplo, dejé de escribir novelas, he estado escribiendo guiones de medios audiovisuales y eso es muy pop, muy técnico, narrativa y dramatúrgicamente. Entonces me interesaba mucho aplicar esa noción a las obras de otros, también en un momento en el que yo puedo guardar una cierta distancia con el ámbito narrativo para luego regresar a él.
¿Cómo está la salud de la narrativa mexicana?
JH: Pienso que hay un margen muy saludable. Lo que está como en el centro de la producción son obras muy relevantes. Me parece que en el centro hay mucha fuerza, obras muy contundentes, y en la periferia hay unas apuestas radicales. Y en medio, digamos, en ese territorio intermedio, hay una lucha epigonal, libros que no terminan de decidirse ni por la grandeza ni por el margen y que a veces reiteran muchos estándares políticamente correctos y es la zona más endeble de la literatura, es como leer una literatura que le apuesta mucho a la bondad, a cierto sentimentalismo y a ser políticamente relevante, aunque no sea literariamente relevante.
¿Qué es lo que te interesa de todas estas propuestas literarias?
JH: Hay un libro reciente de Byung-Chul Han sobre la crisis de la narrativa, y me parece muy interesante porque habla también de la crisis que tenemos como sociedad para narrarnos. Para mí la crítica es una forma de narrar un mundo, una realidad literaria. Yo no estoy en contra de los booktubers o lo que hacen en Instagram y las redes sociales donde reseñan libros, pero pienso que su ejercicio crítico no es narrativo, es informativo, no hay una experiencia de fondo. A mí lo que me interesa es, como lector, trazar una experiencia de fondo más que darle información a los lectores
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