Por Félix Cortés Camarillo
Chavela Vargas fue un impresionante personaje del siglo pasado en México y el mundo de habla hispana. Su estilo de vida, aficioes yconducta, digamos peculiares, y su voz portentosa y estlo único interpretando canciones mexicanas, cautivaron grandes grupos y personalidades tan trascendentes como Frida Kahlo y Pedro Almodóvar.
“La Chamana” había nacido en Costa Rica en 1919, pero vivió en México desde sus 14 años, y a los 17 adquirió ciudadanía mexicana, muriendo en Cuernavaca a la edad de 93. Cuestionada una vez sobre su nacionalidad, su respuesta se hizo icónica, aunque no todos la citan completa: “los mexicanos nacemos donde nos da nuestra chingada gana”.
No es tan sencillo. Aunque la cuestión sea añeja y hasta ahora ha tenido respuestas más o menos sensatas en dos vertientes y sus modalidades: ¿ a dónde pertenecemos?
Los conceptos fundamentales se denominan en latin ius saguinis y ius soli. Derecho de sangre y derecho de suelo.Principios del deecho romano.Uno obtiene la nacionalidad del país en el que nace, por derecho de suelo o por la nacionalidad de uno o ambos progenitores por derecho de sangre; eso es en lo básico.En la mayoría de los países de América, Europa y Asia se aplican ambos principios; a veces con algunas excepciones. Existe además la ciudadanía obtenida, que los países otorgan mediante sus propias leyes, a quienes residan en su territorio y lo soliciten.
Tal es el caso de México, pero solamente nos acordamos de este asunto cuando los señores dell futbol quieren que algún etranjer destacado juegue con la camiseta mexicana.
En los Estados Unidos, la emienda catorce de la Constitución establece que se es ciudadano de los Estados Unidos por el mero hecho de haber nacido en su territorio o ser hijo de ciudadanos nacido en cualquier lado: no siempre fue así. En la Constitución que firmaron Franklin y Wasington y Adams y los demás de los retratos en la Casa Blanca, solamente los blancos tenían el privilegio. Los esclavos no, hasta que se hicieron dos parches ulteriores.
Todo esto viene a cuento por la orden ejecutiva que el nuevo Presidente de los Estados Unidos ha emitido para acabar con ese privilegio, anulando la ciudadanía de los Esados Unidos en automático a todo ser nacido en su territorio, sin importar la condición de los padres. Donald Trump pretende que sean hijos de ciudadanos o legales residentes de los Estados Unidos.
Ciertamente, en Mexico ha existido desde hace años para los pudientes un cierto turismo de maternidad: mujeres a punto de parto, llegan de turistas a los Estados Unidos para dar a luz allá y tener el certificado de nacimiento que es de ciudadanía. Si las intenciones de Trump prosperan esto se acabará. Nada más que afectará a los mal documentados o indocumentados que allá viven, y que en la ciudadanía de sus hijos ven punto de partida para regularizar su condición migratora. Eso puede acabar.
No tan rápido, señor Trump. Su órden ejecutiva es contraria a la Constitución y habría que enmendar ésta, para que aquello, de acuerdo a ley, se cumpla. Por lo pronto, y de inmediato, los fiscales de 22 estados de los cincuenta de la Unión, lo mismo que sólidas instituciones de derechos humanos y civiles, han iniciado juicios en contra del Presidente y la medida.
En cualquiera de los casos, el proceso será muy largo, complicado y oneroso para los dos lados, y se espera que por la vía del agotamiento este ataque a los migrantes de todo el mundo, esos que dieron esqueleto a los Estados Unidos, no prospere. Pero eso es solamente, como tantas otras cosas, una esperanza.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no se puede entrar sin tapabocas): a ver, señora y señores de la transparencia: en esa primera y “muy buena y muy cordial” conversación entre Ramón De la Fuente y Marco Rubio, no nos dijeron más. Quedan pendientes cosas que decir: ¿quién llamó a quién? ¿cuánto tiempo duró la conversación? ¿qué temas concretos de migracion y seguridad se abordaron?¿en qué quedamos por fin?