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Las profecías de José Agustín: El culto al profeta subterráneo | Parte II

En la obra del autor de ‘Cerca del fuego’ hay una gran oración oculta, que busca alcanzar las estrellas como su destino, busca llegar al infinito y más allá, adonde nadie ha llegado jamás.

Por José Agustín Ramírez

Hace poco platicaba con mi hermano Jesús, doctor neuropsiquiatra y también autor de varios libros científicos excelentes, sobre los tipos de lectores (“y lectoras”, diría la Loreta de los Monthy Python), es decir las distintas clases de simpatizantes de la obra de José Agustín, muchos de los cuales le profesan una devoción al estilo de los héroes del rocanrol, y concluíamos que son al menos cinco: aquellos que lo siguen por su amor por la literatura, ávidos lectores de este y muchos otros autores (“o autoras”), que aprecian la calidad de sus letras, su aportación a la literatura, sus ensayos y filosofías, su trabajo impecable como narrador y artífice de una literatura brillante, innovadora e intensa.

Tenemos también aquellos que lo aman por su vena de periodista cultural, sus interminables artículos, muchos de ellos sobre libros y películas, pero la mayoría divulgando el buen rock nacional y del mundo, su cercanía con todo tipo de temas, con la gente común y corriente, su capacidad de compartir, como un buen amigo, sumamente carismático, que te rolaba grandes conocimientos y verdades, pero los platicaba con mucho humor y un estilo único, hablaba con todo aquel dispuesto a entender o disfrutar, incluso quienes solo lo veían en la televisión o escucharon en radio, o lo leyeron en periódicos y revistas, allí creo otra escuela, en esa faceta. Por otra parte, están quienes lo ven como un gurú de los sesentas, como un rocanrolero de las letras, como un rockstar de la literatura, como paragón del rock nacional, explorador de las drogas sicodélicas y generador de literatura muy caliente, casi pornográfica, son sus fans más contraculturales, los que lo siguen por estar en contra del sistema establecido y denunciar las falacias y tragicomedias de este maldito sistema corrupto.

Lo leen, lo ven y lo escuchan como música para sus oídos, es el mentor psicodélico de varias generaciones. En su rechazo a las injusticias sociales se hermanan con el siguiente grupo, el de los que lo admiran como un ente político, el divulgador de verdades sociales, que ayudó a destapar la cloaca del antiguo régimen y le dio estocadas decisivas en sus Tragicomedias 1, 2 y 3 y ensayos como La contracultura en México. Una figura pública clave del devenir político mexicano, lo ven como un faro de cordura y conciencia en las letras nacionales, que nunca se vendió a los privilegios, como hicieron otros encumbrados escritores e intelectuales, y que luchó siempre, desde su propia trinchera de letras independientes y libertarias, congruente, intrépido y con valor, por la transformación profunda de nuestro país, contribuyendo con estos libros esenciales para comprender la historia de la política, en el México antes y después del nuevo milenio.

En esta vena me cae en gracia que mi padre encandila y convence a políticos y partidarios de ambas tendencias, personajes de derecha, centro e izquierda se prendieron con sus libros y se les veía en sus presentaciones, tenían que convivir a regañadientes unos con otros, por su afición a su literatura; me recordaba como a un Gandalf, que tenía que sentar a elfos, enanos y humanos en la misma mesa, para pelear por causas comunes. Como decía Woody Allen, excitaba a personajes de ambas tendencias, o diferentes preferencias sexuales.

Portada de ‘Cerca del fuego’, de José Agustín. (Debolsillo)

Y finalmente están quienes se interesan en él como un ser espiritual, quienes buscamos secretos trascendentales en sus libros, supongo que yo soy uno de ellos. Desde luego hay quienes aprecian todas estas facetas, y otras que lo hacen un autor tan complejo, su capacidad de transformarse como un caleidoscopio, o un fractal. En Cerca del fuego es donde más exploró esta pulsión, una novela profundamente basada en sus sueños, una realidad aparte que él consideraba, por consejo de Jung, primordial para vislumbrar más allá del mundo conocido. Pero no tenemos tiempo ahora de analizar este libro con calma, pues como decían al final de Terminator: “Se acerca una tormenta”, o como solía decir mi jefe, citando a su maestro: “Una lluvia muy dura va a caer”, y debemos buscar refugio para la tempestad.

En este aspecto de su obra es donde se insertan sus obsesiones con la adivinación, con las visiones del futuro. Hay en su obra una gran oración oculta, que busca alcanzar las estrellas como su destino, busca llegar al infinito y más allá, adonde nadie ha llegado jamás, hasta la última verdad. Al escuchar al hijo de Tarkovski en Andrei Tarkovsky: A Cinema Prayer, el documental biográfico sobre la vida y obra de su padre, el gran cineasta ruso, decir que don Andrei era un hombre profundamente espiritual, comprendí que mi padre también lo era, y que, así mismo, este es uno de los aspectos menos estudiados en su obra, precisamente porque es un territorio desconocido para la mayoría de sus lectores, salvo algunas contadas excepciones, seguramente. Quienes vemos esta luz entre sus líneas, lo comprendemos como un autor aún más excepcional y sofisticado, un guía, para muchas almas como la mía, hacia los misterios de la creación y más allá de la muerte. Pero esta es otra historia, y deberá ser contada en otra ocasión, ahora no tenemos tiempo, el futuro se acerca como un alud, y apenas tenemos espacio en estos caracteres para advertirlo, para pregonar los diluvios e incendios que vienen, es más, que ya están aquí para muchos… Por hoy termino mi exposición, sobre los delirios precognitores y visiones futuristas de mi padre, cuyo espíritu ya ha derribado mi puerta con un fuerte vendaval, y está de pie frente a mí como una aparición espectral, escoltado por destellos de relámpagos, mil y un luciérnagas, nubes eléctricas y vientos huracanados; pero antes de que me lleve a volar sobre la noche en el mundo, quisiera enumerar, en el próximo capítulo, las que me parecen algunas de sus visiones más claras, ciertos temas más que pertinentes, en los que José Agustín acertó indiscutiblemente, en su ambición por ir más allá de sus tiempos y conocer los secretos del mañana…

Imagen portada: Archivo

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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