Por Efrén Vázquez Esquivel
Lo profundo exige la máscara”, dice un aforismo de Nietzsche. Por eso, la toga engaña y el fallo vence, pero muchas veces no convence. Sin embargo, la conducta atípica del juez en momentos de crisis del Poder Judicial que afecta sus privilegios, ni duda deja.
A lo antes expuesto, parodiando un dicho popular que coincide con el certero aforismo de Nietzsche, añado que en las ciencias sociales hay un largo debate “sobre si la verdad y la calidad de las instituciones de una sociedad determinada se conocen mejor en situaciones normales, de funcionamiento habitual, o en situaciones excepcionales, de crisis” (Boaventura de Sousa Santos).
El citado sociólogo del derecho, profesor jubilado de la Universidad de Coímbra, sostiene que ambos tipos de situaciones son inductores de conocimiento, pero que, sin duda, una situación de crisis institucional (por ejemplo, la que se vive en el Poder Judicial) permite estar al tanto de cosas que no se conocen en una situación de su “normal” funcionamiento.
Eso es lo que hemos estado viendo con la agudización de la crisis endémica de la justicia que padecemos. Jueces que aventaron la toga en San Lázaro para tirar patadas a la puerta, exigiendo que se les escuchara y se diera trámite a su proyecto alternativo de reforma, que irresponsablemente entregaron a destiempo; y, entre otros muchos disparates, jueces que se auto-otorgan suspensiones definitivas contra la reforma al Poder Judicial.
En lo que respecta a la deontología judicial (disciplina que estudia el deber ser de una determinada profesión, en este caso la profesión de juez), los jueces ya olvidaron, o tal vez algunos ni siquiera lo supieron, que el valor supremo del juez es la justicia.
No sé si haya excepciones. Lo que sí sé es que el apotegma socrático que reza: “Es preferible sufrir una injusticia que cometerla”, muchos jueces la entienden al revés: “Es preferible cometer una injusticia que sufrirla”. Claro, lo que ellos entienden por justicia, a saber, desviar recursos, recurriendo a la corrupción legal,a fin de crear fideicomisos para financiar sus privilegios.