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Por José Jaime Ruiz

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Si el pez por su boca muere, el escritor por su pluma. Inevitable la parodia a Enrique Krauze, quien aseguró, con razón, que la sociedad mexicana rechaza la integración del intelectual al poder: “Príncipes poetas, avatares del ciuaóatl, letrados de la corte, teólogos del dogma reaccionario, consejeros áulicos, gallos que quieren maiz –apapachos–, agarrados de las tripas, firmantes de pactos tácitos, becarios del presupuesto, embajadores de lujo, ministros sin (o con) cartera, viajeros de primera clase en ‘aviones de redilas’, tinterillos a sueldo, ideólogos, voceros, asiduos. La misión de los intelectuales orgánicos no fue la de criticar, fue la de aplaudir” (Tiempo contado, editorial Océano, p. 257).

Despojados del apapacho (Héctor Aguilar Camín) proclaman sus gañidos por los rincones. Su narratología carece de ironía, sarcasmo, ferocidad. Cuando fueron cooptados se sintieron consagrados. Su prostitución fue la venta o el alquiler de sus textos. Creyeron que cogobernaban, príncipes y princesas de la Comentocracia; canónicos del análisis político y social, sus canonjías los expulsaron del Canon. Su pensamiento débil, unidimensional, los convirtió no en comentócratas, apenas banalistas. Exacto, la banalidad estereotipada del vacío de significado (La sociedad transparente, Gianni Vattimo, Paidós).

La lista de los banalistas es larga, ex/tensa. Algunos dejaron de ser consejeros áulicos, como Krauze, Aguilar Camín y Jorge Castañeda; los voceros de Claudio X. González ahí siguen, como Denise Dresser y Jesús Silva Herzog-Márquez; tinterillos a sueldo como Sergio Sarmiento, Héctor de Mauleón, Salvador García Soto y Marco Levario; gallos y gallinas que quieren maiz, Carlos Pérez Ricart y Vanessa Romero; agarrados de las tripas como Pablo Maljuf; asiduos al neoliberalismo como Leo Zuckermann. Teólogos del dogma reaccionario, Raymundo Riva Palacio, Joaquín López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola, Carmen Aristegui… Banalidad estereotipada de los banalistas.

Heterodiegéticos, no sólo se encuentran fuera de la ficción que cuentan, también de la historia. “Desarrollar la teoría para no quedarse al margen de la vida”, expresó Lenin, los banalistas se quedaron al margen de la vida. Extraviados, la debilidad de su pensamiento los expone, los desnuda en su banalidad «analítica».

(José Jaime Ruiz: Escritor, poeta y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”)Manual del imperfecto políticoCaldo de buitre y El mensaje de los cuervosEs director fundador de la revista cultural PD. y de Posdata EditoresDirige el periódico digital www.lostubos.com.)

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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