Por Félix Cortés Camarillo
Se dijo aquí y se dijo a tiempo: la señora Presidente Sheinbaum, que no es la enclenque que muchos piensan, no vino a Nuevo León a la fiesta de los mílites, hoy miércoles en Cerralvo. Vino a Monterrey para poner en orden a las pandillas de aprendices de políticos, que tenían tres años sin hablarse, como novios peliados.
En un dos por tres, como decía papá, ahora resulta que los padrinos son los novios. Los irrenconciliables pagan porque los periódicos locales publiquen la foto de sus cuatro cabecillas -que no lo son- jurándose amor; desde luego, no eterno. Luego de un impasse de tres años entre el Congreso local que maneja una frágil alianza de corruptos priístas e incapaces panistas, y el imberbe y mentiroso gobernador, ahora sí nos ponemos de acuerdo porque viene la PresidentA. Ya tenemos presupuesto para gastar y procurador para que nos persiga.
E tutti felici e contenti.
A mí, no me disgusta que las cosas de mi estado salgan de un estúpido estancamiento enraizado en caprichos pueriles de políticos incompetentes. Lo que me parece muy lamentable es una práctica ya inveterada en el sistema político nacional: el hecho de que un juego ahorcado de dominó tenga que ser resuelto por la intervención del Centro. El ombligo del mundo, que decían los Aztecas. Por eso el Virreinato hizo arraigo en nuestras tierras y en la Ciudad de México.
Precisamente por eso, el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, con indiscutibles vínculos a la delincuenia que manda en México, es inamovible. Él es diariamenete ratificado cono virrey por la señora Presidente y toda su corte. Comenzado en el Senado y siguiendo en Gobernación.
Los mexicanos tenemos vocación umbilical.Y no sabemos cortarnos el cordón de esa dependencia.Pero esa realidad es lo más opuesto al concepto federalista que presumimos.
Se escribe, se supone y se asume, que México es desde 1917 una república federal compuesta por 31 estados “libres y soberanos”, además de una ciudad capital omnímoda; que esas entidades tienen sus propias constituciones, un Congreso local que representa a los ciudadanos y un gobernador electo por los votantes de ese estado, o Ciudad de México. No me voy a meter a los municipios y sus independientes gobernantes, para no hacer el ridículo.
En estos tiempos de la amenaza pelipintada en la Casa Blanca y sus desmanes autoritarios, en cruel ironía, la única esperanza del mundo amenazado está precisamente en la real estructura federal de los Estados Unidos. En donde los gobernadores sí gobiernan y los congresos locales si legislan y juntos hacen valer su autoridad. Desde luego, no en último lugar en su poder judicial, que a Donald Trump ya ha dado muestras de autoridad y de presencia, ante las barbaridades que el orate firma, y salen disparadas a cien por hora del salón oval de la Casa Blanca, con el aplauso de un multimillonario del espacio sideral y los autos eléctricos, que ejerce realmente como vicepresidente, con uno de sus hijos subido al pescuezo.
La independencias de los países iberoamericanos se forjaron en el siglo XIX en procesos largos bajo la influencia de la independencia (1776) de los Estados Unidos de América; así se llama aunque le queramos meter juicio a Google como doña Claudia. De alguna manera, desde la Nueva España buscando independencia de la Vieja, hasta la Patagonia, los países americanos siguieron el modelo que Alexis de Tocqueville en su análisis de América en aquel viejo y maravilloso siglo, entendió perfectamente en: el derecho del ciudadano a la soberanía en su ciudad, su condado y su estado.
Y de ahí el concepto de federación.
Esa es la raíz que no respetamos en México y que, en definitiva, es el obstáculo para la real democracia en nuestro país.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Putin y Trump siguen creyendo que son los dueños del Universo, y así quieren acabar la invasión de Ucrania en favor de Rusia. BRICS, que tiene a China como columna vertebral, les puede dar una sorpresa, con el apoyo de la Unión Europea. Por el lado que más duele, el del bolsillo.