Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Jimena Montemayor, cineasta: “Hay mujeres del alba en el mundo entero, resistiendo”

La cineasta ahonda en la película que narra las historias de las mujeres involucradas en el asalto guerrillero a un cuartel militar en Chihuahua, en 1965.

La cineasta Jimena Montemayor asume la historia como un legado, no sólo porque a lo largo de más de una década retomó trabajo de su padre para llevarlo a la pantalla, sino porque con su tercera película recoge voces y rostros de mujeres, adultas y niñas (hoy son ancianas), que también forjaron México; publica MILENIO.

Mujeres del alba (2023) se estrenó comercialmente el 20 de febrero pasado, apenas una semana antes de conmemorarse el 15 aniversario luctuoso del escritor y activista Carlos Montemayor (1947-2010), en cuyos libros Las armas del alba (Joaquín Mortiz, 2003) y, sobre todo, Las mujeres del alba (Grijalbo, 2010) se inspira para contar las historias de quienes también quedaron inmersas hace 60 años en el asalto guerrillero al cuartel militar en Madera, Chihuahua, invisibilizadas como sus protagonistas.

La también realizadora de En la sangre (2016) y Restos de viento (2017) asegura que fue mera coincidencia que su más reciente filme, cuya premier mundial se dio en Francia en Les Rencontres du Cinéma Latino Américain de Burdeos y en México en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en 2023, se proyecte actualmente en salas de Cineteca Nacional y comerciales a 15 años de la muerte de su padre y de la publicación de su novela, y a seis décadas del ataque suscitado el 23 de septiembre de 1965.

Aquel día, un grupo de 13 hombres, encabezados por el doctor Pablo Gómez Ramírez, Arturo Gámiz García y Salomón Gaytán, perpetraron un ataque contra el destacamento militar en la zona serrana chihuahuense en el que se encontraban 125 soldados, en lo que es considerado la primera acción armada de una guerrilla en la historia contemporánea de México, atribuida al Grupo Popular Guerrillero (GPG, izquierda), que se levantó en armas en contra de los despojos de tierra a campesinos.

Como ocurre en la magistral crónica La guerra no tiene rostro de mujer (1985), de la periodista y premio Nobel de Literatura 2015 Svetlana Alexievich, Montemayor se enfoca en recordar y documentar la participación de mujeres en ese acontecimiento histórico de México que dejó seis soldados y ocho guerrilleros muertos y diez militares heridos, y que desató una ola de represión gubernamental en el país.

Montemayor recupera las historias de Alma Gómez Talamantes (Shaula Ponce), Alma Caballero Talamantes (Berenice Mastretta), Herculana Adame (Catalina López), Luz María Gaytán (Valeria Torres), Montserrat Nayares (Myriam Bravo), Albertina (Chantal Frías) y Estela Quiñones, entre el coro de nueve mujeres y niñas en torno al cual giran la novela y filme y que representan a muchas más.

“Han sido alrededor de 10 años desde que escribí el primer argumento de la película y me acerqué a uno de los productores, Víctor Léycegui, para llevarla al cine. No llegué a la novela de mi padre con intenciones de adaptarla. Pero, conforme iba leyendo, y por las cosas políticas que estaban sucediendo en ese momento, sentí que era necesario hacer una película”, cuenta Jimena Montemayor en entrevista.

El proceso de la película pasó por pandemias, maternidades y dificultades de distribución y exhibición, hasta su estreno comercial en México, dos años después de sus premieres en Francia y Guadalajara.

La cineasta relata su propia investigación, no obstante haber tomado como base la novela Las mujeres del alba, que se publicó el año de la muerte de su padre, el 28 de febrero de 2010, en ese proceso de abordar un hecho histórico que pasó de la ficción del libro a la ficción de la película.

“Tuve acceso a los testimonios originales de la investigación de mi padre, que les hizo a algunas de las mujeres. Y también pude entrevistar a muchas de ellas, conocerlas en persona, preguntarles cosas que yo buscaba que no estaban en la novela ni en los testimonios. Eso fue en la parte de la escritura (del guion). Y, para llevar a esas mujeres a la pantalla, en los casos que se podía porque había registro fotográfico, era tratar de que (las actrices que las interpretaron) tuvieran sus características o atributos, también, para lograr que los personajes, las personajas, fueran visualmente diferentes para no confundir al espectador, que las identificara a todas, porque es una película coral e igual hay cambios de tiempo”.

¿Tuvo la tentación de hacer un documental, al realizar una investigación propia?

Siempre tuve claro que era una ficción, que no me interesaba entrar en los terrenos del documental. Siempre tuve esa claridad de que había que reinterpretar a estos personajes. No siento que la película llegue a cruzar los límites del documental.

Conocía de primera mano las historias por su padre y por su novela. Al conocer a estas mujeres más de medio siglo después del acontecimiento que cambió sus vidas ¿qué le impresionó?

Su fortaleza; una energía y una convicción admirables a las que no estoy acostumbrada o no estaba acostumbrada a ver. La semana pasada presenté la película en Chihuahua. Y subieron conmigo al conversatorio posterior hijos del maestro Pablo Gómez. Era increíble escucharlos, las herencias que tienen de lucha, de convicción. Haber conocido a estas mujeres sin realmente saber quiénes eran, ya había causado un impacto en mí; luego, al darme cuenta de quiénes eran al leer la novela y ver que el libro tenía sus particularidades para llevarlo a la pantalla. Sí, el haberlas conocido fue un gran aliciente.

No sólo fueron mujeres, hubo niñas. ¿Cómo trabajó con ellas para retratarlas en el filme?

Hice antes Restos de viento, una película sobre el duelo, en la que dos de los personajes principales eran un niño de 7 años y una niña de 9. Así que ya había tenido esta experiencia y aprendizaje con niños y temas complicados, que me permitieron llegar a Mujeres del alba con más herramientas para proteger a las niñas de la ficción. La otra cosa es que ellas sabían que estaban interpretando a unas niñas reales a las que les había sucedido lo que se narra en la película. En el caso de la actriz Shaula Ponce, que interpreta a Almita (hija de Pablo Gómez), para ella, ponerse todo el tiempo en los zapatos de Almita le generaba un poco tener que mirar su propia historia y su privilegio, como decir: “Guau, no puede ser que esto le pasó a esta niña”. Sí, era complicado en el rodaje de pronto tener escenas tan tensas, hacer una escena difícil y enseguida otra difícil. Había pocos momentos de paz. Pero, sí, ellas tenían muy claro que estaban trabajando en el terreno de la ficción, que no les estaba pasando a ellas.

Dice que Mujeres del alba es una película coral. Y en todo coro hay silencios. Una niña, la hija de Salomón Gaytán, Luz, casi nunca habla, sólo atestigua. ¿Qué simboliza para usted su silencio?

Luz fue una de las personas que más nos ayudó en el trabajo de verosimilitud: cómo eran las cabañas, qué comían… Junté a la actriz niña que la interpreta, Valeria Torres, y a Myriam Bravo, que hace a su madre (Montserrat Nayares), con Luz María, para que la conocieran y le preguntaran cosas para ayudar a sus personajes. Luz María tiene una memoria muy vívida y todos los recuerdos de que, al ser entonces niños, podían inmiscuirse, entrar a todos lados, pero, al mismo tiempo, no tenían mucha acción en lo que sucedía. Era ser un testigo en sí, ser como una miniespía; en esa época y en esas circunstancias los niños son testigos, viven los acontecimientos, pero no tienen mucha más agencia.

El silencio es también un testigo en Mujeres del alba.

Me sucedió ahorita que tuvimos las proyecciones en Chihuahua, que uno de los espectadores había sido un niño en Madera cuando sucedió todo. Y me dijo: “Oye, la escena cuando están enterrando a los cuerpos (de los guerrilleros) y sale un niño acompañando a la personaje principal, éramos muchos niños, no sólo dos. Éramos muchos niños los que estuvimos ahí, nos tocó ver cuando los soldados les dieron muchas vueltas a los cadáveres por todo el pueblo”. Me dijo cosas como que la escena de la sangre así fue, o esta otra situación fue mucho más larga; que a los cuerpos los aventaron, no fueron tan cuidadosos (los soldados). Contaba: “Vimos estos helicópteros, estos aviones… Todos los niños en Madera sufríamos este mismo miedo aunque no estuviéramos involucrados en la guerrilla”, me dijo.

El peso que cargaron esas niñas fue aún más brutal. Menciona al final del filme que varias de ellas fueron activistas, buscadoras de familiares desaparecidos, el resto de sus vidas. Se quedaron como suspendidas en esa historia que vivieron de niñas, eso es algo más brutal. ¿No le parece irónico que ahora ellas tengan que ser protagonistas para contar esta historia, que no se olvide?

No siento que haya ironía. Siento que es como el legado que les tocó. Cuando atraviesas estas situaciones, o te rompen o te vuelven fuertísimas. Tienen un nivel de resiliencia brutal, pero no siento que sea irónico. Si este evento marcó por completo sus vidas y les dio un empuje y unos deseos de justicia y de lucha y de resistencia, es como muy congruente con lo que vivieron.

¿Es lo mismo que le pasó a usted? ¿Fue ese legado que le dejó su padre?

En ese sentido, sí. Hay una parte de llevar esta historia a la pantalla que tiene que ver con el legado mío y con el legado de estos niños y niñas, de estos hijos e hijas de guerrilleros, que al final muchos eran muy jóvenes, realmente sólo había dos guerrilleros que tenían familia en esa época. Pero, sí, sí, totalmente es lo mismo. Es como hacerle un homenaje al legado de ellas y a mi propio legado.

Fotograma de de ‘Mujeres del alba’. (Cortesía)

Hasta hace pocos años, el asalto al cuartel de Madera era juzgado negativamente en el discurso oficial, se condenaba. Hoy, en el sitio del gobierno de México se le reivindica como hecho de lucha ¿Cómo valora este cambio radical en la percepción de este acontecimiento y sus protagonistas?

Tal vez hay una parte de mí que es poco objetiva, porque crecí teniendo conocimiento sobre la guerrilla desde muy chica. Yo normalicé, tal vez, o entendía el movimiento guerrillero desde muy pequeña. Y, conforme fui creciendo y leyendo y sabiendo más de cómo se fue transformando la guerrilla, siento que hasta que no se mueran todos los que se tienen que morir, no se va a destapar todo lo que sucedió en la guerra sucia. ¿Cuándo se abrirá? ¿Cuándo se va a saber? Espero que en algunos años podamos tener mayor acceso a la verdad de lo que sucedió. Hasta que no cayó el PRI, de unos 15 años para acá, ha habido muchos más documentales para rescatar la memoria de qué pasó con estos chicos, qué pasó después del ataque a Madera, que sí es un acontecimiento un poco desconocido. Hace falta todavía tiempo para saber más, para tener acceso a la verdad de muchas cosas que pasaron en la guerrilla en los 70 y cómo al mismo tiempo ha venido mutando, incluso hasta llegar al EZLN.

Cuando hace 15 años se publicó la novela y usted después empezó a concebir su filme, ¿se imaginó posible rodar la escena donde soldados arrojan cadáveres de guerrilleros en el pueblo?

Cuando leí la novela me dije que había una parte que se podía levantar en la película porque hay mucho que sucede dentro (en interiores) y pocos momentos en que se señala al Ejército. Eso como que ayudaba, como que la guerrilla sucedía dentro de las habitaciones, lo hacía como menos vistoso. Hay una parte de cómo está narrada la historia, que pasa desapercibida para ciertas miradas. Sin duda, los cambios de gobierno han hecho que sí se puedan tocar ciertos temas y señalar a ciertas instituciones. Definitivamente, no creo que hace 15 años se hubiera podido hacer; bueno, 15 tal vez sí, pero en el otro régimen difícilmente se hubiera podido hacer esta película. Como está tratada la película, como que ha logrado pasar varios filtros para bien y para mal. La labor de las mujeres en los movimientos guerrilleros o en ciertos momentos políticos está tan invisibilizada que, para bien y para mal, Mujeres del alba pasó desapercibida en varios momentos en que se pudo haber bloqueado.

¿Quiénes son para usted ahora las mujeres del alba?

Están mis mujeres del alba, las historias de estas mujeres, las mujeres que me prestaron sus historias. Pero, hay mujeres del alba en toda la República Mexicana y en el mundo entero, resistiendo.

¿Quién es Jimena Montemayor después de las mujeres del alba?

Una directora, guionista o artista satisfecha. Si bien empecé haciendo esta película con una idea, es la película que más ha mutado: de la guerrilla a la maternidad, a hablar del ecofeminismo, de la memoria. Me ha enseñado mucho, no sólo en su elaboración; también he podido mirarla en distintos ángulos y cada uno me ha dado un poquito más.

Ha mencionado que con Mujeres del alba cumplió una promesa a su padre. ¿Qué deuda tiene México con estas mujeres del alba?

La deuda de empezar a mirarlas, escucharlas, visibilizarlas, voltear a verlas, darles el lugar que corresponde a la labor que ellas hacen.

Imagen portada: Cortesía / MILENIO

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

Etiquetas:

Compartir:

Autor: lostubos
Ver Más