En el libro ‘Pinceles de luz y sombra y un escultor’, Carlos Landeros reúne sus entrevistas con algunos de los artistas más relevantes del siglo XX, entre ellos “La maga del surrealismo”.
Por Alma Gelover
Pinceles de luz y sombra y un escultor (Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2024) es un libro de entrevistas de Carlos Landeros, quien con este título y con Los irrepetibles. Escritores que dejaron huella (Ediciones del Lirio, 2023) ha celebrado sesenta años de ejercer el periodismo cultural en México; publica MILENIO.
El volumen reúne conversaciones, entre otros, con Rufino Tamayo, Henry Moore, Fernando Botero, Pedro y Rafael Coronel, Roberto Matta, Francisco Toledo, Juan Soriano, José Luis Cuevas, Rodolfo Morales, Francisco Corzas y Leonora Carrington.
Todas las entrevistas son interesantes, amenas y aun divertidas, como esta con Carrington, publicada el 13 de febrero de 1966 en Excélsior, que glosamos a manera de ejemplo.
El encuentro es en la casa de la pintora, en la colonia Roma. Ella dice que comenzó a pintar desde niña en Inglaterra, que en un libro de Herbert Read descubrió el surrealismo, corriente con la cual se sintió identificada. Landeros le pregunta sobre su rebeldía y sobre los dogmas. “Estoy en contra de todo lo dogmático —responde—. Me parece que el dogma ahoga la vida de la imaginación. El dogma para mí es una cosa muerta”.
Al abordar específicamente la pintura, el reportero le dice si es un arte para minorías y ella contesta: “Eso depende la época; había cosas en tiempos de los etruscos, que yo no sé si era arte popular, pero ¡es maravilloso!, o el de los egipcios, no sé si era arte para minorías, ¿era o no? La cantidad es problema de ellos, no del artista, porque en el momento en que el artista lo considere suyo ya no es artista, ya es político”.
Hablan de la escuela mexicana de pintura, de José Luis Cuevas, del elevado precio de las obras de Leonora. Carlos Landeros la cuestiona sobre si la apreciación del arte requiere de cierto grado de cultura o puede existir incluso entre “la masa”. Ella le dice: “Yo creo que la apreciación es individual y que no es cuestión de niveles sociales. He encontrado millonarios que son verdaderos imbéciles. Sin embargo, la empleada doméstica que tengo, por ejemplo, me puede decir cosas muy ciertas sobre mis pinturas; entonces, ¿cuál es la masa? Esta es una palabra abstracta que aniquila al individuo”.

Landeros insiste sobre si la cultura es necesaria para apreciar mejor una obra de arte. Fumando constantemente, disfrutando su té inglés, Leonora lo escucha y responde: “Para conocer el Derecho Romano o la Enciclopedia Británica tal vez sí se requiera la erudición, pero yo creo que en relación con la música y la pintura lo único que se requiere es tener sensibilidad; para mí esta es la que cuenta. Y para mí, la gente nace o no con sensibilidad”.
Su amiga Remedios Varo (“siempre la consideré una excelente artista”), Dalí (“me parece que ahora hace una especie de combinación intelectual que no es muy feliz”), el desarrollo de la ciencia y la técnica, son otros temas que se abordan durante la entrevista. Landeros le pregunta sobre la evolución del arte y ella dice: “Creo que la evolución del arte depende totalmente de la libertad del individuo, de que no lo fuercen a hacer propaganda ni publicidad”.
—Cómo mujer, ¿usted se siente satisfecha? —inquiere el periodista. Ella responde sorprendida: “¿Cómo mujer? ¿Usted está separando la mujer de la artista?
Él reformula: “¿entonces, como mujer y como artista?
“Yo creo que las satisfacciones son siempre pasajeras, ¡porque he tenido muchas! Sin embargo, no estoy definitivamente satisfecha porque estoy buscando todavía la piedra filosofal”.
Entre otras cosas, abordan el psicoanálisis. Ella se declara seguidora de Freud, él le expone las teorías de Fromm, en las que él sexo deja de tener un rol preponderante, ella las rechaza y él le pregunta: “¿Entonces, para usted todo depende del sexo?”
La respuesta no deja lugar a dudas sobre su irremediable humor británico: “Quizá haya otro medio de producir la vida, pero yo no lo conozco; sin el sexo yo considero que no existe nada, ni el arte. Hay que preguntarle a Fromm si hay otro medio para producir los nacimientos. Yo conozco únicamente el old fashion method”.
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