Era 1941, y el mundo estaba envuelto en sombras de sospechas y espionaje. Fue en aquel año que Mathilde Schaefer, talentosa artista, emprendió un viaje a México, país que para ese entonces mantenía su neutralidad frente a la escalada de la Segunda Guerra Mundial; publica MILENIO.
Schaefer, quien vivía en Estados Unidos, había cruzado la frontera con el fin de visitar a una de sus amigas más cercanas, Hilde Krüger actriz alemana que se había mudado a territorio mexicano, hacía un par de años. Para ese entonces Krüger ya había cultivado popularidad en su nuevo hogar, no sólo por su talento sino también por los rumores que la rodeaban.
El viaje habría pasado sin más para la artista de no ser porque al regresar a Estados Unidos, fue detenida en la frontera de El Paso por agentes del FBI. Aunque no había pruebas concluyentes, se sospechaba que Schaefer trabajaba para Gestapo.
Un informante afirmó que Mathilde había cruzado la frontera con dos vestidos que Hilde Krüger le había confiado, piezas cosidas con delicados patrones, entre los que, según las alegaciones, se ocultaban códigos secretos. Sin embargo, y como explica la profesora Tabea Linhard, autora del libro Agent´s Secrets, las pruebas nunca aparecieron.
La historia es una de las múltiples piezas que conforman la historia de las mujeres dentro del espionaje en México, un red de anécdotas que se hilan entre la realidad, la ficción, contradicciones y rebeldía.

María Medrano de Hasekawa, la espía mexicana que desafío a Huerta
Los nombres de las mujeres y su papel en la historia de México fueron borrados por mucho tiempo. Sin embargo, algunos de los momentos cruciales estuvieron marcados por las labores de inteligencia lideradas por mujeres.
En los turbulentos años de la Revolución Mexicana, una mujer destacó: María Medrano de Hasekawa, quien trabajaba en El Paso, Texas, bajo las órdenes de Silvestre Terrazas, periodista y secretario de Gobierno de Chihuahua.
Desde la etapa constitucionalista, cuando Carranza y Villa aún eran aliados, María ya se había convertido en pieza clave. Tras el rompimiento entre los dos líderes, las actividades de la agente adquirieron un matiz más peligroso.
Su trabajo estaba enfocado en espiar y denunciar a quienes conspiraban contra los constitucionalistas: reportó a personas en El Paso y Ciudad Juárez que trabajaban o eran reclutados por los enemigos.
En octubre de 1914, desenmascaró una red de falsificadores de moneda y a mujeres mexicanas que cruzaban la frontera para llevar información a las filas huertistas y orozquistas.
Su papel no se limitó al de una mensajera; María llegó a vigilar las casas de los enemigos, se infiltró entre empleados de migración, obtuvo salvoconductos para personas que querían regresar de El Paso a Ciudad Juárez y consiguió ganarse la confianza de detectives y agentes americanos, como cuenta la historiadora Victoria Lerner en su texto Espías mexicanos en Norte América (1914 and 1915).

El ojo de María era agudo, no dejaba pasar ningún detalle, incluso en 1914 reportó un embarque de cajas misteriosas, mismas que salieron rumbo a un rancho ubicado en el condado de Santa Ana, cerca de Las Cruces.
Como ella, existieron muchas otras, de acuerdo con la investigación de Lenner, se sabe que entre 1916 y 1917, diversas mujeres, distribuidas de forma estratégica en diferentes ciudades y poblados de Estados Unidos —como Alburquerque, Nuevo México, Presidio y Texas— fungieron como espías de alguna facción.
En 1916, por ejemplo, la esposa de Hipólito Villa, Mabel Silva, fue seguida por los agentes del FBI luego de que regresara de Cuba (país al que habían sido deportados muchos villistas) y se dirigiera a El Paso. Se presumía que se le había asignado una misión muy importante, aunque, hasta hoy día, sigue siendo un misterio.

Hilde Krüger, la espía nazi que hizo carrera en México
La historia de Hilde se divide en tres naciones: México, Alemania y Estados Unidos. La actriz no solo estuvo bajo los reflectores de los sets de grabación alemanes, sino también en los del FBI, agencia que creó a su nombre un expediente de más de 800 páginas.
Los historiadores aseguran que la artista posiblemente sirvió en la Abwehr (la agencia de inteligencia nazi). Espió tanto a Estados Unidos como a México antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
Joseph Goebbels, el temido ministro de propaganda de Adolf Hitler, le prometió que la ayudaría a convertirse en estrella a cambio de sus servicios.
Fue así como llegó a territorio mexicano en febrero de 1941, su objetivo: ganarse la confianza de importantes miembros del gabinete del presidente Manuel Ávila Camacho, como narra Juan Alberto Cedillo en su investigación Hilda Krüger: vida y obra de una espía nazi en México.
A lo largo de su investigación, Cedillo descubrió que Hilde (o Hilda, como la conocían en México) tuvo un rol significativo en los planes del Reich: la espía consiguiendo mercurio, información militar de Estados Unidos y fue la llave para acceder a recursos energéticos y minerales mexicanos.

Las mujeres en el espionaje
Más allá de heroínas o villanas, el papel de las mujeres en el espionaje dibuja su complejidad, las dimensiona en su respectivo tiempo y rompe los moldes convencionales.
En una entrevista para la Universidad de Washington, Tabea Linhard, asegura que algunas de las espías que documentó eran consideradas poco inteligentes, “el hecho de que se les subestimara les otorgaba una especie de superpoder”, asegura.
Sin embargo, y como detalla, del otro lado de la historia se encuentran las mujeres acusadas de espionaje “porque su mera presencia desafiaba las reglas y normas de género”, lo que en algunas ocasiones llegaba a tener graves consecuencias para su sustento, su libertad e incluso sus vidas.
Cuando el espionaje se volvió un arma en contra de las mujeres
Las mujeres también experimentaron la otra cara del espionaje, desde la cual, fueron vigiladas. De acuerdo con documentos resguardados por el Archivo General de la Nación y consultados por el periodista Ricardo Balderas, a lo largo de los años, los grupos feministas en México han sido espiados.
Las labores de espionaje en el país comenzaron a intensificarse durante la segunda mitad del siglo XX, especialmente en las décadas de 1960 y 1970. En este periodo, el gobierno mexicano, a través de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), vigilaba de cerca a movimientos sociales, estudiantiles y feministas, considerándolos potenciales amenazas en el marco de la Guerra Sucia.

El auge del feminismo en los años 70, con la formación de grupos como el Movimiento de Liberación de la Mujer, atrajo la atención de las autoridades, mismas que comenzaron a infiltrar agentes en reuniones y actividades feministas.
Fue en este periodo que se formaron instituciones como la Brigada Blanca, responsable de la tortura, desaparición y asesinato de hombres y mujeres que se manifestaban en contra del gobierno, especialmente de aquellas que pertenecían a la Liga Comunista 23 de Septiembre.
De acuerdo con información pública del Archivo General de la Nación, la brigada llegó a utilizar métodos brutales contra sus víctimas, que iban desde golpizas brutales, hasta toques eléctricos.
Según datos oficiales, llegaron a dejar a las personas maniatadas, vendadas, sin agua ni alimento por varios días. También aplicaron métodos de tortura como colgar a la gente de pulgares o de las manos.
Imagen portada: INAH / MILENIO