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Por Félix Cortés Camarillo

Hubo un tiempo, decía mi queridísimo maestro Jan Rak, que sujetaba hacia arriba el pitillo de tabaco negro que le teñía sus dientes y le llevó a su muerte, mientras nos enseñaba en la universidad a leer, en que la política era el más noble de los oficios humanos.

Desde luego, él hablaba de la antigua Grecia, que estableció cuatro pilotes de gobierno: kyrión, soberanía, nomoi, la ley, politea, constitución, y democracia, el mando del pueblo. Que en soberana combinación acabaron demostrando su falsedad. De manera especial, la última.

Desde que hemos entrado a pretender que entendemos la historia, ese registro de mentiras pasadas que fundamentan nuestro ser actual, nuestros gobernantes se empeñan en justificar su poder con apotegmas. En eso se ha convertido la política, que si mi wikipedia personal no es pendeja, quiere decir hacerse cargo de la res publica, los asuntos de todos.

Los seres humanos, ávidos de poder, nos hemos encargado de enlodar el noble oficio y el público empeño. Hemos convertido lo que era vocación y compromiso en herramieta y ascensor en pos del poder. Un sube y baja que acaba por cobrar lo que antes dio.

PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): ¿Deberáse interpretar el estúpido desdén de los picudos de Andrés Manuel el domingo en el zócalo capitalino al darle la espalda a doña Claudia en su acto de apoteósis, como un destape de Andy López Beltrán -dueño de Morena- a la sucesión presidencial tan anticipada?

felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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