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Gobernación del Mundo para el Futuro

Por Carlos Chavarría garza

Casi todos los imperios y feudos desarrollan sus modos de ejercer el poder sin destruirse a sí mismos y todos acaban por derrumbarse debido a su inestabilidad intrínseca, originada en la ausencia de un consenso real hacia su interior, así como por la irracionalidad que le imprimen a su gobernación siempre regresiva, que solo busca sostener a través de la fuerza el estado degradante de las cosas.

Es insano lo que el movimiento MAGA le hace al mundo. Tratar de cambiar el estado del mundo para beneficio de un solo país por medio de proclamas amenazantes es insano, es insano cuando más de la mitad de la humanidad viven en la pobreza y viven al día y la hora, y las clases medias del mundo se la pasan trabajando para “el sistema”, parafraseando a Voltaire: “inspirados en el cándido optimismo de que al final vivimos en el mejor de los mundos posibles y todo mejorara por obra de los gobiernos”.

La historia nos enseña que el auge y la caída de imperios no son fenómenos nuevos. El ascenso de Roma a la dominación global, iniciado en el siglo II a.C., se prolongó durante casi quinientos años, hasta su eventual derrumbe en los siglos centrales del primer milenio.

A pesar de la distancia temporal, la experiencia romana ofrece valiosas lecciones para comprender el presente. Podemos hacer el ejercicio de  analizar el Imperio romano y su legado para reinterpretar la evolución histórica y la situación actual de Occidente.

Si bien la idea de extraer enseñanzas del destino de Roma y otros imperios no es novedosa, los análisis previos han tendido a ofrecer una perspectiva excesivamente pro-occidental.

Edward Gibbon, sin saberlo miembro de MAGA, representa el talante que esta desplegando Trump y otros políticos de los EEUU y del mundo. Fue uno de los primeros pensadores que se movió en la dirección de estudiar el fenómeno evolutivo romano. En su obra «Decadencia y caída del Imperio romano», atribuyó el declive romano a una lenta erosión interna, resultado de la incapacidad para resistir a una amalgama de cristianos y pueblos bárbaros que habían prosperado dentro de sus fronteras.[https://www.suneo.mx/literatura/subidas/Edward%20Gibbon%20Historia%20de%20la%20Decadencia%20y%20Caída%20del%20Imperio%20Romano%20I.pdf]. ¿Dónde hemos escuchado eso con insistencia en la actualidad?.

La visión de Gibbon, que atribuye a Roma la responsabilidad de su propio destino, sigue vigente. Su corolario evidente, es que la clave para evitar el declive imperial reside en el control fronterizo, la exclusión de «extranjeros», la reafirmación de los valores tradicionales, el nacionalismo y la revisión de los acuerdos comerciales.

No obstante, la perspectiva de Gibbon, enfocada en la invasión bárbara y la decadencia interna, debe contextualizarse. Publicó su obra en 1776, coincidiéndo con la independencia estadounidense. Además, las visiones de la historia romana han evolucionado en los dos siglos y medio transcurridos, ofreciendo una perspectiva distinta sobre el presente de Occidente y su probable futuro.

La realidad es que no existe nada parecido a la quimera de un gobierno mundial y las pocas instituciones para debatir, creadas al término de la segunda gran guerra y bajo propuesta de los países vencedores encabezados por los EEUU, hoy están siendo dinamitadas por sus diseñadores, para regresar a las mismas circunstancias que le dieron origen al conflicto armado citado.

Ya existía la sociedad de naciones y Alemania mostro su inconformidad con el Tratado de Versalles que dio fin a la primera gran guerra pero de manera injusta al decir del perdedor.

Hitler y Stalin firmaron un pacto de no agresión que incluía repartirse Polonia entre ambos. Inglaterra también firma un acuerdo de “paz” con Alemania y se creía con eso protegido de la guerra de agresión que ya se veía venir. Cualquier parecido con Trump y Putin repartiéndose Ucrania y velando armas al mismo tiempo, así como la exaltación de la comunidad europea para rearmarse son solo coincidencias del análisis. No hay nada más circunstancial que el poder como lo conocemos.

Qué posibilidad tenemos de que se construya una gobernanza global que acabe con el desbarajuste moral y con el gran negocio que es la guerra?. La idea de un gobierno mundial, una entidad supranacional que rija los destinos de la humanidad, ha sido objeto de fascinación y controversia a lo largo de la historia.

Desde las utopías de la antigüedad hasta los debates contemporáneos sobre la gobernanza global, esta noción ha suscitado tanto fervientes adhesiones como vehementes rechazos. Si bien la materialización de un gobierno mundial unificado parece una perspectiva lejana, el análisis de sus posibilidades y desafíos resulta crucial en un mundo cada vez más interconectado.

Uno de los principales obstáculos para la creación de un gobierno mundial radica en la arraigada noción de soberanía nacional. Los estados-nación, celosos de su autonomía, se resisten a ceder poder a una entidad supranacional que pueda limitar su capacidad de acción. Esta resistencia se ve exacerbada por la diversidad cultural y política que caracteriza al planeta. La multiplicidad de valores, creencias y sistemas políticos dificulta la búsqueda de un consenso global sobre los principios y estructuras de un gobierno mundial.

Además, las profundas desigualdades económicas que persisten entre los países podrían generar tensiones y conflictos en el seno de un gobierno mundial. Las naciones más ricas podrían buscar imponer sus intereses, mientras que las más pobres podrían sentirse marginadas y explotadas. Asimismo, el auge del nacionalismo y el populismo en diversas partes del mundo representa un desafío adicional. Estos movimientos, que promueven la identidad nacional y la oposición a la globalización, dificultan la cooperación internacional y la construcción de instituciones supranacionales que sean respetadas.

Sin embargo, existen tendencias y desafíos globales que podrían impulsar la creación de un gobierno mundial o, al menos, una mayor cooperación internacional. La globalización, con su creciente interdependencia económica, social y cultural, ha generado la necesidad de una gobernanza global para abordar problemas que trascienden las fronteras nacionales. El cambio climático, las pandemias y la proliferación nuclear son ejemplos de desafíos que requieren soluciones globales y una acción coordinada.

Los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial y la comunicación instantánea, podrían facilitar la coordinación y la toma de decisiones a nivel global. Asimismo, el fortalecimiento de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas podría sentar las bases para una mayor gobernanza global. En lugar de un gobierno mundial unificado, podríamos presenciar una mayor cooperación entre estados a través de organizaciones internacionales y acuerdos multilaterales. También podríamos ver la creación de entidades globales efectivas para abordar temas específicos, como el cambio climático o la salud pública.

No obstante, es fundamental reconocer que un gobierno mundial podría tener tanto ventajas como desventajas. Si bien podría ser más eficiente para abordar desafíos globales y comunes, también podría generar preocupaciones sobre la concentración de poder y la pérdida de diversidad cultural. La creación de un gobierno mundial requeriría un amplio consenso global y un compromiso con la cooperación internacional. Solo atestiguemos lo que ocurrido con US-Aid.

Es absurdo que la verdad, la ética y la moral solo se revaloricen cuando se trata de intereses de las grandes potencias. Estos tres pilares del humanismo se aprenden desde las familias, se consolidan e internalizan en la educación  y se olvidan por la gobernanza  y sus antivalores.

Por nuestra fuerza evolutiva como especie, que nos impulsa a persistir, no tenemos derecho al pesimismo y propalar ansiedades colectivas, por el contrario no es con nostalgias que se habrá de mejorar el estado de las cosas, sino precisamente deshacernos de los lastres del pasado que hoy son tan apreciados por los falsos líderes y agentes sociales.

Si bien un gobierno mundial unificado parece improbable en el futuro cercano, la creciente interdependencia global y los desafíos transnacionales podrían impulsar una mayor cooperación y gobernanza global. El debate sobre esta cuestión debe continuar, considerando tanto los beneficios potenciales como los riesgos inherentes, con el objetivo de construir un futuro más justo, seguro y sostenible para toda la humanidad.

“…todo sucede para bien en el mejor de todos los mundos posibles” (paráfrasis del Cándido, 1759, de Voltaire). Voltaire utiliza la sátira, la ironía y el humor negro para exponer sus críticas. La novela está llena de situaciones absurdas y personajes caricaturescos. A pesar del tono humorístico, la novela aborda temas serios y profundos.

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría garza

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Autor: lostubos
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