Este 21 de marzo se cumplen 19 años de la creación de la red social X, antes conocida como Twitter. Esta plataforma, que actualmente cuenta con más de 500 millones de usuarios a nivel mundial, ha experimentado una serie de cambios no sólo a nivel técnico, sino también en los mensajes políticos que se esparcen a través de ella, en especial después de que el multimillonario Elon Musk la compró en 2022; publica SPR.
Regresemos al inicio: Twitter fue creado en 2006 por el estadounidense Jack Dorsey y tomó popularidad en 2007, año en el que fue presentada en el festival South by Southwest. Sin embargo, fue hasta 2010 que esta herramienta de microblogging cobró fama mundial, en parte debido a que comenzó a recibir publicidad a través de “tuits pagados”.
Mientras tanto, del otro lado del globo, iniciaron una serie de protestas conocidas como “la primavera árabe”. El origen de este fenómeno sucedió el 17 de diciembre de 2010, cuando el vendedor ambulante Mohammed Bouazizi se inmoló prendiéndose fuego en el centro de Túnez, para manifestarse en contra de la pobreza y los abusos policiales. Este acto desató una ola de protestas a lo largo de todo el país.
El hartazgo se extendió a otros países árabes, como Egipto, Siria, Libia y Yemen, en donde miles de personas encabezaron revueltas contra sus gobernantes entre 2010 y 2012. Lo que estas movilizaciones tuvieron en común, además de la exigencia de mejores condiciones de vida, fue el uso de redes sociales para organizarse y extender su mensaje, en el contexto de la incipiente globalización. Tanto es así, que el 28 de enero de 2011, el gobierno egipcio cortó completamente el acceso a internet, como una forma de evitar que los manifestantes se organizaran a través de dichas plataformas.
Así, Twitter nació en medio de una revolución digital que transformó para siempre la interacción social, dándole a la ciudadanía la oportunidad de comunicarse de manera inmediata y masiva, al margen de los medios tradicionales. En por ello que internet, en general, fue visto en sus inicios como un espacio de libertad, por su forma innovadora de conectar personas, así como sus aún rudimentarias regulaciones.
Fue en 2017 que se desató la que es, probablemente, la revolución más grande gestada en Twitter. Se trató del movimiento Me Too, a través del cual millones de mujeres alrededor del mundo denunciaron casos de violencia sexual. Todo comenzó con un tuit de la actriz estadounidense Alyssa Milano, que decía “si has sido acosada o abusada sexualmente, responde a este tuit con un “Me too””, es decir, “yo también” en inglés.
Un año después, Pew Research Center estimó que el hashtag #MeToo había sido utilizado en Twitter más de 19 millones de veces, lo que puso a la violencia sexual como uno de los temas centrales en el debate público a nivel mundial. Si bien el caso más mediático fue el del director de cine Harvey Weinstein, señalado por alrededor de 80 mujeres como un agresor sexual, también resonaron los nombres de otras figuras públicas, como Kevin Spacey, Roman Polanski y Woody Allen.
Si el Me Too usó Twitter para abrir una caja de pandora sobre los abusos cometidos por hombres en posiciones de poder, lo que hizo Elon Musk con su llegada a la cabeza de la compañía fue cerrar la posibilidad de que algo así vuelva a ocurrir. En octubre de 2022, Elon Musk adquirió Twitter en un monto de 400 mil millones de dólares, una compra que hizo pública tuiteando “el pájaro se ha liberado”.
Musk, dueño de SpaceX y Tesla, es una persona abiertamente conservadora, al punto de que actualmente es parte del gabinete presidencial de Donald Trump, un hombre cuyo discurso político se ha caracterizado por ser violento contra grupos históricamente vulnerados, como lo son las mujeres, las personas migrantes y la comunidad LGBTIQA+.
Una de las primeras decisiones de Musk como dueño de la empresa no solo fue cambiar el nombre de Twitter a X, sino que despidió a alrededor de la mitad de sus entonces 7 mil 500 empleados para poner en marcha su visión de lo que esta red social debía ser.
Argumentando la defensa de la libertad de expresión, Musk emprendió medidas que permiten mensajes extremistas e incitación al odio: desde despedir a moderadores de contenido y disolver al Consejo de Confianza y Seguridad, hasta restablecer las cuentas de ultraderechistas y teóricos conspiracionistas, como Andrew Anglin, el nacionalista blanco negacionista del Holocausto que fundó The Daily Stormer, un sitio web de supremacía blanca.
Otra de las controversias del nuevo “X” está relacionada a la difusión de desinformación, ya que Musk creó las “notas de la comunidad”, una función que permite a cualquier usuario dar más contexto de ciertos tuits o calificarlos directamente como información falsa. Algo que podría parecer inocente, ha generado una falta de control real para combatir las fake news, además de incitar al extremismo político.
A 19 años de Twitter y menos de tres desde que Elon Musk lo convirtió en X, la plataforma recuerda a todo, excepto al pájaro liberado que Musk prometió. O tal vez, es que la libertad está reservada para quienes sean como Musk, blancos, multimillonarios, poderosos y con una ideología de extrema derecha.
Imagen portada: SPR