El 8 de enero de 1982, la escultora colombiana Feliza Bursztyn (1933-1982) murió en un restaurante de París a los 48 años de edad; Gabriel García Márquez publicó días después “Murió de tristeza”.
Esta frase se incrustó en la mente del escritor Juan Gabriel Vásquez (Colombia, 1973), quien tras una larga investigación recreó la vida de la artista en una biografía que mezcla la realidad y la ficción.
El escritor tuvo un encuentro con lectores, donde habló de la novela Los nombres de Feliza, publicada por Alfaguara; publica MILENIO.
“El origen de la novela es mi interés por una columna de Gabriel García Márquez que leí en 1996 cuando vivía en París con 23 años. Me había enfermado y me pasaba el día recorriendo los hospitales de París para que alguien me diera un diagnóstico bueno y, en esos largos trayectos y esperas, leía las columnas de García Márquez hasta que llegué al texto: “La escultora colombiana Feliza Bursztyn murió de tristeza en un restaurante de París el viernes pasado rodeada de su marido y de cuatro amigos” y había muchas cosas que me interesaban. ¿Quién es Feliza Bursztyn? ¿Y por qué García Márquez le dedica una columna a su muerte? Y sobre todo, ¿por qué dice que murió de tristeza? Esa fue la inquietud principal”, explicó a sus lectores el escritor Juan Gabriel Vásquez en un encuentro virtual.
Pasaron muchos años y esa pregunta no se le fue nunca, hasta que el escritor decidió investigar; encontró testigos, visitó a sus amigos cercanos y al viudo; el escritor necesitaba saber.
“Este personaje se estaba convirtiendo en obsesión y las obsesiones suelen terminar en libros. El personaje que yo había descubierto en el año 96 ya se había convertido en un habitante de mi imaginación y el resto fue averiguar todo sobre ella. Gabo escribió varias columnas y los poetas bogotanos le dedicaban sonetos a las carcajadas de Feliza Bursztyn. ¿Por qué de una mujer así se puede decir que murió de tristeza? Esas son las paradojas que construían al personaje y fue creciendo hasta que ya no tuve más remedio que ponerme a escribir el libro sobre una mujer extraordinaria y una leyenda”, agregó.
El acto de imaginar
El colombiano dijo que hay una escritora inglesa, George Eliot, quien dice que la literatura es lo más cercano a la vida.
“Yo no soy Feliza Bursztyn cuando escribo esta novela, pero he querido casi ser ella, acercarme a su realidad emocional, a sus coordenadas éticas, intelectuales, a su manera de estar en el mundo, su temperamento. He querido cerrar la distancia entre mi realidad y la suya tanto como para contar el mundo desde ahí y para olvidar como consecuencia, como corolario necesario, mi propia personalidad y temperamento”.
La novela la narra un personaje que es el propio escritor, quien va por París tratando de recorrer los espacios que recorrió Feliza y, en algún momento, para el lector, hay un salto, que es pasar de la perspectiva de ese narrador a la perspectiva de Feliza.
“Y es una invitación más explícita a compartir el acto de imaginar a alguien más. Es decir, yo no he querido ocultar el hecho de que esta novela consiste en mi imaginación de una vida que no viví. No puedo inventar libremente la vida de una persona que ha existido. La he interpretado, imaginado a partir de una investigación que es muy rigurosa. Se basa en muchas conversaciones con la persona que mejor la conoció, que fue el marido de sus últimos 10 años, pero son conversaciones contrastadas con otros testigos de su vida”.
Toda la información le permitió a Juan Gabriel Vásquez recrear un perfil biográfico de la persona.
“Y a partir de ahí, llenamos ese perfil con la interpretación de otro ser humano, que es una capacidad maravillosa que tenemos los seres humanos, interpretar la realidad de otro, meternos en la conciencia de otro; es el acto de imaginar el mundo desde un punto de vista que no es el nuestro y se basa en una investigación, pero es un acto de ficción, es un acto de imaginación de la realidad ajena y es una invitación a los lectores para que acompañen en esta investigación de una persona que no soy yo, desde luego, y que es tremendamente interesante”.
Una mujer rebelde
Para el autor, hasta cierto punto, a Feliza Bursztyn la podemos llamar una rebelde.
“Fue una rebeldía consciente; nos ha llegado una imagen de Feliza que tiene que ver con una rebeldía muy de los años sesenta, ligada a su libertad sexual, a su feminismo, con una cierta voluntad de escándalo, y eso está muy bien. Era también una máscara que ella asumió. Tenía un largo historial de encontrones con las camisas de fuerza que le ponían encima las tradiciones familiares, religiosas, sociales, sexuales de un país que no veía con buenos ojos todo lo que ella quería hacer”.
El escritor recordó cuando una periodista joven le pidió que le diera un consejo sobre cómo vivir en Colombia siendo mujer y Feliza respondió: “En un país de machistas, hágase la loca; es el mejor consejo que le pudo dar a una persona”.
“Entonces, en Feliza, había una cierta voluntad de la rebeldía que desde afuera podía parecer gratuita o escandalosa, pero no era así, era un temperamento contestatario nacido de largos años de chocar contra las fuerzas más restrictivas de la sociedad conservadora y difícil que era la colombiana”, aseguró el autor.
Juan Gabriel Vásquez encontró la respuesta sobre por qué Feliza Bursztyn murió de tristeza: “La encontré en mis investigaciones, en mis análisis, en la lectura de su vida, encontré una respuesta al diagnóstico de Gabriel García Márquez, pero es la novela misma”.
Imagen portada: Especial / MILENIO