Las sacudidas espantan a los débiles, al razonamiento débil. La nueva programación del Canal Once, y lo que viene, tiene como fin institucionalizar el contrapeso ideológico frente a los medios de comunicación corporativos, tradicionales, conservadores, de derecha. El salto cuántico, cualitativo, del Segundo Piso de la Cuarta Transformación de la vida pública del país pasa por la lucha ideológica que sigue teniendo su base en la Mañanera del Pueblo, pero que también requiere de imponer las líneas discursivas de izquierda frente al aparato corporativo reaccionario: cargarse más a la izquierda de la izquierda. La verdadera lucha contra el poder es la lucha del razonamiento analítico contra el razonamiento débil.
Después de pasar tanta agua bajo los puentes argumentativos, ¿habría que regresar al viejo Descartes? Vale. Argumentar, discutir; para el criterio de verdad, ante todo la evidencia, evitar la precipitación, tampoco asumir “principios evidentes”, claridad y distinción. Analizar. Síntesis: la deducción. Revisión, es decir, la comprobación del análisis. El razonamiento débil, por el contrario, es una farsa y, muchas veces, una emboscada, ya que sus argumentos carecen de lógica o evidencia sólida, lo suyo es la suposición, la falacia.
En el caso de la discusión sobre el Canal Once, Témoris Grecko lo ejemplifica bien:
“Con un pdf sacado de no dice dónde, un supuesto periodista, especializado no en hacer periodismo sino en montar escándalos, acusó a @rturrent de: 1) ‘Autoasignarse un sueldazo’ apenas tomar posesión como directora de @CanalOnceTV; 2) Tener ‘un ingreso MAYOR al de la presidenta @Claudiashein’ (sic). Algunos replicaron sus afirmaciones y les dieron vuelo, a pesar de que: 1) Los sueldos de la administración pública federal NO se los ‘autoasignan’ los funcionarios, los establece la Secretaría de Hacienda, de acuerdo a un escalafón; 2) Ganar más que la presidenta está prohibido nada menos que en la Constitución. O son tontos o babean la mala leche.”
El fondo, sin embargo, lo encuentro en el razonamiento débil de que Ricardo Salinas Pliegose estaría quedando “poco a poco con el control” del Canal Once. Nada más absurdo e irreal de que esté sucediendo convertir al medio público, incluyendo al Canal 22, en extensiones de los intereses de Ricardo Salinas Pliego. Se trata, precisamente, de lo contrario, quitar la concesión de TV Azteca para que los medios públicos controlen una parte importante de la televisión abierta donde muchos de los mexicanos se informan o se desinforman.
Los liderazgos de la 4T están a favor de nacionalizar TV Azteca (Paco Ignacio Taibo II compara a Salinas Pliego con Al Capone), inclusive hay un equipo que asesora a la Presidencia de la República –alrededor de 20 personas– con los cambios necesarios de contenidos para profundizar la revolución de las conciencias. Lo dijo la doctora Claudia Sheinbaum Pardo desde diciembre pasado: “Están trabajando los medios públicos nacionales o los del gobierno federal para hacer una Red de Medios Públicos Nacional que permita también juntar recursos para poder fortalecer los noticieros, la parte informativa, la parte de debate y también la parte de producción que también tiene que tener una visión distinta, están pensando en producir series y documentales”.
Más acá de los adversarios naturales, opinólogos de la derecha desde el razonamiento débil, toda revolución engendra su contrarrevolución, ese razonamiento débil que se dice de izquierda, pero que en realidad es de derecha, los contrarrevolucionarios; para decirlo con Carlos Monsiváis: “Es pura reacción gutural, la onomatopeya de la incoherencia”. La revolución de las conciencias se trata no del sometimiento sino de la emancipación intelectual del pueblo contra el modelo del individualismo neoliberal, el antivalor de la especulación y el aspiracionismo. Desde la pluralidad, los medios públicos serán el frente ideológico que confronte a los medios de comunicación corporativos, tradicionales, conservadores, de derecha.
Recuerdo a Herbert Marcuse: “La revolución implica una transformación radical de las necesidades y aspiraciones mismas, tanto culturales como materiales; una verdadera transformación de la conciencia y la sensibilidad, así como del proceso del trabajo y también del descanso” (Contrarrevolución y revuelta. Cuadernos de Joaquín Mortiz). No le exijo otra cosa a Renata Turrent y a Luisa Cantú Ríos, eso, que impulsen la revolución de las conciencias, una renovada sensibilidad ciudadana con nuevas aspiraciones culturales desde nuestra historia y desde la pluralidad y la diversidad. La revolución pacífica como una transformación radical.
(José Jaime Ruiz: Escritor, poeta y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto político, Caldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Es director fundador de la revista cultural PD. y de Posdata Editores. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)