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Medios y elección judicial

Por Francisco Villarreal

El proceso de la primera elección de jueces en México es muy importante, y debe ser muy vigilado tanto por el electorado como por las autoridades electorales. Desde todas las facciones políticas, partidistas o no, se tratará de imponer a sus candidatos, especialmente en tribunales estratégicos, empezando por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aún presidido por la cuestionada ministra Norma Piña. Todavía no pasa, pero supongo que pasará, que se abuse de nuevo de redes sociales y granjas de bots para descarrilar o imponer candidatos. El proceso, de entrada, ya tiene sus “asegunes”. Si le creo a algunos medios convencionales y no convencionales, ya hay candidatos que inexplicablemente estarán en las boletas. Hay también ataques cibernéticos contra alguno. Pero creo que en esta ocasión será mucho más difícil discernir entre la información que se difunde sobre unos y otros. Pasa que durante varios años en los medios alternativos le dieron la batalla a las campañas de la derecha, apuntaladas en medios convencionales. Funcionó. Expusieron muchas “fake news” que, pasada la tormenta mediática, se confirmaron como falsas. Claro que hay muchos que todavía mastican ese chicle envenenado, pero ya no es un tema de razón sino de fe. Lo malo es que la victoria debilita. Y he visto ya enfrentamientos entre medios alternativos, y otros que hacen trampas retóricas para monetizar sus contenidos. Si no se exige a los medios convencionales un deslinde ideológico, tampoco se les puede exigir a los medios alternativos. Pero la filiación no está reñida con la objetividad crítica, y temas como los desaparecidos y el fuero legislativo ponen a prueba el valor de los contenidos. Se entiende en los medios convencionales que no se rigen por la libertad de expresión sino por su utilidad. Pero desencanta en los medios alternativos que, contra todo pronóstico, fueron vitales para sacudir a los ciudadanos y resucitarles su responsabilidad en la política.

Pasa una cosa muy interesante en la resistencia real, no la pantomima prianperredista. No veo que esté agotada, más bien engreída. Al desenmascararse el escenario de un proyecto de derecha internacional incidiendo en México, se comprobó la importancia vital para nuestra democracia de voces no alineadas. No sólo contribuyeron a la politización de los ciudadanos, también retrasaron, no eliminaron, el proyecto de la derecha, más bien ya ultraderecha. Si volteamos hacia la comunidad internacional, creo que podremos entender hacia dónde nos querían empujar doña Bertha y doña Norma. Y no cejan, puesto que seguimos escuchando el mismo discurso y sufriendo las mismas sucias, viles tácticas. La elección de jueces, magistrados y ministros podría convertirse en otro campo de batalla mediático, y quienes defendieron eficientemente a la democracia mexicana creo que han perdido potencia. Tal vez olvidaron el pequeño detalle de que la politización de un pueblo no es una epifanía sino una dinámica que hay que mantener. Y no con pura ideología sino con argumentos.

Si bien esta elección judicial es importante, se convierte en urgente si nos ubicamos en un contexto más amplio, digamos, arancelario. Nos quejamos de Trump, y lo hace casi el mundo entero, pero dentro de Estados Unidos, los propios estadounidenses, han estado sufriendo una serie de ataques con acciones y órdenes ejecutivas ilegales, abiertamente ilegales. El Congreso se ha mostrado incapaz de detenerlo y el Poder Judicial batalla con lentitud frente a un Departamento de Justicia subordinado al presidente. Más de una vez un juez o un tribunal estadounidenses fallan contra actos de Trump y sus sicarios cuando el daño ya está hecho y es irreversible. Obviamente necesitamos con urgencia la depuración de un Poder Judicial corrupto y visiblemente inclinado a los “modos” de Trump. Recordemos cuántas veces opositores y hasta la propia Norma Piña fueron a quejarse a Estados Unidos. Sí, entonces gobernaba Biden, pero sin duda que un autócrata como Trump les hubiera funcionado mejor. Después de todo, el proyecto prianperredista siempre tuvo vasos comunicantes con el faro del fascismo internacional, instalado en España.

En Estados Unidos, ya hay movimientos civiles y partidistas reaccionando contra Trump. Ahora ya ven lo que antes se podía ver mejor desde afuera: Donald J. Trump no pretende gobernar, pretende controlar. Ha desplegado una cacería contra todo aquel que se le oponga o se le haya opuesto alguna vez. No sólo ejerce el terrorismo internacional con sus aranceles y sus amenazas de invasión, también aterroriza a quienes gobierna. El encarecimiento de alimentos y medicamentos, el caos en los sistemas de salud y pensiones, los despidos injustificados en la burocracia federal, el desguace de los sistemas de educación y de protección al consumidor. Ese es el modelo de la derecha que, si no blindamos rápidamente a los poderes e instituciones de México, permearía rápidamente a través del proyecto internacional ya no de la derecha sino de su transfiguración obvia en fascismo. Lo peor de todo esto es que esta escalada fascista en Estados Unidos sólo puede ser detenida desde adentro, desde los propios ciudadanos, pero han pasado años votando por “melón o por sandía”, y eso no es politización sino echar una moneda al aire. En México también lo hicimos durante años. Ahora nuestros vecinos no sólo deben reconsiderar su papel en la política, también su idea de democracia y pensar en cómo su molicie y soberbia permitió que alguien como Trump llegara al poder dos veces e intente una tercera. Y, curiosamente, como pasó en México, ya empiezan a crearse grupos de medios alternativos contra Trump, incluso gestionando apoyo de particulares y del Partido Demócrata pero sin comprometer su objetividad. Al menos por ahora.

Ceterum censeo: Tal parece que el autócrata de la Casa Blanca sigue terco en robarle Groenlandia a Dinamarca y a los inuits. También pretende apoderarse del Canal de Panamá. Habría que preguntarle cuál, porque hay dos: uno que se inauguró en 1914; el otro, una ampliación que construyó la república de Panamá y se inauguró en 2016. Por una nota que recién leí (y corroboré la mayor parte), creo que hay que decir que Trump tiene razón, la Autoridad del Canal de Panamá cobra mucho a Estados Unidos, pero es la misma cuota que a cualquiera, sólo que Estados Unidos es quien cruza más barcos por el canal. En donde de plano Trump mintió descaradamente, como de costumbre, es al decir que 38 mil estadounidenses murieron durante la construcción del canal. Murieron cerca de 30 mil, pero no estadounidenses, y fue durante el proyecto francés. En la construcción estadounidense murieron entre 5 y 6 mil, por mordidas de serpientes, accidentes o enfermedades (cólera, malaria, fiebre amarilla). De estos sólo poco más de 300 eran estadounidenses y murieron por enfermedad. Los demás eran trabajadores afroantillanos. Así lo aseguran autoridades del Canal que, por cierto, no son parte del gobierno panameño sino una entidad autónoma.

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// Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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