El estilo plural de gobernar de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo rinde frutos. Ese estilo tiene dos pilares reconocibles, el pueblo y su equipo. Para las negociaciones en comercio, seguridad y migración cuenta con la capacidad demostrada del secretario de Economía, Marcelo Ebrard, el de Seguridad, Omar García Harfuch, y el canciller de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente. “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, no es un eslogan, es el salto cualitativo, cuántico, del neoliberalismo a la Cuarta Transformación de la vida pública del país, por eso el Zócalo desbordado, por eso la estadística de aprobación insólita de la doctora Sheinbaum (más del 80 por ciento) encarnada en la plancha pública del corazón de México. Vivimos momentos estelares, como pocas veces en la historia del país el gobierno es pueblo y el pueblo gobierno.
Los nostálgicos de los privilegios perciben a Carlos Salinas de Gortari como el padre del Tratado de Libre Comercio y minimizan la labor de Andrés Manuel López Obrador y de Sheinbaum Pardo. El padre de la desigualdad moderna, Salinas de Gortari, impulsó un tratado que maltrató a los mexicanos: “El Tratado fue más que un acuerdo comercial: era, sobre todo, una propuesta de relación”, confiesa el expresidente espurio (Aliados y adversarios. TLC 1988-2017, Editorial Debate, p. 323). No fue simplemente un “libre comercio”, fue libertad de explotación, extractivismo y privatización. No se confundan.
Primero los pobres, los vulnerables, por eso la negociación de Marcelo se basó en la protección del empleo; prosperidad compartida, por eso Ebrard privilegió las empresas del país en la negociación y esto se refleja en el Plan México. García Harfuch habla el mismo lenguaje de las dependencias gringas encargadas de la seguridad, como el FBI, esto es, el lenguaje de la investigación y combate de las organizaciones criminales (fentanilo) a través de la inteligencia con golpes precisos, y cuenta con una simpatía tácita con Donald Trump: ambos sufrieron atentados contra su vida. De la Fuente llegó para cambiar las relaciones exteriores en Estados Unidos, modernizar la cancillería para apoyar fraternalmente a los paisas, los neoliberales los despreciaron y los dejaron solos. En las negociaciones que vienen en el tema de migración, los connacionales tendrán un trato preferencial como ciudadanos y trabajadores. Nosotros entendemos que, bajo el gobierno de Trump, los Estados Unidos no son un socio confiable; gracias a la presidenta y su equipo, allá entendieron que nosotros sí somos un socio confiable. En el horizonte se cuece un acuerdo laboral con inmigración legal y, en ciertas actividades, temporal. Ante aranceles, trato justo; autodeterminación, soberanía energética, México para los mexicanos: autosuficiencia alimentaria.
A los catastrofistas a sueldo en el tema de los aranceles (Raymundo Riva Palacio, Leo Zuckermann y sus secuaces), a veces mediante una carcajada abierta, hay que pintarles el dedo, exhibir sus imbecilidades analíticas; a veces con una sonrisa de desprecio, señalarlos como lo que son: malnacidos, vendepatrias, cobardes traidorcillos. Hoy recuerdo a David Trueba: “La reflexión es: si ya sabes en qué consiste esto y dónde vas a acabar, no seas tonto y disfruta, dedícate a hacer las cosas que te dan placer y que ayudan a mejorar tu entorno. Menos dramatismo y más humor, por favor”.
Inobjetable el triunfo de Claudia, en verdad os digo que su templanza, serenidad, paciencia y optimismo serán motivo de estudio.
(José Jaime Ruiz: Escritor, poeta y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto político, Caldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Es director fundador de la revista cultural PD. y de Posdata Editores. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)