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Jorge Alberto Gudiño recomienda westerns y otros libros diferentes

Jorge Alberto Gudiño Hernández ha construido una sólida trayectoria literaria explorando las emociones humanas con precisión quirúrgica. Aquí nos habla sobre el origen de Yo soy el otoño, su novela más reciente, sobre su proceso creativo y los temas que lo obsesionan al escribir. Además, recomienda westerns y otros libros diferentes; publica Librotea / MILENIO.

En el fondo de la barranca

Yo soy el otoño, de Jorge Alberto Gudiño es un western urbano que explora la venganza, la identidad y la lealtad en los márgenes del crimen organizado. Tras un brutal ataque a su banda, Juriel y Santos toman caminos opuestos: uno busca reinventarse, el otro, justicia sangrienta. La enigmática Maca irrumpe para desafiar los códigos que los rigen. 

Ambientada en una periferia anónima de miseria y violencia, la novela retrata personajes fugaces atrapados en la maquinaria criminal. En entrevista, Gudiño Hernández nos habla de esta novela breve que desdibuja los límites entre el bien y el mal, arrastrando al lector a un viaje sin retorno hacia las sombras humanas.

¿De qué trata tu novela Yo soy el otoño?

Yo soy el otoño empieza con Juriel y Santos llegando en una moto a donde se reúne su banda, que es una banda de narcomenudistas, y descubren que todos están muertos. De hecho, es la primera frase de la novela, ¿no? Y eso evidentemente trae consecuencias. La primera es que Santos se quiere vengar porque uno de los muertos es su hermano, y piensa qué va a hacer en ese momento. Pero Juriel, que es un poco más prudente, dice dos cosas: uno, no mataron a todos, falta Maca, Macarena, que es la chica de la que está medio enamorado y quiere encontrar. Y por otra parte dice: «Bueno, si no nos mataron a Santos y a mí fue porque no estábamos. Pero ¿quién dice que no van a ir ahora por nosotros? Mejor me voy». Entonces, la novela gira en torno a estas dos intenciones: la de Santos de vengarse y la de Juriel de ver qué es lo que más conviene. Cuando finalmente encuentra a Macarena, también se suma la voz de ella, que dice: «Los mataron a todos, pero a nosotros no, así que deberíamos hacernos cargo de lo que quedó e intentar rescatarlo». Y a partir de eso se desarrolla la novela.

¿Cómo fue que te metiste a la barranca, el escenario de la historia?

A la barranca me metí porque ya tenía más o menos pensadas partes de la historia y lo que necesitaba era un escenario muy particular. La barranca es un escenario así: uno de los tantísimos asentamientos irregulares que hay en la Ciudad de México, al poniente, en las barrancas donde llegan los paracaidistas y a donde es muy difícil entrar. Solo tiene una vía de acceso en donde se puede entrar a pie, en bici, en moto, pero no entra nadie que no sea de la barranca. Y cuando digo «nadie», me refiero a que no entran las autoridades, no entran los forenses, no va a haber quien vaya al levantamiento de los cuerpos. Eso me funcionaba porque la barranca se convierte en un universo cerrado con sus propios valores. Ahí, quizá los preceptos morales que damos por hecho en determinados contextos funcionan diferente. La autoridad —que no es la autoridad del Estado ni la autoridad policial— funciona de manera distinta. Y esas diferencias me permitían trabajar con la ambigüedad moral de los personajes, hacer que no fueran claramente distinguibles como buenos ni como malos, sino que fueran personajes mucho más complejos.

¿Qué significó pasar de la visión del detective a la de los criminales?

Me entretuve mucho, me parecía muy divertido. Que sean narcomenudistas es parte del contexto; en realidad, no podríamos calificarlos de malos nada más por esa razón. Lo que pasa es que hay unas balaceras y empieza con que los mataron a todos y con que quieren vengarse. Pero sí me gusta mucho ver la perspectiva de los otros personajes, sobre todo desde la posibilidad de narrar su lado humano. Aunque sean muy diferentes a nosotros, aunque parezca que se dedican a algo que nosotros mismos evitamos voluntariamente, lo cierto es que son personas que se enamoran, a las que les duele la pérdida de un ser querido, a las que les suceden cosas.

¿Cómo es la construcción de tus personajes femeninos?

Macarena tiene un rol muchísimo más protagónico, quería que tuviera una transición larga. Cuando la conocemos es casi infantil, muy inocente, muy ingenua, y después le van pasando cosas que la llevan al recelo; luego da la impresión de que le gusta y se puede ir convirtiendo en un personaje muchísimo más oscuro, más utilitario, más pragmático. Eso la va convirtiendo en un personaje más siniestro.

Por su parte, doña Berta es la matrona de la barranca, una de las grandes autoridades ahí. Es casi un personaje grotesco: una mujer que se la vive fumando y que dirige el destino de los que están en su círculo más cercano. Y hay otra autoridad todavía más grande en la barranca, que es el señor Héctor. 

¿Investigas por mucho tiempo para escribir tus novelas?

Primero, me imagino las cosas; no es un trabajo de campo ni mucho menos. En el caso específico de la barranca, platiqué con un gran amigo mío que es urbanista, que conoce esta ciudad como pocas personas, y que me contaba más que la parte estrictamente geográfica de la barranca, porque mi barranca no es ninguna de las de la Ciudad de México, sino una mezcla de varias. Me contó cómo funcionaba en términos de servicios. Por ejemplo, todos decimos: «Bueno, si no hay luz, nos conectamos un diablito». Y eso lo vemos hasta en la calle. Si no hay agua, hay manera de bajarla con pipas o con mangueras . El verdadero problema es el drenaje, porque no hay forma de sustituirlo. Todas esas cuestiones me las explicaba mi amigo, y poco a poco fui construyendo la barranca. 

Yo soy el otoño

Yo soy el otoño

Jorge Alberto Gudiño Hernández

ALFAGUARA

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Vivir de la literatura

Jorge Alberto debutó en 2010 con su primera novela, Los trenes nunca van hacia el este, y al año siguiente ganó el Premio Lipp de Novela con Con amor, tu hijaEntre sus obras posteriores destaca la serie policiaca del comandante Zuzunaga. Además de su labor como novelista, Gudiño es un divulgador cultural: desde 2004 conduce junto con Mayra González La Tertulia, un espacio dedicado a la literatura. Completa su actividad creativa con la docencia universitaria.

¿Te arrepientes de algo? ¿Cuáles han sido tus grandes hits?

De haber escrito lo que he escrito, no. Incluso de haber decidido, por ejemplo, no publicar determinadas cosas porque no me convencían, y creo que esa parte autocrítica ha funcionado.

Supongo que los grandes hits son dos: Con amor, tu hija, que se sigue vendiendo pese a que salió en 2011 y sigue estando en librerías en una edición ahora de bolsillo, y la serie de Zuzunaga, que tiene lo suyo: como es saga y hay recurrencia,  se sigue buscando. La película por fin la acabaron. No la he visto, pero sé que van a empezar a mandarla a festivales. 

Has ido variando de géneros. Háblanos de tu obra en conjunto.

Me interesa muchísimo escribir cosas diferentes. Hay escritores de fórmula que encuentran un camino y que se van por él, y a veces les salen cosas maravillosas; yo lo respeto muchísimo. A mí no. Necesito probar nuevas cosas, tanto en términos de historias como en términos de lenguaje o de estilo. Hay veces que intento frases muy cortas, o a veces intento frases tremendamente subordinadas. A veces me voy por un tema relacionado con la delincuencia, con el crimen, con la policía, o pasa como con la novela anterior, Historia de las cosas perdidas, que era una novela sobre la mediocridad de un personaje, en términos muy generales. Y Con amor, tu hija, que es una exploración en torno a un posible incesto entre padre e hija. Entonces, en realidad sí me gusta estar cambiando, me gusta explorar diferentes cosas. Me motiva estar cambiando de registro narrativo.

¿Cómo opera tu mente cuando eliges el tema de la siguiente novela?

Híjole, es complicado. Normalmente surge como una duda que tengo para conmigo mismo. Con amor, tu hija surgió porque me pregunté cosas acerca de la felicidad… En Yo soy el otoño, me preguntaba: «¿Qué pasaría si de pronto tenemos una venganza, pero con estos personajes?». Además, me preguntaba si quería a una chica superseductora o no, si más oscura que otras. Me voy preguntando cosas y de pronto van saliendo. Es como tener piezas de rompecabezas, porque a veces sí hay un momento en que digo: «Ah, sí se puede construir algo».

¿Cómo es contrastar tu narrativa con la realidad de este país?

Es claro que la violencia es anterior en la realidad que en la la literatura. Y también que no siempre es un reflejo directo, porque finalmente cuando asistimos a la realidad violenta —ya sea porque nos enteramos de algo que le pasó a una persona cercana o por el periodismo, donde cada vez nos llegan más historias—, a lo que no tenemos acceso es al interior de los personajes. Eso es probablemente lo que puede aportar la ficción en el discurso. Y tiene la intención opuesta: la violencia ficcional no es la violencia real. La violencia real puede ser intimidante, puede ser una respuesta evidentemente agresiva y nos enseña a vivir en un mundo en donde debemos tener más cuidado. Mientras que la violencia en la literatura o en la ficción lo que pretende —en términos muy abstractos y generales— es justo enterarnos de ello para hacernos empáticos y evitar que suceda. Finalmente, estas experiencias atroces no las quiero vivir yo, pero ya tengo la experiencia a partir de lo leído. Al menos así existirá la posibilidad de que yo no lo replique.

¿Qué es para ti el libro en estos tiempos de realidades complejas?

Es mucho más que simple entretenimiento, aunque también es entretenimiento, y es tan válido como cualquier otro. Pero me parece que una de las cosas que abre la literatura es esta posibilidad de diálogo. Cuando los temas son duros, cuando son difíciles, cuando son tabú, lo que hay que hacer es hablarlos. Si no los hablamos, es imposible que los superemos. Y la literatura plantea formas de diálogo con temas que idealmente nos incomodan. Es bien sabido que gran parte de la mejor literatura es literatura triste, literatura difícil, literatura dolorosa. ¿Por qué? Porque es la posibilidad de enfrentarnos a ello sin que nos suceda. No «saliendo indemne», porque uno sí sale modificado. Lo importante es abrirnos a nosotros mismos, a enfrentarnos a nosotros mismos, que es lo que uno hace cuando lee un buen libro.

¿Cómo es tu experiencia junto con Mayra González en la divulgación literaria?

Es una experiencia increíble. Alguna vez lo dijo Mayra, muy al principio del programa: «Es maravilloso leer libros, pero también es maravilloso platicar de libros». Y platicar de libros con otros lectores se vuelve enriquecedor, porque finalmente nos enseña algo que también es una realidad: que nuestra opinión no es la única, que nuestra interpretación no es la única, y que además la visión de los otros nos enriquece muchísimo. 

¿Cómo ha sido tu experiencia con quienes leen y, a la vez, leyendo?

Yo siempre he sostenido que si la lectura es sincera —y creo que ahí está lo importante—, cuando quieres abandonarte a ella, entonces no hay lectura mejor que otra. Alguien puede saber más o menos de literatura, identificar sus elementos, pero si uno tiene la capacidad de abandonarse, entonces su lectura es la mejor lectura posible.

Hoy en día, ¿qué significa la literatura en tu vida?

Creo que es una parte sustantiva de mi vida. No voy a cometer el error de decir que es lo más importante de mi vida —tengo hijos, tengo familia, tengo muchas cosas que me gustan—, pero es la mejor forma que yo conozco de entender al mundo, de entender a los otros y de entenderme a mí mismo. Es, sin duda, mi camino.

Jorge Alberto Gudiño recomienda westerns y otros libros diferentes

Abel

Abel

Alessandro Baricco

Editorial Anagrama

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Les recomiendo Abel, la nueva novela de Alessandro Baricco, que vuelve al western. Todo el mundo está diciendo que Baricco volvió al western después de siete años de no escribir novela. En realidad, en City ya tenía un western ahí metido, pero bueno, Abel es muy buena.

Basilisco

Basilisco

Jon Bilbao

Editorial Impedimenta

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Basilisco, de Jon Bilbao, ha sido para mí una gran revelación. Jon Bilbao es un autor español que escribe un western muy diferente. Así como el western de Baricco es superpoético, como lo es él, el de Bilbao tiene elementos metaficcionales y un cruce de género súper interesante.

McGlue

McGlue

Ottessa Moshfegh

ALFAGUARA

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He leído varios libros de Ottessa Moshfegh y ahora leíMcGlue, que está preso porque lo van a juzgar por un asesinato, y cuenta su historia como marinero el siglo XVIII. Ottessa suele meterse muy a fondo en los personajes, que son muy sórdidos. Tiene mucho encanto meterse a la mente de personajes sórdidos y muy maltratados por la vida. Tiene algo muy especial.

La antártida del amor

La antártida del amor

Sara Stridsberg

Nórdica Libros

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A Sara Stridsberg la leí el año pasado, una novela que se llama La antártida del amor, que sucede en la parte de los hielos eternos de Noruega, donde una personaje tiene que caminar —o desplazarse, porque en parte va en esquís— 40 kilómetros para llegar a su trabajo todos los días. Y ahí suceden unas cosas verdaderamente terribles… podría parecer policiaca, pero no es policial lo que sucede. Va más allá de cualquier investigación de la policía.

Maniac

Maniac

Benjamín Labatut

Anagrama Océano

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Benjamin Labatut nos entusiasmó muchísimo con Un verdor terrible, y yo creo que Maniac es todavía mejor. En ella se habla tanto de inteligencia artificial como de John von Neumann, el sujeto que ayudó al desarrollo de la bomba nuclear junto con Oppenheimer y otros. Labatut hace cosas muy raras con sus novelas, porque son como un libro de divulgación científica, un ensayo y una novela al mismo tiempo. Eso es superinteresante.

Lecciones

Lecciones

Ian McEwan

Anagrama

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Uno de mis autores vivos favoritos es Ian McEwan. Su novela más reciente se llama Lecciones, y parte de un par de premisas. Una, es la de unas lecciones de piano, pero también está el asunto de una madre que decide voluntariamente abandonar a su hijo, porque él es un impedimento para su desarrollo profesional. Yo siempre lo he dicho: McEwan sabe cómo piensan las personas, y normalmente escoge personas con pensamientos muy raros para mostrarnos eso. Esta es una gran novela, como todas las suyas.

Imagen portada: Archivo

Fuente:

// Con información de Milenio | Librotea

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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