Por Félix Cortés Camarillo
Cada vez que escucho una declaración o leo uno de los mal redactados comunicados de prensa del gobernador de Nuevo León, tengo la convicción justificada e inevitable de que está mintiendo. No se trata de una reacción gratuita. Samuelito se ha dedicado a decir mentiras cada vez que abre la boca. Le ha prometido a sus gobernados, bajita la mano, miles de autobuses nuevos para una zona metropolitana en la que los usuarios del transporte público gastan cuatro horas diarias de su vida en trasladarse. Dijo hasta la saciedad que “su” nuevo Nuevo León sería el hub continental de la industria automotriz eléctrica.
A esos mismos nuevoleoneses les prometió cuatro líneas del metro para este año. 2 líneas recortadas del proyecto original que están en centímetros, bloquean el tránsito loco de Monterrey en su negra obra. Prometió desfogar el tránsito de carga que viene del centro y va para la frontera y no ha hecho nada.
Para acabar pronto, no hay una persona que me pueda mencionar un sola de sus promesas de campaña, o de sus planes como gobernador, que Samuel Alejandro García Sepúlveda haya cumplido . Excepción, tal vez, del criadero de hijos postizos para la foto en que su esposa Mariana convirtió el centro Capullos de atención a la infancia desvalida y que sí mereció una necesaria manita de gato.
Ahora, de que miente, miente.
Sin embargo, tengo la tentación de creer que más bien es tonto, o muchacho de lento aprendizaje. Especialmente cuando de aritmética se trata.
Yo no lo sé, pero probablemente Samuelito haya cursado la educación primaria en los Estados Unidos. Sólo así se entiende que al anunciar la inversión magnífica de Elon Musk y su megafábrica Tesla en Nuevo León haya hablado de quince billones de dólares. Cuando el ricachón trumpista, a quien el gobernador llamaba compadre porque le iba a bautizar a su hijita, hablaba de ese sueño guajiro lo hacía en inglés y decía fifteen billions. Ahí está el detalle.
En español, un billón quiere decir un millón de millones. En inglés, one billion quiere decir mil millones. Pequeña diferencia de tres ceros a la derecha. Tal vez Samuelito no puso atención a la clase de mate.
O tal vez es simplemene un mentiroso.Un cero a la izquierda.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Nunca sabremos, aunque la lista de sospechosos es unívoca y breve, y sus integrantes salen a diario en los periódicos, quiénes fueron los responsables de los muertos del metro en Tlalpan de la capital. Ni la verdadera historia de los desaparecidos de Ayotzinapa. Ni las maquinaciones que dictaron la sentencia de muerte de Colosio.
Esa es la justicia mexicana. El sábado pasado, una torre metálica en el parque Bicentenario de la Ciudad de México, se desplomó en un lado del sitio en que 43 mil personas asistian a un concierto. Irónicamente, esa torre tenía el propósito de señalar un “sitio seguro” para concentrar a la gente en caso de peligro. Los fierros cayeron sobre una mujer y un hombre, jóvenes a punto de terminar sus carreras de comunicación que ya trabajaban de fotógrafos en este tipo de eventos. Murieron ahí mismo.
¿Quién y cómo instaló esa torre? ¿Qué autoridad autorizó y supervisó la seguridad en el evento? ¿Qué dirección de cultura patrocinó el concierto, con la venia de la gobernadora de la capital? ¿Quiénes son los organizadores del Concierto AXE? ¿Es cierto que ellos están ligados a una joven promesa política del cuatrote que se llama Andrés Manuel y se apellida López Beltrán?
Nadie sabe. Nadie supo. Nadie sabrá.