Por José Jaime Ruiz
Bueno, antes de iniciar, falleció un gran escritor: Vargas Llosa. Más allá de las diferencias políticas, siempre hay que reconocer la grandeza de un escritor. // Claudia Sheinbaum
Que, por cierto, ya dio a conocer que se retira de la literatura, es lamentable porque es un gran escritor, un gran novelista, de lo mejor. // Andrés Manuel López Obrador
Leer a Mario siempre fue un gozo, desde La ciudad y los perros hasta Le dedico mi silencio. Supo valorar a sus contemporáneos como Juan Carlos Onetti (el mejor prosista hispanoamericano del siglo XX) en El viaje a la ficción y a Gabriel García Márquez en Historia de un deicidio. Sus recreaciones son portentosas, como La guerra del fin del mundo (Os Sertões de Euclides da Cunha), su ímpetu en la formidable Historia de Mayta o Conversación en la catedral. Política prolífica, La Fiesta del Chivo. Desternillarse con La tía Julia y el escribidor. La constelación Vargas Llosa dio para mucho, incluyendo sus condenables posturas de derecha. Que la mezquindad ideológica no anule el portento y la grandeza de Mario. Uno de los mejores entre los mejores.
