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Zedillo, el Godínez de la oligarquía

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Las propuestas de Ernesto Zedillo Ponce de León nacen de un cerebro lobbytomizado. Zedillo rebajó la investidura presidencial a la simpleza de ser un empleado de la oligarquía nacional y trasnacional, no es gratuito que se haya ido a trabajar después de su sexenio a la empresa ferrocarrilera que privatizó. Lo suyo es el cabildeo. Vicente Fox, por ejemplo, destrozaba así los esfuerzos de Zedillo: “Basta nada más con ver el error que se cometió al elegir a un cuate como Zedillo de presidente; la primera magistratura requiere liderazgo, humanismo y humildad, características que no posee un tecnócrata. A éstos, a los técnicos, los contratas y les pagas un sueldo. ¿Cuánto puede costar Gurría? ¿Cincuenta mil pesos al mes?” (Fox a Los Pinos citado en el libro La pareja de Julio Scherer).

Por órdenes de sus patrones, Zedillo vino a encabezar una batalla perdida. Su nivel de aceptación y credibilidad, según todas las encuestas, está por los suelos: ni crédito social ni legitimidad. Las dos emboscadas de Zedillo –posponer dos años la decisión de la reforma judicial y las auditorías a las obras de Andrés Manuel López Obrador– resultaron un búmeran. Desde hace dos años el entonces presidente, si no es que antes, empezó a proponer la reforma al Poder Judicial que se envió el 5 de febrero de 2024 al Congreso de la Unión, se discutió ampliamente durante meses, la candidata Claudia Sheinbaum la presentó en las plazas del país, los ciudadanos la avalaron con su voto y se aprobó en septiembre del año anterior. A los dueños de Zedillo se los comió el tiempo. Cuento de cripta, la auditoría al Fobaproa no fue tal (Informe Mackey) y lo que fue resultó encriptado.

Zedillo propone que se prolonguen por dos años más los “sabadazos” para liberar criminales, mantener impune a la delincuencia organizada y organizar a la delincuencia de cuello blanco de cara a las elecciones del 2027. Hablar de democracia es una excusa del Godínez de la oligarquía. Como en el poema irónico de Bertolt Brecht, para el autoritario Zedillo la solución más fácil es disolver al pueblo y elegir otro (“¿No sería/ entonces más sencillo/ para el gobierno/ disolver al pueblo/ y elegir otro?). De hecho, Zedillo “disolvió” al pueblo en sus decisiones autoritarias (error de diciembre, Fobaproa) y represivas (Acteal). Con Ernesto Zedillo Ponce de León y sus patrones nada hay que discutir porque la democracia de las urnas habló. Que siga lloriqueando por los rincones.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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