Es muy difícil, no imposible, ganarle un debate a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Su pensamiento analítico destruye el razonamiento débil. El primero es la “habilidad de examinar un problema o situación de manera lógica y sistemática, dividiéndolo en partes más pequeñas para comprenderlo mejor y encontrar soluciones efectivas. Implica identificar patrones, analizar causas y efectos, y tomar decisiones basadas en evidencias”. El razonamiento débil “se refiere a un tipo de razonamiento que se caracteriza por ser poco sólido, inconsistente o falaz. Puede implicar generalizaciones excesivas basadas en muestras pequeñas, ignorar evidencias relevantes o cometer errores lógicos que llevan a conclusiones incorrectas”.
Sin crítica un país se oxida. Pierre Bourdieu, siguiendo al filósofo griego, expuso: “Platón tenía un término magnífico para toda esta gente, el de doxósofo: ese ‘técnico-de-opinión-que-se-cree-sabio’”. Contra el neoliberalismo y la destrucción de la respublica, Bourdieu propone: “Lo que defiendo, antes que nada, es la posibilidad y la necesidad del intelectual crítico, y crítico en primer lugar, de la doxa intelectual que ejercen los doxósofos. No hay democracia efectiva sin verdadero contra-poder crítico. El intelectual es uno de ellos, y de primera magnitud. Por esa razón, considero que el trabajo de demolición del intelectual crítico, muerto o viviente –Marx, Nietzsche, Sartre, Foucault, y algunos otros que se clasifican en bloque bajo la etiqueta ‘pensamiento del ’68’– es tan peligroso como la demolición de la cosa pública, y que se inscribe en la misma empresa global de restauración” (Intelectuales, política y poder. Editorial Eudeba, 2000, p. 184).
Basta echarle un vistazo a las redes sociales para palpar la cólera que las domina, el razonamiento débil. El mismo razonamiento débil que acude a La Mañanera del Pueblo a intentar impugnar sin evidencia sólida (todo lo sórdido se desvanece en el aire) a la doctora Sheinbaum con reportajes de Animal Político a través de Nayeli Roldán (quien obtuvo un contrato con el INAI por 324 mil 800 pesos) y su intervención termina por ser desastrosa. Antonimia ética, Nancy Flores demuestra que el periodismo de investigación puede ejercerse a cabalidad y deontológicamente.
Los intelectuales del neoliberalismo dejaron de ser un contra-poder crítico, secretarios de la oligarquía y de gobiernos neoliberales, se desvanecieron, como Enrique Krauze, un nostálgico de la dictadura perfecta, y Héctor Aguilar Camín, un melancólico del apapacho: «Algunos/ se convirtieron en secretarios de los secretarios/ del Secretario General del Infierno./ La rabia/ se volvió filósofa,/ su baba ha cubierto al planeta» (Octavio Paz). La auto demolición cerró sus narrativas por derribo: dejaron de ser la voz de la tribu.
Si se dice que la burra es parda, es porque se tienen sus pelos en la mano, por eso la reportera de La Jornada no pudo defender frente a Sheinbaum la foto que ilustró la portada del 15 de mayo. Y la rabia digital conmina al despropósito, como las enloquecidas conjeturas de Salvador García Soto y Simón Lévy que se repiten, sin sustento, viralmente. Ya escribía Ernesto Sabato: “Es toda evidencia que la rabia o la mezquindad no agregan nada al teorema de Pitágoras, y tratándose de este tipo de verdades habría que decir, como el doctor Johnson: ‘–No levante la voz, caballero: mejore los argumentos’”.
Clarificar lo confuso, hay enrabiados linchamientos, por ejemplo, contra Meme Yamel (“de mi pasado preguntas todo que cómo fue…”) quien es una entusiasta comunicadora de la 4T; ella misma, con valentía, ha explicado su conversión al movimiento después de 2017. Dentro de esa lógica, condenarla es vituperar a los millones de votantes que dejaron de optar por el PRIAN para votar por Morena y Andrés Manuel López Obrador. Como La Catrina Norteña, desde sus simpatías y diferencias, Meme Yamel es una voz necesaria para la 4T, también lo es su colaborador diagramático, pitagórico, Edy Smol, el tipo más preclaro y sensato de la vida pública del país. En el otro extremo se encuentra Manuel Pedrero, no periodista, propagandista, quien no sólo se vende al mejor postor sino también al mejor impostor (César Gutiérrez Priego), o el periódico El Soberano que, al renunciar a la crítica, se convierte en un lastimero pasquín.
La neutralidad no existe (Sheinbaum dixit); todos los términos medios juntan los defectos de los extremos, escribió Alfonso Reyes. Y, sin embargo, no hay democracia efectiva sin verdadero contra-poder crítico: los acuerdos cupulares que premiaron a Adrián Rubalcava con el Metro; la impotencia de Andy López Beltrán por ganar Durango y entonces invitar al priista Enrique Benítez a una pútrida alianza; la permanencia de Rommel Pacheco en la CONADE; el estalinismo de Rafael Barajas el Fisgón; Luisa María Alcalde y la verdadera ideología de la izquierda es la hipocresía… Pensamiento analítico contra razonamiento débil. La rabia y la mezquindad nada agregan al teorema de Pitágoras.
(José Jaime Ruiz: Escritor, poeta y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto político, Caldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Es director fundador de la revista cultural PD. y de Posdata Editores. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)