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Sin lugar para los débiles: ¡a votar!

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Creo que cuando todas las mentiras se digan y se olviden, la verdad seguirá ahí. No se mueve de un lugar a otro ni cambia de vez en cuando. No se puede corromper, como tampoco se puede echar sal a la sal. // No country for old men / Cormac McCarthy

La derecha en México es irrelevante, México no es un país para débiles. No hay contraargumentos válidos, racionales, apenas “muda telegrafía a la que nadie responde”. La oligarquía, percudida, se sacude y monta de nuevo su circo de pulgas. La derecha plantea un falso dilema: vetar o votar. En realidad, los ciudadanos ya votaron por la reforma judicial y está en la Constitución, no hay vuelta de hoja. De lo que se trata es de elegir a quienes van a impartir la nueva justicia, una responsabilidad para que el país se convierta en un México de derechos, no de privilegios. Última carcajada de la cumbancha, la fiesta empezó el 2 de junio de 2024 y la festividad se cierra este domingo.

La derecha se volvió adicta al pesimismo, no combaten, se resignan; débiles, plañen, gritan, pero su voz ni quema dura, ni es quemadura (Villaurrutia). Pólvora mojada, prometen el infierno y ni a chispa llegan. El aparato oligárquico mediático es contrarrestado por el peso portentoso de la Mañanera del Pueblo y las benditas redes sociales. No imponen narrativa, proyectan amargura, desencanto, fracaso. Su pretendido combate intergaláctico es parroquial, la guerra de los clones, de los bots: sus saltos de pulga nunca serán salto de tigre. Elitistas, minimizaron al pueblo y el pueblo los borró del mapa político.

Para Michel Foucault la “intervención del intelectual como quien da lecciones u opiniones con respecto a decisiones políticas es un papel al que confieso no adherir; no me sienta. Creo que la gente es lo bastante grande para decidir por sí misma por quién votar”. Y sin embargo se trata de persuadir de la maldad de la democracia, del voto. El coro de blandengues pulgas saltarinas lo encabeza Ricardo Salinas Pliego y sus empleados de TV Azteca; Carlos Loret de Mola, quien confunde dictadura con democracia (“confundir es controlar”, es una frase de la película Mark Felt: The Man Who Brought Down the White House con Liam Neeson); Ciro Gómez Leyva, el lacrimoso abogado de García Luna; Enrique Krauze, Denise Dresser, Héctor Aguilar Camín; los entenados de Juan Francisco Ealy Ortiz, Salvador García Soto y Héctor de Miauleón; el librescamente textual Lorenzo Córdova.

“No votarás la prostitución de la democracia. No votarás la corrupción del voto. No votarás el fin de la justicia. No votarás la muerte de la República”, pregona Enrique Krauze, el nostálgico de la dictadura perfecta; quien propuso la democracia sin adjetivos propone la sístole del golpe de pecho. México no es un país para débiles, la fiesta democrática inició hace un año con los 36 millones de sufragios para Claudia Sheinbaum Pardo. Última carcajada de la cumbancha, un optimista voto para este domingo. Las mentiras se olvidan, la verdad ciudadana sigue aquí. Vamos de gane, quien quiera perder por default, muy su asunto.

(José Jaime Ruiz: Escritor, poeta y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto políticoCaldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Es director fundador de la revista cultural PD. y de Posdata Editores. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)

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Autor: stafflostubos
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