El modo habitual de observar las cosas ve los objetos como si se hallase en medio de ellos, mientras que la visión sub specie aeternitatis los examina desde fuera. Así se tiene el mundo entero como fondo. // Wittgenstein
Celebremos con gusto señoras, señores, este día de placer tan dichoso. Un orgullo ser parte de la generación que tomó, pacíficamente, el cielo por asalto. Los hijos del ’68, y nuestros hijos, cortándole a la epopeya un gajo (Suave Patria), besamos el cielo. La transformación sigue en marcha y marcha bien en la revolución de las conciencias. El ejemplo de la democracia mexicana es planetario, un antes y un después. El primero de junio de 2025 refundamos la República, una hazaña histórica. Épica, la ternura militante de los demócratas en la consolidación del cambio de régimen.
Entre muchas cosas, el voto ciudadano fue un enorme sí a la soberanía: con un Poder Judicial democratizado nos libramos de los golpes de Estado blandos, del lawfare que cambia el voto popular en la judicialización de la política. Un acto mayor de blindaje, no tendremos el destino, en su momento, de Brasil, Bolivia, Perú, Francia, España, Ecuador. Ninguna oligarquía ni ningún poder fáctico, incluyendo los colonialistas e imperiales de los Estados Unidos, podrán derrocar a nuestros gobiernos democráticos. Con el nuevo Poder Judicial está proscrita la restauración del orden neoliberal en nuestro país.
México demuestra que sí se puede separar el poder político y el poder judicial del poder económico y del poder ideológico de los medios de comunicación corporativos. La elección judicial tenía todo en contra (inclusive su propio diseño) y, sin embargo, salieron a votar 13 millones de ciudadanos, ¡13 millones! Antes, el presidente y un puñado de senadores escogían a los ministros de la Suprema Corte, ahora millones lo hacen, para eso sirve la democracia.
Inició el desmantelamiento del Poder Judicial corrupto que sirvió a las empresas extractivistas, coloniales, a la delincuencia de cuello blanco y a la delincuencia organizada: “El propósito de estas elecciones, y las que sigan, no es eliminar la corrupción sino desarticularla. Los nuevos ministros, magistrados y jueces no garantizarán la eliminación de la corrupción de un plumazo” (José Francisco Villarreal) y, sin embargo, ahora la corrupción y la impunidad no serán, orgánicamente, el Poder Judicial mismo.
La oposición perdió por default y ahora quieren anular el juego con la vana cantaleta de que “sólo votaron” 13 millones y que hubo un 90 por ciento de abstención, además de que el proceso estuvo viciado de origen. No es un argumento, el experimento democrático resultó un éxito, si a esas vamos son 3 millones más que los que le aportó el PAN a Xóchitl Gálvez en las pasadas elecciones; más de 2 veces lo que le aportó el PRI a su candidata Xóchitl y 12 veces lo que le aportó el PRD. La ridiculez del vaso medio vacío aquí no opera.
En la historia de la democracia de Occidente la elección judicial mexicana es un hito, una aportación transformadora que sirve de ejemplo a los demás países. Revolución de las conciencias, en otros lados podrán replicar el modelo mexicano. Ciegos aquellos que no vean la aportación insólita de este modelo; habituales, se convierten en corteza y no toman distancia para apreciar el bosque. Le cortamos a la epopeya un gajo: “Diré con una épica sordina: la Patria es impecable y diamantina”. Celebremos con gusto este día de placer tan dichoso: célula que explota… y esa no la paran.
(José Jaime Ruiz: Escritor, poeta y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto político, Caldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Es director fundador de la revista cultural PD. y de Posdata Editores. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)