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De vampiros migrantes y líderes parásitos

Por Francisco Villarreal

Antes solía ser un fanático de las películas de vampiros, fueran buenas, malas o peores; ahora estoy muy viejo y con hartas preocupaciones como para andar aterrorizándome de oquis. Me he vuelto más selectivo, aunque ni así me hago ilusiones. Disfruté el “Nosferatu” de Eggers y espero superar el mes de julio y ver el “Drácula” de Luc Besson. Me resistía para ver “Sinners”, al final cedí y no me arrepiento. Para mí al menos, esta cinta es un nuevo clásico del género. El vampiro melómano Remmick es extraordinario. Aunque estos vampiros son similares a los genéricos de toda la vida (y toda la no-muerte), es peculiar que son orgánica y mentalmente una colmena. Sed de sangre y del poder entre órfico y dionisiaco del canto: “I want your stories. And I want your songs. And you gon’ have mine.”, dice Remmick a Sammie. No entro en muchos detalles, para no arruinar gustos ajenos, pero hay dos escenas que realmente me electrizaron, y no por terror. Una, el debut de Sammie Moore en el bar de sus primos, y la otra la danza de los vampiros alrededor de Remmick cantando y bailando “Rocky road to Dublin”, una antigua balada irlandesa… Hay magia en esas danzas, y dolor, y furia, y la tristeza remota del migrante. Irlandés o africano, asiático o latino, desarraigados siempre por la fuerza, aunque no se note o no se quiera reconocer. Curioso que en la cinta indios choctauas cacen vampiros, una nación también desarraigada, despojada y deportada por Andrew “El viejo feroz” Jackson, el séptimo presidente de los Estados Unidos, un demócrata ladrón y cruel. Jackson no es superado por Trump, al menos en ferocidad, pero definitivamente sí en alcance. Jackson dispersó su veneno en un nuevo país, todavía no muy grande; Trump lo hace en todo el mundo.

Y aquí voy de nuevo con el “rey MAGA”… Es como tener amebas inmunes al metronidazol. Si una simple película me remitió a él, también es muy desagradable que Trump se nos aparezca en cualquier tipo de fuente informativa ¡todos los días! Supongo que su narcisismo no es tan extremo como para no comprender que esa sobreexposición está generando también una aversión generalizada hacia él y su régimen. Tampoco debe ser tan tonto como para no comprender que sus mentiras y montajes, y las de sus secuaces, no son aceptadas por una gran mayoría en el mundo y por más de la mitad de los estadounidenses. Su propósito de hacer a Estados Unidos “grande otra vez”, aunque ya ha dado indicios de expansionismo territorial (Canadá, Groenlandia, Panamá), se refiere más bien a la desesperada carrera por recuperar el liderazgo mundial a como dé lugar, así sea arruinando cualquier progreso democrático, científico, educativo, social…. Todo esto creando una realidad alterna en donde la mentira es un dogma incuestionable que se impone por la fuerza, lo que a la postre se volvería en una verdad incompatible con la razón. Eso me recuerda una película mexicana de los años 70: “La Mansión de la Locura”, del incomprendido Juan López Moctezuma. El secuestro directo, indirecto o simplemente pandémico de todos los medios de comunicación va en ese sentido. Un ejemplo…

Los titulares mundiales destacaron de golpe que la Suprema Corte de Estados Unidos autorizó la intención de Trump para eliminar la ciudadanía por nacimiento, consagrada en la Constitución gringa en la decimocuarta enmienda desde el siglo XIX, una enmienda general pero dedicada especialmente a migrantes voluntarios o forzados (esclavos). Sí, pero no, porque ese dictamen no anula ese derecho. En realidad es un dictamen procesal muy general respecto a las demenciales órdenes ejecutivas de Trump. Enuncia que cada caso llevado a las cortes individualmente, sólo tiene validez para ese caso en particular, no para otros casos similares. Sin embargo, deja abierta la posibilidad de que se presenten demandas colectivas, lo que implica que, si Trump las apela, sí podrían sentar un precedente. Trump y sus corruptos y/o torpes abogados del Departamento de Justicia, empezando por su titular, la enemiga de México Pam Bondy, tendrán mucho trabajo porque, unas cuantas horas después del dictamen de la mayoría de jueces “supremos”, conservadores ellos, se presentó una demanda colectiva. A la fecha, quién sabe cuántas más habrá o estarán en proceso. En cualquier caso, lo único en lo que se coincide definitivamente, aunque los jueces conservadores lo “edulcoran” con rollo, es en que la orden ejecutiva de Trump para eliminar la ciudadanía por nacimiento es ilegal e inconstitucional. Sin embargo, los titulares incompletos sembraron el pánico. De esta manera contribuyeron al terrorismo que Trump sigue ejerciendo contra los estadounidenses. Y sí hay motivo para aterrorizarse, porque si algo ha caracterizado los pocos meses de gobierno de Trump es su desprecio absoluto por el sistema de Justicia estadounidense, desobedeciendo o eludiendo mandatos judiciales y dictando órdenes ejecutivas ilegales, inconstitucionales o ridículas.

Mientras escribo esto, todavía espera la aprobación legislativa el presupuesto que Trump, su equipo, y sus cómplices republicanos han llamado hasta el hartazgo un “Big, beautiful bill” (Grande, hermoso proyecto). Sigue en las cámaras, presentado deliberadamente a última hora, y donde hasta donde se sabe causaría la eliminación de cobertura médica y apoyo alimentario a 15 millones de personas; desarticularía la transición energética a energías limpias, y de paso reduciría radicalmente la cobertura energética; desmantelaría la asistencia para vivienda; afectaría a la agricultura y al sistema educativo; incrementaría notablemente la deuda… Pero sí recortaría sustancialmente impuestos a los multimillonarios. El “Tío Richie” estaría feliz si se aplicara algo así en México… otra vez. Pero de ahí en fuera, nadie en su sano juicio y con un mínimo de humanidad en la sangre, aceptaría eso.

Trump, aferrado a esa “grandeza” quiere a fuerza retomar el liderazgo internacional de Estados Unidos, sólo que para lograrlo, ha descuartizado un orden que si bien no era de lo mejor, daba algunas certezas y proporcionaba herramientas para que los países pudieran organizarse relativamente en paz. El problema es que Trump no es un líder natural, es más bien una parodia de los líderes autoritarios actuales. Esto lo vuelve peligroso, porque al asumir un liderazgo estilo totalitario, la primera víctima será su propio país. Y ese es el tono al desfinanciar a organizaciones civiles que se le oponen, a bufetes de abogados, a universidades, e incluso correr a burócratas federales que se resisten a cumplir órdenes absurdas e ilegales. En esto último, Pam Bondy ha brillado por su dedicación, dejando al Departamento de Justicia un impresionante record de más del 90% de casos perdidos ante las cortes. Burócratas fieles, sí, pero incompetentes. Lo que en realidad no importa mucho, porque es notorio que Trump no tiene la intención de cumplir órdenes judiciales.

México, el presunto “adversario” de Estados Unidos según Bondy, no está sobre un lecho de flores y ya nos deberían estar escociendo un poco los pies. Tal parece que a los republicanos trumpistas no les importa que haya elecciones y que los electores pudieran castigar a la catastrófica administración MAGA. Esto sólo puede significar dos cosas, una de ellas o ambas: o los magas ya preparan un monumental fraude electoral para las elecciones intermedias, o Trump prevé llegar una situación bélica que le dé un pretexto, legal no, eso no, no importa, y asumir poderes extraordinarios. En cualquier caso, el desastre económico ya es inminente para Estados Unidos, y es la antesala para un cambio de régimen que sin respetar reglas, compromisos, promesas, y mucho menos la diplomacia y el derecho internacional, convertiría a la ONU en un congreso de pandillas y matones. Nadie estará seguro, nadie estará a salvo. Ningún gobierno estadounidense ha ocultado su codicia por los recursos de México, y la voracidad y el cinismo del régimen MAGA nos deja expuestos. Sí, aunque el junior Trump se vio orillado, con gusto además, a declarar que Estados Unidos podría “decapitar” a México en minutos, no se equivocó. La paz no es una vocación universal sino el resultado del equilibrio de poderes. No tenemos bombas nucleares, nuestro ejército está diseñado más para defensa que para ataque, estamos más expuestos que Ucrania ante Rusia. Ni siquiera tenemos superhéroes, porque el que teníamos, ahora que se expone la vida de “Chespirito”, nos damos cuenta de que “El Chapulín Colorado” no pudo defenderse ni a sí mismo. Difícil tarea la de la doctora Sheinbaum, porque a falta de un contrapeso tan potente como las armas nucleares, o simples armas convencionales, le toca encontrar un contrapeso que desanime una ofensiva de Trump, o de cualquier país. Porque hasta ahora la agresividad de Trump contra México no ha sido conjurada, sólo ha reducido temporalmente su intensidad. Y eso no es por las muy meritorias acciones diplomáticas de México, sino porque Trump todavía no controla absolutamente a su país. Si comparamos parásitos, el vampiro Remmick sería adorable, y además canta y baila muy bien.

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// Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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