Lo que comenzó como un viaje con la esperanza de sostener a su familia terminó en tragedia. Marco Antonio Hernández Guevara, jornalero mexicano de 35 años y originario de San Luis Potosí, falleció en Estados Unidos víctima de insolación mientras trabajaba bajo temperaturas extremas en campos agrícolas de Florida; publica SPR.
El trabajador había regresado a EE.UU. con una visa temporal H2-A, con la intención de enviar recursos a su esposa y tres hijas en México. Sin embargo, durante una jornada de cosecha colapsó por el calor y fue trasladado a un hospital en Naples, donde cayó en coma. Gracias a la intervención del consulado mexicano en Miami, su esposa pudo viajar para acompañarlo en sus últimas horas, aunque el desenlace fue inevitable.

La granja en la que laboraba Hernández Guevara no estaba adherida al programa Comida Justa, impulsado por la Coalición de Trabajadores de Immokalee, que garantiza condiciones básicas como descansos, acceso a sombra e hidratación. “En los campos bajo el programa Comida Justa no hemos tenido ni un solo caso de este tipo, porque los trabajadores cuentan con protecciones que salvan vidas”, afirmó Lucas Benítez, cofundador de la organización.
El caso ha generado indignación entre activistas y comunidades migrantes, que señalan la responsabilidad de supermercados, cadenas de restaurantes y grandes productoras que se niegan a sumarse a los acuerdos que protegen a los jornaleros.
El calor extremo, agravado por el cambio climático, ha incrementado el riesgo en la industria agrícola estadounidense. Datos oficiales revelan que entre 2011 y 2022 más de 33 mil 890 trabajadores sufrieron enfermedades relacionadas con el calor y al menos mil perdieron la vida; especialistas advierten que las cifras reales son aún mayores, debido a la falta de reportes. Estudios recientes muestran que los jornaleros tienen 35 veces más probabilidad de morir por insolación que trabajadores de otros sectores.

Organizaciones laborales insisten en que la tragedia de Hernández Guevara no es un caso aislado, sino reflejo de un problema estructural. “Se trata de un sistema que lucra con la vulnerabilidad de quienes cosechan los alimentos, mientras se rehúsa a implementar normas obligatorias”, señalaron.
El programa Comida Justa, creado en 2010, se ha convertido en un modelo internacional adoptado en más de 13 estados de EE.UU. y en países como Chile y Sudáfrica. Sin embargo, su alcance aún es limitado frente a una industria agrícola que sigue operando, en su mayoría, sin regulaciones obligatorias contra el calor.
El caso de Marco Antonio Hernández Guevara ha reavivado los llamados para que los gobiernos y empresas fortalezcan las inspecciones laborales, amplíen la protección consular y adopten medidas frente al impacto del cambio climático.

Mientras tanto, el cuerpo de Marco Antonio será repatriado a San Luis Potosí, donde su familia lo despedirá con un funeral que, como miles de hogares migrantes, simboliza el alto costo humano detrás de la producción agrícola en Estados Unidos.
Imagen portada: SPR



