Por Francisco Villarreal
La presidenta con A, señaló hace poco la gravedad de que una legisladora mexicana fuera a Estados Unidos a pedir “ayuda” al gobierno gringo para acabar con los cárteles de narcotraficantes en México, algo que los gringos no han podido ni querido hacer dentro de su propio territorio. Creo que la doctora Sheinbaum exageró un poco, porque se refería a la senadora panista “pluri” (no electa) María Lilly del Carmen Téllez García. La señora no representa ni siquiera al pueblo de Sonora, mucho menos a todos los mexicanos, si acaso sí muy mediocremente al partido que le regaló la curul, el PAN. Si bien el Senado de la República asume la responsabilidad de las relaciones diplomáticas, individualmente ningún senador puede negociar, ofrecer o pedir algo a un gobierno extranjero. Menos aun cuando lo hace a través de un medio de comunicación, y mucho más menos si ese medio es abiertamente anti-mexicano y vergonzosamente propagandista del gobierno fascista de Trump. Lo que diga Téllez a la cadena Fox tiene tanto valor como sus delirantes intervenciones en el Senado, a grito e insulto pelados. Si el gobierno estadounidense atiende el “desesperado” ruego colateral de Téllez, no será por ella sino porque ya lo tenía planeado desde antes. La gravedad que dice la presidenta lo es, pero para la propia Téllez, cuya mala fama suele despertar burlas y alguna escasa compasión, sólo que esta vez, pedir ayuda es invocar la intervención militar, porque en Estados Unidos, sobre todo bajo este régimen, es lo único que siempre están dispuestos a conceder. Para el mexicano más apátrida, Téllez cometió un acto de traición. Sobra cómo esté legislado ese crimen en la Constitución, porque para el pueblo, chairo, fifí o quimérico, cometió un acto de traición, y podrá librarse de consecuencias con la Justicia, pero nunca del estigma. Otro estigma para Téllez. De veras, ¿a quién se le ocurre semejante estupidez a nombre de un país en donde un padre es capaz de desheredar al hijo que le guste el Taco Bell?
Hace poco, leía algunos de esos libros religiosos que sobrevivieron a los siglos y a la hoguera. No sé si esos textos sean alucinantes y confusos por fragmentarios, o porque sus redactores estaban ebrios, o porque siglos de cristianismo institucionalizado nos han vuelto ciegos a la percepción mística, la “iluminación” pues. En el “Evangelio de Judas” (apócrifo, siglo II-III) aluciné más que cuando trago píldoras equivocadas en horarios incorrectos. Según ese texto, Jesús no sólo sabía, además alentaba la traición de Judas Iscariote poniéndolo por encima de los otros apóstoles, al grado de separarlo y sobreestimarlo. Le dice: “Serás más que todos ellos, pues sacrificarás el cuerpo que me lleva”. Y más adelante le dice: “He aquí que todas las cosas te han sido dichas. Levanta la vista hacia arriba y mira la nube y la luz que hay en ella y las estrellas que giran a su alrededor, y la estrella que es la guía, esa es tu estrella”. ¡Sorprendente! Un traidor convertido en un apóstol más cercano y además líder. La traición necesaria para exaltar al mesías. ¿El precio? Veinte siglos del repudio generalizado contra Judas. Y según el mismo texto, ya lo sabía porque Jesús se lo anticipó. Bajo esta óptica Judas fue fiel a su líder espiritual a pesar de que convencionalmente lo traicionara. ¿Y Téllez? ¿Cuál es su estrella?
En vista de que antes de la mesurada declaración de la presidenta ya se alzaban voces etiquetando a Téllez como traidora, volví sobre el apócrifo mentado a ver si hallaba un referente para ver algo sano en su boca o en su mente. Pero no, nada qué ver. Téllez se sacrifica a sí misma por nada. No tiene más mesías que los intereses que aprovechan y alientan sus arrebatos públicos. Tal vez se sienta cómoda en un mundo en donde los desplantes vesánicos están siendo normalizados en la Casa Blanca y en la Casa Rosada. Debe estar muy a gusto de que las leyes sean tan ambiguas que permitan que un legislador o legisladora lleve la disrupción política más allá de la violencia verbal y hasta el umbral de la demencia. Pero no creo que Téllez esté loca como ya muchos dan por hecho, creo que sólo es una mala actriz muy sobreactuada e incapaz de generar argumentos coherentes. Creo que odia mucho, tanto odia que es capaz de destruir todo para dañar a quienes odia, destruir incluso a su patria. Tal vez sea porque soy un viejo, pero me conduele ver cómo se consume a sí misma, hierve en su vitriolo. Difiero de las opiniones a favor de su desafuero y eventual prisión. Sus detractores tendríamos qué buscar también para nosotros unas cuantas sesiones en el diván de un buen especialista en desórdenes mentales, pero no tanto como para camisa de fuerza. No se pueden considerar serios sus lamentos ante las cámaras y micrófonos gringos. Porque ¿Qué ofrece a los mexicanos la posible intervención militar de Estados Unidos?
Para empezar, la intromisión unilateral de EEUU en México implica un primer golpe contra la soberanía nacional. Ya padecimos la injerencia policiaca gringa “antidrogas” en México durante muchos años, y no sólo no combatieron a los cárteles del narcotráfico, además los impulsaron como caballos de Troya en México y en otros países. El cambio de estrategia del gobierno trumpista no es mejor sino brutal. Tampoco podríamos confiar en un gobierno gringo que se la ha pasado “negociando” con los líderes narcotraficantes que caen en sus garras, lo que según sus mismos criterios no los nuestros, es negociar con terroristas. Tampoco se puede considerar una política seria antidrogas cuando, inventando un novedoso cártel venezolano, se amenaza abiertamente la soberanía de Venezuela… y sus recursos petroleros, casualmente. No se trata de llevar ante la justicia a un delincuente sino de derrocar a un presidente. Puedo no estar de acuerdo con la permanencia de Nicolás Maduro en el poder, pero nunca lo estaré en que un gobierno extranjero imponga una democracia a su medida. Los venezolanos deben tener la primera y última palabras al decidir el singular tipo de democracia que desean; los gringos ya lo hicieron, ¡allá ellos! El destino de México, con botas gringas dentro del territorio, no será la desaparición de los cárteles sino la reinvención del comercio de drogas hacia Estados Unidos, el principal cliente. Y una vez dentro, habría legiones de “Lillys Téllez”, apoyadas por los invasores y por los medios mercenarios, que acabarán minando a la democracia popular y causando el secuestro del gobierno abierta o discretamente. No mucha diferencia con un golpe de estado, como el que intentó Trump hace pocos años en su país y ahora aplica sistemáticamente.
Dejar que todo esto suceda será importar e imponer en México un sistema de gobierno que sólo es democrático en la escenografía. El modelo trumpista ofrece un autoritarismo cínico, el desprecio a las leyes, la generalización de un esquema policiaco de control social y aniquilamiento de opositores, la discriminación abierta y agresiva contra minorías y mayorías, la reivindicación de gulags, la pauperización de la clase media, la pulverización de programas sociales, el menosprecio de derechos de todo tipo… Esto es lo que la senadora Téllez realmente está pidiendo para su patria. No hay aquí un sacrificio personal en aras de un cambio positivo para México. La señora Téllez hace mucho que dejó de representar a los mexicanos para ser vocera de personas que pretextando la política ejercen su derecho a odiar y destruir, y este no es un derecho social sino un desorden mental. Yo también lo ejercí, pero dejé de hacerlo porque me causaba agruras y gastritis. Desde que dejé de odiar, hasta puedo hacer gárgaras con vinagre sin mayores consecuencias. ¿Desaforar a Téllez? Sí, si eso garantiza que la oposición a la 4T no la reemplace por otro mal actor. Sí, si eso quita el tono de mojiganga y chacota a las sesiones del Senado. Sí, si eleva el tono del debate al ámbito de los argumentos sólidos y elimine el de ilusiones ópticas. ¿Cárcel para Téllez? ¡No! ¡Definitivamente no! Yo entiendo la Traición a la Patria como una conspiración por el pueblo, pero sin el pueblo y contra el pueblo. Hay, por ejemplo, “opinólogos” mexicanos que han jurado lealtad a la monarquía española y escriben y declaran en México con entera libertad. Sus “conspiraciones” no serán muy inocuas pero son absurdas y hasta ridículas. Si hay realmente una traición a la patria en Téllez, merece el ostracismo, pero no la cárcel. Si es parte de una conspiración, tendría que desenmascararse y encarcelar a todos en bloque, no sólo a Téllez, porque hasta como Judas Iscariote es muy mala actriz. ¿Sicoanálisis? Sí, aunque tanto como todos lo necesitamos alguna vez. En ella no por locura, sino porque hay demasiadas contradicciones entre ella y la sociedad que cree representar. Aunque sea absurdo, se agradece su intento de “pacificar” a México. Pero no puede ofrecer la paz si antes no la ha conseguido para sí misma.



