Por José Jaime Ruiz
El senador priista Alejandro Alito Moreno tiene una obsesión con el verbo “matar”. En una grabación se escucha: “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre”. En su inadmisible agresión en contra del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, y en contra de la Comisión Permanente, Alito amenazó: “Te voy a madrear, te voy a matar”. Por su parte, el senador Rubén Moreira, cómplice, agredió a Emiliano González tirado en el piso: “¡No te muevas, perro!”. El dirigente del PAN, Jorge Romero, anticipó la agresión, entrevistado por la colaboracionista de los proto fascistas, Azucena Uresti, amagó: “Nosotros en México ya estamos muy conscientes de que estamos siendo una oposición con una persona enfrente que mide dos metros con un bate. Lo que nos falta a la oposición, literalmente, es ya la violencia, si es que alguien de la oposición la va a decidir”.
La Fiscalía General de la República tendrá que deslindar responsabilidades, ya que en el asalto a la Comisión Permanente y la violencia en contra de Fernández Noroña fueron cómplices de Alito los priistas Carlos Eduardo Gutiérrez Mancilla, Pablo Guillermo Angulo Briceño, Erubiel Lorenzo Alonso y Rubén Ignacio Moreira Valdez. La emboscada se construyó con premeditación, alevosía y ventaja. La denuncia penal sería por amenazas de muerte, lesiones y daño en propiedad ajena. Dentro de la legislatura, va el desafuero de quienes participaron como delincuentes organizados.
El desafuero de Alejandro Alito Moreno es inminente. No se puede patear el bote con Míster Bótox. No es sólo una agresión al senador Fernández Noroña, es una agresión a la República, así, con mayúsculas. La apología de la violencia digital y mediática de los comentaristas a sueldo de Alito (Ciro, López-Dóriga, Azucena…) es entendible y condenable: no son periodistas, son propagandistas.
Los litigios no se resuelven en las redes sociales ni en los medios de la derecha (Alejandro Junco acosando en primera plana del Reforma a Fernández Noroña) sino en el Ministerio Público y, sobre todo, en la nueva Suprema Corte de Justicia –cómo extrañará Alito a la jefa del Cártel de la Toga, Norma Piña. Acción penal y desafuero, Estado de Derecho, cabeza fría y templanza.
“Yo siempre lo he dicho, al hijueputa que se pase de verga, una verguiza salvaje”, se inflaba el sepulturero del PRI. Su plegaria fue atendida como karma.
