Por Francisco Villarreal
Recibí feliz la buena noticia que el genocida sionista Benjamín Netanyahu había aceptado detener los bombardeos en Gaza. Además, que el grupo Hamás se sumaría al proceso de paz en Gaza liberando rehenes; y dizque los opulentos reyes, califas, emires, jirafas, tarifas y faquires, o como se llamen, de Medio Oriente estaban muy contentos con eso. También vi la buena noticia de un fulano que no sé quién es, que aseguraba que un científico desconocido de una universidad ignota, confirmaría que el cometa 3I/ATLAS es una estructura artificial, específicamente una nave interplanetaria, construida y tripulada por seres inteligentes, aunque no necesariamente humanos o humanoides… ¿Serán los mentados “Seres de Luz”? Gocé incluso con la foto donde el ex presidente López posa junto al llamado “Lord Molécula” quien le entrega un documento, aparentemente una tesis profesional, supongo que de la Universidad Atayde Hnos. Minutos después de tanta felicidad virtual, volví a mis quehaceres con una certeza: no puedo confiar en ninguna de esas noticias. Es más, no puedo confiar en más del 90% de las noticias que se emiten desde cualquier medio de comunicación, agencia de noticias o vocería oficial. No sé en el resto del mundo, pero en México ya le soplamos hasta al jocoque. Desde hace casi una década hemos sido acribillados diariamente con información tendenciosa, sesgada o claramente falsa. El tema es que luego de tantos años de contradicción en declaraciones, informes, denuncias, protestas, marchas, plantones, memes, casas de “famosos”, etcétera, el consumidor de noticias cría un callo en la garganta y en las entendederas, y ya no se las traga tan fácil. El problema es que no es sencillo verificar información cuando, usando la mentada “IA”, hasta yo podría inventarme como héroe y publicar un video mío con menos kilos, menos años y más cabello, montando un unicornio alado y derrotando a un dragón llamado “Donald”. En esta confusión deliberada se está forzando a la gente no a estar informados sino a elegir lo que se quiere creer.
Gaza sí me preocupa, porque es una realidad inocultable pero se nos quiere obligar sólo a interpretarla. Como muchos en todo el mundo, estaba indignado por el asalto de la armada israelí a una flotilla de activistas que intentaban llevar apoyo básico al pueblo palestino. El bloqueo de ayuda humanitaria no sólo es inhumano, además es perverso. El secuestro de los activistas es prácticamente la misma estrategia que usa Trump para asesinar impunemente a lancheros en el Caribe: piratería. El criminal Netanyahu usó una flota, Trump es más austero, porque usa una cadena de mando mínima cuyos extremos son él de un lado y un dron artillado del otro, ambos letales. El necio aspirante al Nobel de la Paz, incendia el Caribe con una amenaza bélica y sube la presión en el conflicto de Europa contra Rusia. Seguro querrá quitar eso de los titulares mundiales para presumir su plan de “paz” para Palestina. Si en realidad se aplica, sigue siendo una paz tóxica. En primer lugar, si Hamás libera los rehenes, desaparece un factor que ha usado el criminal Netanyahu para su guerra genocida. ¿Bastaría para detener las masacres? No creo, porque exigiría, claro, el desmantelamiento de ese grupo que, no olvidemos, no hace mucho intentaba negociar la paz desde Qatar, pero fueron atacados por Israel, ¡en Qatar! No, esa paz negociada no era el plan de Trump y Netanyahu. Tendría que ser bajo sus términos.
Trump festeja el supuesto avance de su proyecto de paz. Pero desde el momento en que advirtió que o lo aceptan o “desatará el infierno”, no se trata de una negociación sino de un ultimátum, una derrota para Hamás y también para el pueblo palestino. Es la calavera del pirata con una paloma degollada entre los dientes. Si ya era vergonzoso que los países del orbe se vieran lentos o disimulados ante el evidente genocidio en Gaza, será más vergonzoso aceptar que Estados Unidos e Israel, los perpetradores de ese crimen contra la humanidad, asuman que ofrecen paz cuando en realidad están imponiendo un yugo. Está bien que se detenga el ataque israelí contra los palestinos, está bien que se replieguen aunque sea a las fronteras que se les antojen (como podría hacer Rusia en Ucrania), está bien que el gobierno palestino gestione directamente la ayuda internacional. Sí, pero no.
Netanyahu y Trump sólo pretenden establecer una zona de control en la franja de Gaza. Es ridículo que sean Estados Unidos e Israel quienes ofrezcan un plan de paz cuando ellos son el origen de esa guerra. No creo que los anime que enfrentan el repudio mundial, el cinismo de Don y Ben es infinito. El plan de paz de Trump me recuerda a la tortuosa diplomacia del imperio en “Dune”, la saga de Frank Herbert: “Planes dentro de los planes”. Si se “calman” las cosas en Medio Oriente, aunque sea bajo la vigilancia de un verdugo como Netanyahu, baja un poco la presión del propio Trump. En este momento, el demente de Mar-a-Lago, ya ha declarado la guerra contra los propios estadounidenses, especialmente en zonas demócratas; y, con más o menos discreción, ejecuta o favorece una purga en los mandos militares que no le son absolutamente leales. Trump incrementa además su presión sobre países sudamericanos que no se le han alineado o le han retado, amenazando con intervenciones militares bajo pretextos nunca comprobados. Y por si esto fuera poco, anuncia una ayuda militar adicional a Volodimir Zelenzki, que amenazaría más al territorio ruso. Obviamente, Vladimir Putin no va a responder a lo que es una guerra con interpósitos ucranianos o europeos sino a quien esté detrás de los “aguerridos” emisarios. Los autócratas no negocian, reaccionan. Esto pone en una fase crítica más a una guerra que Europa ha estado anunciando y promoviendo contra Rusia y que, no olvidemos, inició por la presión estadounidense para expandir la OTAN hacia el este, hasta las goteras de Moscú. Donald Trump, el príncipe de la paz de los sepulcros, tiene más de una guerra en su faltriquera y ninguna paz verdadera en sus haberes. Si desde los países americanos revisamos el modelo de la paz de Trump, el que intenta imponer en Palestina, debemos empezar a ver a nuestros hermanos palestinos como vecinos cercanos, muy cercanos. Apoyarlos en su soberanía frente a dos de los más grandes depredadores de nuestro tiempo, nos dará un poco de experiencia para cuando Trump nos intente aplicar la misma terapia genocida que, por culpa de todos los países del orbe, incluido México, se ha dejado llegar demasiado lejos. No queremos ver que el avance de la barbarie, especialmente en Estados Unidos, ha perdido el miedo a mostrar su verdadero rostro. No quisimos o pudimos detenerla antes, no nos asombremos de cómo acelera su devastación. El 2026 ya huele muy mal desde ahora.
Pregunta curiosa: ¿De veras se cree que Hamás estaría dispuesto a desarmarse y/o disolverse?
Respuesta más curiosa: Ni que fuera grupo musical pasado de moda. Hasta “Flans” y “Pandora” volvieron, pero reorganizándose. Con mayor razón un grupo al que le da coherencia una ideología política y se nutre con preceptos religiosos. Podrá desaparecer Hamás, pero igual pueden reagruparse bajo cualquier otro nombre desde cualquier otro país. Sus métodos serán censurables, pero sus enemigos son tan reales y brutales como ellos.
