Por Francisco Villarreal
En México tenemos la bonita costumbre de realizar todo tipo de marchas de protesta o denuncia, pero siempre sazonadas con una buena dosis de desmadre, mentadas, destrozos, raterías y más o menos heridos. Normalmente achacamos el vandalismo marchante al llamado “Bloque Negro”, una partida de mercenarios evidentes que se autodefinen como “anarquistas”. En este curioso neologismo mexicano para “Anarquismo” pueden entrar anchurosamente los bandidos de Río Frío y cualquiera de los atomizados cárteles y cartelitos, incluyendo el fantasioso “Cártel de los Soles” que ha inventado la fértil insania mental del asesino serial de tripulaciones de barcazas y chalupas, Donald J. Trump. Ya me esperaba este sábado una marcha de la imaginaria e impostada Generación Z con los excesos de costumbre. Como pude comprobar fue otro cosplay, como aquellos en los que se apropiaron de los “chalecos amarillos” europeos; o la “Marea Rosa” iberoamericana, donde la ultraderecha brutal y la bruta derecha mexicanas se disfrazaron de lo que no eran ni podrán ser: un movimiento histórico de izquierda moderada y progresista, disruptiva con el imperialismo, el neoliberalismo y… Washington.
Este 15 de noviembre, en el mero “Buen Fin”, la impostora marcha de la dizque “generación Z”, fue más aparatosa que abundante, como otras orquestadas desde las catacumbas de partidos políticos desangelados; los mausoleos de empresarios vampíricos y morosos; y las cavernas de medios, columnistas y periodistas, ejerciendo su derecho a la Libertad de Expresión, un derecho con escoliosis, por cierto, como el clásico “Igor” del Dr. Frankenstein. Fueron los mismos que le han cogido cariño a exhibirse gritando estupideces mal maquilladas de protestas legítimas. Tal vez muchos hayan inflamado su pecho con ilusión patriótica por el desplante marchista, pero en un rincón de sus corazoncitos hipócritas saben bien que es lo de siempre: una marcha anti-AMLO, que lo han convertido en Pedro Páramo, “un rencor vivo”. Fue una marcha en contra no de un partido político aliado con otros de relativa izquierda, sino contra un movimiento social. En otras palabras, lo mismo de siempre de los mismos de siempre.
Una singularidad que noté esta vez, fue que contra las marchas rosas, amarillas o “intocables”, en las que el “Bloque Negro” no participó, esta vez fue la vanguardia. No fue como en cualquier otra marcha donde estos miserables sólo intentan reventar y violentar el sentido pacífico de la marcha, ahora acompañaron a los presuntos chavos “Z” que, con una perfecta coordinación, se retiraron cuando inició la violencia. ¿Quién la inició? Pues a menos que seamos como el “Tío Lolo”, que se hace pendejo solo, es más que obvio que fueron estos mercenarios. Hablamos de un contingente armado con bombas incendiarias y armas contundentes. Enfrente, fuerzas policiacas resistiendo sólo con escudos y polvo de extintores. Ni siquiera portaban macanas. No debe extrañar que la gran mayoría de lesionados fueran policías.
Lo que vi este sábado fue un garabato de un intento de golpe de estado. Con el deslinde de quienes exigían justicia por la muerte de Carlos Manzo, y de los verdaderos jóvenes de la versión mexicana del movimiento “Generación Z”, sólo nos quedan pocos pétalos para deshojar esta violenta margarita: el “Tío Richie” que demostró una vez más que es capaz de todo con tal de no pagar sus impuestos, y el híbrido político que engendró Claudio X. González (PAN, PRI, y los rescoldos del PRD). Y, parafraseando al vate Acuña, en medio de todos ellos la ultraderecha internacional como un Dios. ¿Es medianamente razonable que un acto de esta violenta magnitud pueda derrocar a un régimen? ¡Claro que no! La violencia desplegada no es gratuita, se trata de forzar una reacción represiva por parte del gobierno. No hay represión, no violenta al menos. Tanto en el régimen de don Andrés como en de Claudia se rompió un modelo recurrente por décadas y aplicado diligentemente por el PAN y el PRI. Durante los regímenes priistas y panistas la represión no tuvo límites; su violencia incluyó tortura y asesinatos. ¿Y estos ahora se quejan de ser reprimidos? ¡Qué poca madre!
Pero si bien este ridículo “movimiento” de falsos “Z” no tiene la potencia como para derrocar a un régimen (no somos Nepal, ni ellos son jóvenes), sí creo que tiene un propósito más siniestro. Es notorio que la doctora Sheinbaum, con una amplia aceptación popular, ha logrado algo insólito: mantener un diálogo, tenso pero diálogo al fin, con el demente mandatario de Estados Unidos. No hay ninguna razón visible para que Trump trate con deferencia y hasta respeto a la presidenta Sheinbaum. Quiero suponer que no es sólo la habilidad diplomática de Claudia. Trump sabe que la presidenta mexicana se convirtió en un referente mundial y, sobre todo, para los países americanos (incluido Estados Unidos). La posición de México es ya de liderazgo, y el manejo de la economía, la seguridad y la justicia social ha sido insuficiente todavía pero notable. Esto debe llamar mucho la atención a la Unión Europea, por el desarrollo económico; a China, por el comercio; y a Rusia, por la influencia política en América. Todo esto alrededor de un movimiento social cuya cabeza visible es Claudia Sheinbaum. Trump y sus MAGAs necesitan urgentemente debilitarla, raer su imagen, generar hacia el mundo la falsa percepción de un país fuera de control. Creo que esta fue más bien la marcha del Tío Lolo, y las que vuelvan a suceder, y que se suma deliberadamente a los injustificables ataques desde El Salvador, Ecuador, Perú y Argentina, países donde la bota gringa sigue pateando la soberanía y la democracia. Trump necesita desprestigiar a México, a su régimen actual, para intervenir a sus anchas. Sabe que una acción militar sería un suicidio para su propia economía. Sabe que ni la UE, ni China, ni Rusia, tolerarían una irrupción descarada en México, no porque nos quieran mucho sino porque afectaría sus intereses. Trump necesita que personajes como el “Tío Richie”, empresarios como Claudio X. González y sus huestes “apartidistas”, políticos como el autócrata Alito Moreno, Acosta Naranjo, Lilly Téllez, y toda esa caterva de priistas y panistas delirantes, recuperen el poder… el poder inclinarse a las órdenes de Washington. Y Trump tiene prisa, mucha prisa… Si tengo razón, y si estos golpistas tienen éxito, sería muy didáctico para los verdaderos jóvenes del verdadero movimiento Generación Z México; sabrían que hubo un tiempo en que marchar en protestas y consignar denuncias implicaba un muy real peligro de muerte, porque lo verían de cerca.



