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Más allá del algoritmo: Propósito y valor humano en la era post-laboral

Por Carlos Chavarria Garza

Antes de que el salario existiera, el valor del ser humano se negociaba a través de su contribución directa a la supervivencia del clan. En las sociedades de cazadores-recolectores, la división de tareas (diferenciada por edad, género o habilidad) fue el primer mecanismo de integración social y la clave para la eficiencia del grupo. El cazador proveía la proteína; el recolector, el sustento diario; el artesano, las herramientas. La recompensa no era económica, sino la pertenencia y el acceso a los recursos.

El tránsito hacia el sedentarismo y la agricultura, a lo largo del Neolítico, solidificó el concepto de trabajo como una actividad estructurada y continua, esencial para generar excedentes y, con ellos, la complejidad social, la jerarquía y el estatus. El concepto de la labor (trabajo repetitivo necesario para la vida) y el trabajo(work, la creación de objetos duraderos), una distinción clave en la filosofía del trabajo (Arendt, 1958), tiene su origen en esta división prehistórica.

El problema que plantea la IA es que está sustituyendo la esencia misma de este valor ancestral: la contribución física e intelectual directa a la operación del mundo. Si el valor humano se definió por lo que el individuo podía hacer por el clan, la redundancia tecnológica amenaza con disolver el pegamento social más antiguo de la humanidad.

El concepto de trabajo es mucho más que una transacción económica; es entonces, históricamente, el motor de la civilización, el molde de la estructura social y la fuente principal de identidad y propósito individual. Desde las primeras sociedades agrícolas hasta la economía de servicios moderna, el trabajo ha sido el vehículo a través del cual los seres humanos han negociado su existencia, pasando de la mera supervivencia a la construcción de instituciones, el estatus social y, crucialmente, el crecimiento personal (Weber, 1905).

Si bien la discusión sobre la depreciación del trabajo ha sido constante, el Índice Iceberg (desarrollado por el MIT) marca un punto de inflexión. Este modelo se distingue por ir más allá de la sustitución de puestos completos para centrarse en los «átomos» de las habilidades: la sustitución de tareas. Este enfoque revela que la IA está haciendo que una porción significativa del valor salarial sea técnicamente redundante (Acemoglu & Restrepo, 2017). Este fenómeno nos obliga a plantear la pregunta fundamental: ¿Qué sucede con la civilización cuando el ser humano ya no es necesario para la operación y el mantenimiento de su propio mundo?

1. El Mecanismo: De la Sustitución de Tareas a la Erosión de Valor

El hallazgo más disruptivo del Índice Iceberg reside en su granularidad o atomización de tareas y habilidades básicas. La IA no sustituye «el puesto de un analista financiero», sino tareas específicas dentro de ese puesto (ej., consolidación de datos, generación de informes preliminares). Al medir la exposición técnica a nivel de los «átomos» de las habilidades, el índice expone un riesgo de $1.2 billones de dólares: el valor salarial anual que la economía paga por habilidades que la IA ya es capaz de ejecutar.

Esta sustitución de tareas tiene dos efectos directos sobre el valor del trabajo:

  • Erosión del Valor: Las tareas más rutinarias, repetitivas y escalables, que históricamente han consumido gran parte de la jornada laboral, son las primeras en ser desvalorizadas. Este fenómeno es consistente con el marco que diferencia las tareas rutinarias de las abstractas (Autor, 2015). Si un humano dedica el 40% de su tiempo a tareas ahora automatizadas, el valor de su puesto se reduce, forzando al trabajador a una rápida reconversión hacia habilidades no automatizables (creatividad, pensamiento crítico, interacción humana compleja o supervisión).
  • Estructura Oculta:La substitucion  se concentra en la automatización cognitiva (tareas de oficina, contabilidad, administración), el soporte estructural invisible de toda organización. Es esta erosión silenciosa de las habilidades básicas del cuello blanco la que cataliza la crisis.

2. El Trabajo como Pilar de la Civilización

En la construcción de la sociedad, el trabajo se estableció sobre dos pilares esenciales:

  • A. El Pilar Económico y Estructural: El trabajo ha sido el mecanismo primario para distribuir recursos, legitimar la jerarquía social y dictar el estatus. El salario no solo provee la capacidad de consumo, sino que es la llave de acceso al sistema social. Una persona se define por su profesión. En un mundo donde la IA gestiona la producción, la logística y la administración (la «operación del mundo»), el sistema salarial colapsa. El valor del capital humano se acerca a cero, dejando inoperante todo el andamiaje basado en el mérito laboral y forzando la necesidad de un Ingreso Básico Universal (IBU) masivo. Pero el colapso económico es solo el síntoma visible.
  • B. El Pilar Humanista y Psicológico: El humanismo ha integrado el trabajo en la misma definición de una vida con sentido. El trabajo es un catalizador de motivación y crecimiento personal. Proporciona la disciplina, la sensación de competencia (maestría), el sentimiento de contribución y la estructura diaria que previenen el vacío existencial. El trabajo no solo satisface las necesidades fisiológicas y de seguridad, sino que también es fundamental para las necesidades de estima (reconocimiento y estatus) y, en su cúspide, la autorrealización (Maslow, 1943).

3. La Distopía Operativa: La Crisis del Propósito

En el mundo distópico que se plantea, donde la IA gestiona la «operación» de la sociedad, la crisis no es económica, sino existencial.

Si la humanidad ya no necesita trabajar para consumir ni para mantener el orden social y técnico, ¿qué ocupa el lugar del trabajo en la vida de una persona? Los aparatos y arreglos sociales construidos alrededor del trabajo—la oficina, el horario, el ascenso, el currículum—se desvanecen.

  • Pérdida de Identidad: Sin un rol profesional, la identidad social se fragmenta. ¿Cómo se presenta alguien en sociedad? La pregunta «¿a qué te dedicas?» deja de tener sentido. La motivación extrínseca (el sueldo) desaparece, y la motivación intrínseca (la contribución) debe ser hallada sin una estructura social que la respalde.
  • La Tiranía del Ocio: El ocio no elegido, impuesto por la redundancia tecnológica, se convierte en una fuente de profunda ansiedad y nihilismo. La falta de un desafío impuesto por el mundo externo mina la disciplina y la autoestima, creando una generación sin la necesidad de luchar o crecer a través del esfuerzo estructurado. Hannah Arendt (1958) alertó sobre esta potencial tiranía del labor automatizado, dejando a la humanidad sin un espacio de verdadera acción o trabajo creador.
  • Decadencia del Humanismo: El concepto de crecimiento personal y virtud, históricamente ligado a la disciplina, la lucha y el sacrificio inherente al trabajo, pierde su contexto. La IA permite la satisfacción inmediata de las necesidades, creando una sociedad enfocada únicamente en el consumo pasivo y el placer, a expensas de la excelencia y el desarrollo de habilidades complejas no automatizadas. El vacío existencial que surge de la falta de propósito puede ser el mayor desafío del futuro (Frankl, 1946).

4. Hacia un Nuevo Motor Civilizatorio

El Índice Iceberg es una medida de la transferencia de competencia de los humanos a las máquinas. Esta transferencia es el catalizador de una crisis civilizatoria donde la sociedad tiene la oportunidad, y la obligación, de redefinir por completo el valor humano.

La Vía de Maslow para el Empleo del Futuro

La escala de motivación de Maslow (1943), como constructo de las necesidades humanas, permanece inalterable. El colapso del trabajo tradicional requiere, por tanto, que la sociedad provea nuevas estructuras que permitan satisfacer estas necesidades, transformando la noción de «empleo» en «ocupación con propósito». La IA, al liberar las tareas operativas, se convierte en un medio para optimizar los recursos, permitiendo que el foco de la actividad humana se desplace hacia los niveles superiores de la pirámide.

A continuación, se detalla la redefinición de la satisfacción de las necesidades de Maslow en la era Post-IA:

  • Necesidades Fisiológicas y de Seguridad: El foco se desplaza del esfuerzo para obtener recursos a la Seguridad de Acceso (vivienda y recursos vitales garantizados, posiblemente mediante un Ingreso Básico Universal (IBU) y la optimización algorítmica).
  • Necesidades de Afiliación (Pertenencia): Se transforma de las relaciones de oficina y de equipo a actividades de Servicio Comunitario, cuidado interpersonal e interacción social compleja.
  • Necesidades de Estima (Reconocimiento): Evoluciona del estatus profesional y los títulos a la Maestría Artesanal, la mentoría y el liderazgo de proyectos sociales.
  • Necesidades de Autorrealización: Pasa del logro profesional y el ascenso a la Exploración Intelectual, la creación artística pura y la filosofía aplicada.

El desafío urgente para los líderes es construir nuevos aparatos sociales, nuevas instituciones y nuevos marcos éticos que validen el valor de la vida humana no por su capacidad de producir o trabajar, sino por su capacidad de crear significado y contribuir al bienestar colectivo a través de estas nuevas ocupaciones. La verdadera rentabilidad social del futuro reside en canalizar el tiempo liberado por la IA hacia la realización plena del potencial humano, evitando que la distopía de la abundancia material se convierta en una realidad de vacío existencial. El camino a seguir es transformar el trabajo, de una necesidad económica, a un motor de propósito humanista.

Referencias

Acemoglu, D., & Restrepo, P. (2017). Robots and Jobs: Evidence from US Labor Markets. NBER Working Paper No. 23285.

Arendt, H. (1958). The human condition. University of Chicago Press.

Autor, D. H. (2015). Why are there still so many jobs? The history and future of workplace automation. Journal of Economic Perspectives29(3), 3-30.

Frankl, V. E. (2006). Man’s search for meaning. Beacon Press. (Obra original publicada en 1946).

Maslow, A. H. (1943). A theory of human motivation. Psychological Review50(4), 370–396.

Weber, M. (2002). The Protestant ethic and the spirit of capitalism. Penguin Classics. (Obra original publicada en 1905).

Fuente:

Vía / Autor:

// Carlos Chavarria Garza

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Autor: lostubos
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