Por Félix Cortés Camarillo
Lo que menos me gusta de la modernidad es que cada vez me entero de más cosas ingratas.
Viendo las noticias en las estaciones de televisión los Estados Unidos, especialmente de las que bañan con su señal el Valle de Texas, me enteré de que ya chingaron los agricultores tejanos y que México les va a entregar el agua, que dice el tratado de 1944 les corresponde. Me doy la vuelta, y la versión oficial mexicana dice que sí, pero no; hasta el 2030, porque no ha llovido. Y que el río San Juan, que da agua finalmente a mi casa, o está en el trato.
Ni a quién creerle.
Salvo que aceptemos el nuevo canon de la política mexicana, el de las medias tintas. Ni si ni no, sino todo lo contrario; lo vamos a estudiar y buscaremos la solución que deje satisfecha a cada una de las partes. Las aguas medias, que han sido la norma de nuestra política. Mucho más hoy en día.
Se cita con frecuencia que no hay que cambiar cabalgadura a mitad del río, pero hay una campaña a sustentar la consulta de revocación de mandato presidencial, coincidiendo con las elecciones intermedias de 2027; los estrategas del régimen, le apuestan a los índices de popularidad de la señora presidente con A de patria, que le arrastrará votos -dicen- a los morenos.
Hay un cese fulminante de un alto funcionario de aduanas mexicanas, encargado de las investigaciones de corrupción huachicolera en su área, pero no hay expediente -ahora se dice carpeta de investigación- en su contra. ¿Será por que se comprobó que tiene relojes de pulso por siete y medio millones de pesos o que le compró a un mando militar en activo un pendejaus en Polanco de tres pisos, en siete millones setecientos mil morlacos, cuando el avalúo dice tres veces esa suma?
Esta administración le apuesta al sí, pero no.
Personalmente, yo no tendría nada en contra de que la presidente de México se opusiera terminantemente a la política de los Estados Unidos hacia Venezuela y su régimen; yo creo que es una intentona del imperialismo más añejo y despreciable. Sin importar que desprecio al chavizmo y sus abusos, que tienen a tres millones de venezolanos en el exilio y a la mayoría que no ha podido salir, en la miseria.
Y si el gobierno de México condena al tirano Maduro y exige que muestre las actas de la elección presidencial que perdió el verano de este año, estoy de acuerdo.
Con lo que no puedo estar de acuerdo es en la media tinta, el sí pero no.
Muchos meno, en convocar a la ONU para que se haga cargo de este álgido punto de la política bélica de todos lados, cuando la ONU no ha servido para nada.
O de ofrecerse como solícito mediador; papel que nadie quiere.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): La mayor ironía de nuestro tiempo es que el campeonato mundial del deporte más popular en el planeta, que se hará el año que viene en Estados Unidos, Canadá y México, se ha convertido en un espectáculo exclusivo, a cuyos estadios solamente podrán acceder los más ricos.
De ese pelo están los precios de las entradas.
Eso no es bello.
Peor aún es que la FIFA, entidad que determina todo lo que pasa en el futbol del mundo, se está convirtiendo en el sueño de los políticos de los Estados Unidos: una entidad supranacional que se pasa por el arco de Zürich cualquier soberanía.
Colectiva o individual.
Sí, ya lo sé: nosotros optamos en algún momento por la gobalización. Pero no escogimos, ni nos lo pidieron, escoger, a un Big Brother de esta magnitud.



