Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

El Seguro de Gastos Médicos: Cuando el remedio sale más caro que la enfermedad

Por Carlos Chavarría Garza

Tener un Seguro de Gastos Médicos Mayores (GMM) en México siempre fue visto como un privilegio o, al menos, como la red de seguridad que te salva de la ruina si algo sale mal con la salud. Pero hoy, ese escudo se ha convertido en un dolor de cabeza constante. Mientras las primas de renovación suben y suben, el asegurado se siente atrapado en un laberinto de cuentas infladas y letras chiquitas. Al final, parece que terminamos pagando una fortuna por una protección que, irónicamente, cada vez nos protege menos.

Hay que decir las cosas por su nombre: el problema no es solo que la medicina sea cara, sino que el sistema está viciado por una mezcla de ineficiencia, abusos descarados y tambien por supuesto, un descuido total del paciente.

El mito de la «Chequera Abierta». Lo más frustrante es lo que yo llamo el efecto de la chequera abierta. En cuanto pones un pie en el hospital y dices que tienes seguro, algo mágico —y terrible— sucede: los precios se inflan. Es el absurdo de que una medicina o un estudio que cuesta una cantidad razonable en la calle, en el hospital te lo cobren tres o cuatro veces más solo porque «lo paga el seguro».

Eso sugiere, que los hospitales y algunos médicos parecen asumir que, como la aseguradora tiene dinero, pueden ordenar estudios innecesarios o alargar las estancias solo para abultar la cuenta. La AMIS ya lo ha dicho: el fraude y el abuso encarecen los padecimientos hasta en un 30%. ¿Y quién crees que termina pagando esa fiesta? El asegurado honesto, al que le llega un aumento del 25% en su renovación anual porque «la siniestralidad subió».

Atrapados en la cama del hospital. Lo peor es la indefensión. Cuando estás enfermo o tienes a un familiar en urgencias, no tienes cabeza ni poder para auditar la cuenta. Estás inmovilizado. Simplemente firmas y esperas que el seguro cubra todo. Pero luego vienen los golpes: deducibles altísimos, coaseguros que te dejan temblando y la sensación de que, aunque pagaste tu póliza religiosamente, el sistema te está culpando por haberla usado.

Incluso la regulación, que se supone que está ahí para cuidarnos, a veces sale al revés. El exceso de trámites y burocracia solo añade costos administrativos que las aseguradoras, por supuesto, nos pasan a nosotros en el precio final.

¿Hay salida?. No tenemos que inventar el hilo negro; en otros países ya le pusieron un alto a esto. Por ejemplo, en Estados Unidos se lanzó la ley contra las «facturas sorpresa» para proteger al paciente de cobros inesperados en emergencias. También están obligando a los hospitales a publicar sus precios para que uno pueda comparar antes de entrar. 

Aquí en México, urge que las tarifas de los hospitales sean transparentes y que se castigue a quien cobre de más solo por tener póliza.

Necesitamos usar la tecnología para detectar el fraude de los proveedores, no para complicarle la vida al cliente. Y, sobre todo, tenemos que empezar a premiar a quien se cuida. Si alguien hace ejercicio y se checa a tiempo, su seguro debería ser más barato, no subirle el precio por el pecado de cumplir años.

Si no atacamos el abuso frontalmente y dejamos de ver al asegurado como un cajero automático, el seguro de gastos médicos dejará de ser una necesidad para convertirse en un lujo que nadie podrá pagar. No podemos seguir aceptando que el sistema se cure a costa de nuestro bolsillo.

Fuente:

Vía / Autor:

// Carlos Chavarría Garza

Etiquetas:

Compartir:

Autor: lostubos
Ver Más